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Drawing Room Blues

Capítulo 1: L'Europe à emporter: Back in the USSR

ROMANIA | Sunday, 22 July 2012 | Views [1684]

Bucarest fue una bocanada de aire fresco que venía esperando como desde Roma, porque era la ciudad donde nos esperaba la casa de un amigo, que tanta falta nos hacía después de dormir no muy bien en los hostales. Esta vez el amigo era más amigo de mi hermana que mio, pero de todas formas me recibió como si fuéramos amigos de toda la vida. Max, nuestro anfitrión, fue de esas muchas personas que me he topado en mi viaje que ha sido sumamente generoso y amable conmigo. Max también fue por nosotros al aeropuerto de Bucarest, y nos acompaño luego en nuestra primera cena en suelo rumano, donde aprendimos un poco sobre la extraña forma de “armar” los platos en Rumania, y donde recordamos lo buenas que son las leyes antifumado para los que no solemos pasar con un cigarro en la mano.

Para mi hermana ese fue el fin de las vacaciones, ya que al día siguiente tenía que trabajar. Yo por mi parte me dediqué ese día, y prácticamente hasta el jueves, a no hacer absolutamente nada. Estaba realmente agotado de ese primer mes de viaje tan ajetreado, y traté de reponer sueño y reposo perdido. El clima de Bucarest también se alió con mis ganas de descansar, creo que llovió todos los días que estuve en la ciudad. En buena parte, empecé a planear la siguiente parte del viaje, y para tratar de ser útil, me propuse ser el chef de turno para Max y mi hermana, y aunque no soy una estrella de la cocina, pues saqué adelante la tarea durante esos días. Quizás lo único que merece un par de líneas acá sobre estos días es que esta fue la primera vez que me encontré en la situación de salir a la calle solo en un país donde no conocía para nada el idioma. Es curioso, realmente me costó salir la primera vez, tenía bastante temor de que alguien me dijera algo, de no poder responder, de no entender de lo que me estaban diciendo. Me tomó un gran rato de preparación salir de la casa, y eso que sólo era para ir al súper a comprar los víveres para hacer la cena.

Para el jueves decidí que aunque el reposo estaba bien, pues también tenía que conocer la ciudad un poco, entonces fui al centro para conocer un poco más. Bucarest es una ciudad que todavía deja ver claramente las marcas que le dejaron el comunismo y la dictadura, y hay un montón de llamados “commie blocks” en la ciudad, que eran los apartamentos que construyó el gobierno en la época comunista, todos iguales para todo el mundo. Aún así, la ciudad va cambiando poco a poco su fachada, y hay barrios que tienen todo el encanto de esas calles “a la antigua” de muchas otras ciudades europeas. La vista más impresionante de la ciudad es sin duda el Parlamento, que es un edificio gigante construido con muchísimo lujo y ostentantación. Pude visitar el Parlamento el viernes, en un tour en el que, según la guía, uno sólo ve el 5% del edificio. A pesar de ser un edificio sumamente hermoso, resulta ser un dilema algo extraño. Por un lado es una de las atracciones turísticas de la ciudad, pero por otro lado, el gobierno rumano no termina de ver qué hacer con el grandísimo complejo, que de feria es carísimo de mantener. Como bien lo dijo una de las mujeres con las que hice el tour, es al mismo tiempo impresionante y decepcionante (traducción algo liberal del inglés).

Llegado el sábado, Max muy amablemente se ofreció a llevar al turista, o sea, a mí, a varios de los puntos más turísticos de Rumania, en este caso el castillo Peles, el castillo Bran, y la ciudad de Brasov. El castillo Peles fue sin duda el más impresionante, un castillo muy lujoso, pero que tenía un aire fin de siècle bastante diferente a todos los otros que había visto hasta el momento. El castillo Bran es el llamado castillo de Drácula, y por esto es quizás es la atracción turística más visitada en Rumania. El castillo en sí pues es interesante, aunque es un castillo mucho más viejo que Peles, y por lo tanto, pues más primitivo, y bueno, todo el asunto de Drácula se ve muy por encima en la visita. Luego, hicimos una rápida visita a la ciudad de Brasov, que me hubiera gustado conocer un poco más, antes de dirigirnos de vuelta a Bucarest.

Y bueno, al día siguiente me empecé a preparar para dejar mi casa en Bucarest. Esa sería la despedida para mí y para mi hermana, que debía quedarse en Bucarest por razones laborales. Yo por mi parte, decidí hacer una ruta “turística” hasta Praga, pasando por un par de ciudades del norte de Rumania, y posteriormente, por Budapest, Hungría. Este fue el final del primer capítulo de este viaje, cuyo nombre refleja el ritmo con el que nos movimos, pero sobre todo, el hecho de que nos movimos sobre todo en aviones (ok, no soy muy bueno poniendo títulos). Y sobre mi hermana, bueno, a pesar de que tuvimos diferencias en la organización del viaje (la hice básicamente toda yo), logramos salir sin mayores sobresaltos a estar un mes juntos, con el estrés agregado de estar viajando y lidiando con las aerolíneas y compañeros ebrios de hostales. Supongo que esta es otra muestra de esa extraña relación que tenemos, juntos pero no revueltos nos las ingeniamos para ser unos hermanos casi funcionales. Muy posiblemente esto marcará un antes y un después en nuestras vidas y en la forma en la que nos agarr... llevamos, pero eso sólo lo sabré posteriormente. En fin, a pesar de mis reservas y quejas iniciales, fue un placer viajar con mi hermana... el 97% del tiempo.

PD: ok, sé que voy súper atrasado pero voy a hacer un esfuerzo por tratar de recuperar tiempo.  Por aquello, en este momento me encuentro haciendo la valija para salir de mi retiro en la campiña francesa, con miras a salir de Europa hacia Turquía.  Hasta pronto... espero.


Mi hermana y yo, cerca del castillo Peleş.  Hasta luego, Adriana.

Mi hermana y yo, cerca del castillo Peleş. Hasta luego, Adriana.

Tags: bucarest, europa, parlamento, rumania

 
 

 

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