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Drawing Room Blues

Capítulo 5: Bir çay, lütfen: Aquarium

TURKEY | Saturday, 29 September 2012 | Views [804]

A Trabzon llegué muy temprano, luego de descansar en la noche en el bus. Francamente esperaba no poder dormir un carajo, pero la verdad es que después de luchar un poco por encontrar la posición ideal, pues logré dormirme relativamente bien y pude descansar algo, lo suficiente como para no tener que llegar de inmediato al hotel y tener que desplomarme para compensar por el sueño perdido.

En el camino de venida, conocí a Ella, una muchacha australiana que resultó ser la única otra turista que se aventuraba conmigo más al este de Capadocia (la gran mayoría de turismo extranjero de Turquía se concentra en Istanbul y la costa mediterránea, y bueno, también en Capadocia). Con ella hablaba un poco en las paradas que se hacían cada cierto tiempo para que la gente comiera y/o fuera al baño. Por cierto, tuvimos algunos minutos de estrés cuando nos bajamos del bus para ir al baño, y al volver a la parada, no vimos a nuestro bus donde se había quedado. Afortunadamente un carajo turco que vio nuestro desconcierto nos indicó que el bus se había movido a otro lado.

Pero bueno, ya en Trabzon, localizamos un minibus para ir al centro desde la otogar, y fuimos por un poco de desayuno mientras Ella trataba de localizar a su host de CouchSurfing. Yo, en parte por vagancia y en parte por otras razones tontas, hasta el momento no había tratado de hacer CouchSurfing en Turquía, pero al ver que Ella lo había hecho sin mayores problemas, pues luego traté de empezar a buscar hosts, sin mucho éxito hasta que volviera a Ankara. Ella finalmente logró ponerse de acuerdo con su anfitrión, y yo me fui a conseguir un hotel. Encontré uno decente a un precio no tan caro, y ese día la verdad no hice gran cosa. Aunque logré dormir algo en el bus, como que igual estaba un poco cansado y no hice mucho en la tarde. Ya luego de que anocheciera, pues fui a buscar mi cena, y descubrí las delicias de las lokantas, que son restaurantes donde tienen comida ya hecha que mantienen caliente en baños de María. Francamente la cena de esta noche fue una de las que más me gustó en toda mi estadía en Turquía.

Al día siguiente me puse de acuerdo con Ella para ir a algunos puntos de interés de la ciudad, como el museo Hagia Sophia, que es otra iglesia, sólo que pues no tan imponente como su tocaya de Istanbul, y fuimos también a la Atatürk Villa, que fue una casa que el pueblo de Trabzon le regaló a Atatürk, y en la que Atatürk pasó sólo una noche, si mal no recuerdo. Por ahí también anduvimos cerca del puerto y caminando sin mayor rumbo, conversando sobre bastantes temas. Ella había pasado unos 10 meses viviendo en Palestina, entonces hablamos bastante sobre la situación de ellos y temas relacionados. Ya más entrada la tarde Ella se devolvió a la casa de su anfitrión y yo me fui para mi hotel. Luego salí a comer y según yo también iba a ir por una birra, pero no contaba con que los bares estaban cerrados por Ramadán.

Para mi último día en Trabzon, me fui con Ella y una pareja de alemanes, que también se quedaban con el mismo anfitrión que Ella, al monasterio de Sümela, un monasterio cerca de Trabzon que está como encajado en la montaña, de una manera bastante impresionante. Es curioso pensar que yo tenía la idea de que Turquía era un país muy seco y con un montón de desierto, pero el camino hasta este monasterio me hizo ver lo equivocado que estaba, pues eran montañas completamente verdes, me recordaron un poco a Costa Rica. Fue una visita bastante interesante, sólo por el hecho de ver que hayan podido construir algo así de grande en semejante lugar, casi como encajado a la fuerza en la montaña. Si alguna vez termino hartándome de la civilización final y definitivamente, me puedo imaginar viviendo en lugar así.

Luego de la visita, volvimos a Trabzon, donde yo volví a mi hotel por mi bulto, e inmediatamente me dirigí a la otogar con rumbo a Erzurum, mi siguiente destino, siempre adentrándome un poco más en el este de Turquía. Allá llegué nuevamente bastante tarde, y como no sabía si habían minibuses, pues tomé un taxi y me dirigí al hotel que recomendaba mi confiable guía, que estaba bien por el precio.

Para el día siguiente, me fui a tratar de conocer un poco la ciudad, y me encontré con la sorpresa de que esta ciudad era sumamente conservadora, y por lo tanto, pues TODOS los restaurantes y lugares para comer estaban cerrados, así que de cierta manera hice un semiayuno algo forzado por las circunstancias. Tampoco fue que no comí del todo, pues me fui a un supermercado y compré unas galletas o algo así para comer, pero bueno, ciertamente pues no fue lo mismo que ir a comer un poco más decentemente. Ese día pasé un poco angustiado, con sed, con hambre, pero ya en la noché salí por ahí a cenar, y me llevé una de las sorpresas más agradables que me he llevado en todo el viaje, una experiencia que realmente me conmovió de una manera especial. Como habían grandes salones de té y había un montón de gente tomando té, pues me antojé y me senté y pedí uno. El problema es que realmente no conocía la mecánica de pago, y cuando pregunté si se pagaba enseguida o luego, pues el tipo que repartía el té no me entendió, y ahí medio se quedó tratando de entender, yo no pude hacerme entender tampoco... hasta que los vecinos de la mesa de a la par intervinieron y arreglaron el problema. Enseguida, me invitaron a sentarme a su mesa. Dudé por un segundo, pero terminé aceptando la invitación.

De primera entrada, pues me hicieron las preguntas típicas, me preguntaron que de dónde era, y bueno, de ahí empezaron a hacerme más preguntas interesantes. El que más hablaba inglés también era bastante religioso, y pues ahí me preguntó, por ejemplo, que qué opinión teníamos en Costa Rica del Islam. Fue un intercambio bastante interesante, con todo y una barrera de lenguaje más o menos considerable. Luego de estas preguntas, los muchachos estos me preguntaron si querían ir con ellos a ver algunos de los puntos más interesantes de la ciudad, a lo que respondí afirmativamente, con algo de temor, debo admitir, pero la verdad recordé que no llevaba conmigo nada realmente importante, sólo veinte liras y mi cámara fotográfica. Pagaron por el té, incluído el mío, y no me dejaron pagar aunque ofrecí hacerlo varias veces, y luego me preguntaron si quería dondurma, un helado típico turco, al que también me invitaron. Caminé con ellos por un buen rato, me mostraron algunos lugares de la ciudad, algunos ya los conocía, otros no, pero lo que realmente me llamaba la atención fue la interacción con ellos, no tanto ver los edificios más bonitos de la ciudad. Me resultaba difícil de creer que estuvieran tan fascinados, se veían auténticamente interesados en lo que tenía que decir y en conocerme en general. Se tomaban fotos conmigo, no sé, fue gracioso, simpático, sorprendente y bastante interesante, todo al mismo tiempo. No obstante, lo mejor de toda la experencia lo dejaron para el final, cuando me invitaron a comer a su casa. Como era Ramadán, lo más prudente para poder resistir las largas horas de ayuno era hacer una comida antes de que salga el Sol, así que me invitaron a desayunar en su casa con ellos, lo cual obviamente acepté.

Estos muchachos eran estudiantes, y su casa era bastante humilde, pero dentro de su humildad, me hicieron sentir casi que como un rey. Al llegar, pues seguimos conversando un rato sobre varias cosas, y en algún momento uno de ellos se excusó para ir a orar un momento. Luego llegó uno de sus compañeros de cuarto, que era un tipo de Turkmenistán. Luego me dijeron que la comida ya estaba lista, y pues me senté a la mesa con ellos. El desayuno era el típico desayuno turco, que la verdad hoy añoro con cierta nostalgia, y vaya que comí. Cuando mi taza de té se vaciaba, ellos sin preguntarme mucho la volvían a llenar. Comí primero con esa prudencia típica como de buena educación, pero ellos me dijeron que no había comido mucho, y volvieron a llenar mi plato unas dos veces con más comida hasta que finalmente se convencieron de que estaba lleno. A parte de lo bien que me sentó semejante festín luego de haberla pasado un poco mal durante el día por la falta de comida, debo admitir que esta fue una de las experiencias más gratificantes de todo mi viaje, ser testigo de generosidad tan desinteresada y tan auténtica. Pues sí, en algún momento me hablaron bastante del Islam y todo, pero la conversación nunca se sintió forzadamente proselitista. Al terminar de comer, pues ya eran casi las 4 am, y ellos se ofrecieron a acompañarme a mi hotel. Los dejé a medio camino, porque la verdad me pareció que era abusar demasiado de su generosidad, y me despedí de ellos sin encontrar la manera adecuada de agradecerles todo lo que habían hecho por mí esa noche. Lo único que lamento de esta noche fue que como salí sólo con mi cámara y con un poco de dinero, pues no tuve como apuntar los detalles de contacto de estos muchachos, y aunque yo les di mi correo electrónico, a la fecha no he recibido ningún correo de ellos. De cualquier manera, donde quiera que estén sigo completamente agradecido por todo lo que hicieron por mí.

Al día siguiente me levanté un poco tarde y me dirigí a un lugar llamado Citadel, de donde pude sacar algunas cuantas fotos de toda la ciudad. Luego, sin más cosas muy turísticas que visitar, y convencido de que difícilmente iba a superar la experiencia de la noche anterior, me dirigí a la otogar para tomar mi bus con destino a Kars.  

PD: Sí, estoy agrupando ciudades, pero si alguna vez espero ponerme al día, voy a tener que hacer trampa.

Uno de mis amigos turcos de Erzurum.  ¡Muchísimas gracias!

Uno de mis amigos turcos de Erzurum. ¡Muchísimas gracias!

Tags: asia, erzurum, invitación, trabzon, turquía

 
 

 

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