Mi llegada a la
capital turca fue un poco confusa y atropellada. Creo que después
de planear con lujo de detalles en la parte europea del viaje, sobre
todo en lo que respectaba a hospedaje, finalmente me cansé un poco
de tanta organización, y me fui bastante a lo random, aunque
bueno, sí tenía a mano el número de un hostal en la ciudad. Una
vez que llegué, luego de una agradable pero un poco enrededada
experiencia en mi primera vez haciendo uso del muy eficiente sistema
de buses turco, llamé al hostal para averiguar como llegar, y más o
menos me explicaron cómo hacer. Fue necesaria una segunda llamada y
que fueran por mí a la esquina, pero finalmente llegué, casi que
justo a tiempo para echarme una birrita nada más e irme a dormir.
Ankara no era una
ciudad que fuera así como uno de mis destinos principales. En
realidad acá la idea era hacer un poco más llevadero hasta el
destino principal, que era la región de Capadocia. Pero ya que
estaba ahí, al día siguiente me fui después de desayunar a tratar
de explorar la ciudad de la manera más rápida posible. Pude ir al
monumento/tumba de Atatürk, el omnipresente fundador de la Turquía
moderna, y una figura que sigue siendo incuestionablemente una parte
muy importante de la identidad del país. Aunque es un poco
chocante de primera entrada ver el grado al que llega el culto de
personalidad de Atatürk, pues la verdad creo que resulta es su gran
mayoría benévolo, y supongo que ayuda de cierta manera a que la
gente se siente orgullosa de su país y su(s) fundador(es). Luego de
esta visita, mi idea era ir a al Museo de Civilizaciones Anatólicas,
pero como suele sucederme, por tratar de ahorrar en taxis o
transporte público, terminé perdiéndome y perdí una cantidad
considerable de tiempo. Finalmente me di por vencido y me fui en
taxi al museo, donde hice una visita bastante rápida, para luego ir
a explorar un poco la parte más antigua de Ankara, que llaman
citadel, y tomar algunas fotografías de la vista de la
ciudad. Apresurado, volví al hostal por mi bulto y me fui volado a
la otogar, donde compré el primer boleto que pude hacia
Göreme, uno de los pueblos más turísticos de la región de
Capadocia. Acá cabe destacar una anécdota bastante graciosa que me
sucedió cuando traté de comprar un SIM prepago turco, pues el que
tenía, que había comprado en Francia hacía un par de semanas, ya
se iba quedando sin fondos (cabe destacar también que en Turquía
estas estaciones de buses son como malls, hay cafés internet,
restaurantes, tiendas, barberos... casi que de todo, y hay muchas
cosas abiertas aún en la madrugada). Al llegar a donde el tipo que
vendía los SIMs, medio le pregunté en turco si hablaba inglés y su
respuesta fue negativa. No obstante, no se dio por vencido y a
punta de señas, de papeles, y de escribir, me fue explicando las
opciones que tenía para comprar. Yo ahí también me iba
comunicando entre señas, escribir, apuntar, y el mínimo turco que
conocía (al final aprendí un poquitito más, tampoco como que
digan, qué bruto, qué bárbaro, cómo habla turco, pero bueno), y
asombrosamente, fuimos capaces de concretar la transacción y
posteriores pasos de instalación para que todo quedara funcionando
perfectamente, incluso con llamadas internacionales. Luego de esta
pequeña proeza, me monté en el bus, y fui llegando a Capadocia al
filo de la medianoche.
Para esta estadía,
también medio decidí improvisar, pero por bruto, a la hora llegada,
no supe marcar bien el número del hotel/hostal donde pensaba
quedarme, y llegué a la medianoche a un pueblo relativamente
pequeño, en Ramadán, donde el fuerte turístico tampoco es
precisamente la vida nocturna. Alguna gente en la parada de buses
ofreció ayudarme, pero sospeché un poco de sus motivos, y decidí
caminar un rato a ver si encontraba un lugar decente donde quedarme.
Luego de dar una vuelta y no ver nada que me llamara la atención,
decidí entrar a una oficina de información turística, donde
rápidamente me consiguieron una habitación tipo hostal donde pagaba
unos 12 euros la noche. Decidí tomarla como una solución rápida
para ir a descansar, y cualquier cosa al día siguiente me cambiaba,
sólo que no sabía que iba a tener un compañero de habitación que
iba a roncar toda la noche, y nunca pude encontrar los putas tapones
para los oídos que rebusqué entre mi bulto.
Como llegué tarde
y de feria me costó dormir, pues me levanté un poco tarde al otro
día. Fui a desayunar y rápidamente uno de los encargados del lugar
me preguntó que qué planes tenía y que si me interesaban algunos
tours. La verdad si me interesaba un tour, y sabía que la región
es famosa por ser un muy buen lugar para hacer vuelos en globo, sólo
que los precios me parecían prohibitivos para mi presupuesto.
Cuando me ofrecieron un vuelo en globo, inicialmente dije que
simplemente estaba fuera de mi presupuesto, pero no contaba con que
los turcos son realmente buenos vendedores, y me hicieron una oferta
que consideré muy buen (según lo que había leído del precio
promedio de estos vuelos, en todo caso), y antes de que me diera
cuenta había aceptado y hasta había pagado el bendito viaje en
globo. El resto del día no hice gran cosa, me fui a pasear un poco
por el centro del pueblo y luego básicamente esperé a que fuera la
hora de un tour pequeño que había pagado. El tour estuvo bien para
conocer un poco el singular paisaje de la región, realmente es un
lugar con una geografía sumamente interesante. El único problema
del tour es que el guía hablaba más que todo coreano, y el resto
del grupo eran puras coreanas, entonces las traducciones al inglés
para mí a veces como que se quedaban un poco cortas. Al menos el
tour me sirvió para hacer un par de amigas coreanas con las hablé
un rato, y con las que también luego fui a cenar en la noche.
Ahora bien, debo
aclarar que, por varias razones, mi llegada a este lugar me dejó en
un estado de ánimo algo... depre. Me reprimí un montón la
manera poco organizada en la que llegué, dejé mi toalla botada en
Ankara (por segunda vez, ¡perdón Eugenia!), de primera entrada no
me gustó muchísimo el lugar donde me estaba quedando, y bueno,
tenía algunas otras cosas en mi cabeza que me preocupaban. De
repente sentí que el aspecto logístico del viaje me estaba quedando
muy grande y que si seguía así algo malo me iba a pasar o qué sé
yo. Tampoco ayudó el hecho de que en la noche otra vez había un
cabrón que roncaba, y como tenía que levantarme muy temprano, tenía
miedo de usar los tapones y quedarme dormido.
Afortunadamente el
día siguiente fue un completo cambio. Ciertamente tuve que
levantarme muy muy temprano para ir al paseo en globo, pero vaya
que valió la pena. Es algo super turístico, me costó una
cantidad no despreciable de dinero, puede ser muy cliché, pero vaya
que valió la pena. Pocas cosas que han alegrado de una manera
tan... simple, como ver ese montón de globos levantándose poco a
poco, ver los patrones, los colores, el contraste con las locas
figuras del lugar, los valles, las colinas, las chimeneas...
apenas estaba amaneciendo, entonces la luz tenía un particular tono
que iba muy bien con las escalas de colores del terreno. Uno se
sentía como si fuera una burbuja de jabón, vagando sin un destino
muy definido en el cielo, sobre ese lugar que parecía más una
maqueta de algún loco estudiante de arquitectura que un lugar real
sobre la faz de esta tierra. Tomé un montón de fotos, y aunque
algunas me gustaron mucho, no creo haber captado con justicia la
magia de ese corto paseo, que terminó con un brindis con
champán a las 7 de la mañana.
Pero el día no
terminó ahí. Volví al hostal y fui a dormir como por una hora y
resto, pues a eso de las 9:30 iba a tomar otro tour que tomaría todo
el día, y donde nos llevaron a conocer otros puntos bastante
interesantes de la región, como una ciudad subterránea bastante
grande e impresionante, y el llamado Valle Ilhara, donde hicimos un
poco de hiking, que a mi juicio se quedó un poco corto, pero
bueno, era sólo un tramo de unos 3.5km. Una de los últimos puntos
del tour era una especie de monasterio donde con otro par de carajos
que iban al tour nos fuimos a explorar y terminamos haciendo una
especie de rock climbing algo imprudente, pero que valió la
pena por la aventura y por la muy buena vista que logramos desde
bastante arriba. No podría decir que el tour tuvo el mismo impacto
que el vuelo en globo, pero tampoco estuvo mal y por dicha me olvidé
un poco de las estupideces que me habían preocupado el día
anterior. En ese tour, también hice varios amigos, con los que
aproveché para ir por un par de cervecitas en la noche, y ya a la
hora de dormir, esta vez sí pude contrarrestar los ronquidos con mis
fiables tapones.
Para mi último día
en la zona, decidí irme al Göreme Open Air Museum, que bueno, como
lo dice su nombre, es un museo al aire libre, donde se pueden ver
muchas de las cosas interesantes de la región, sobre todo más
iglesias dentro de las formaciones rocosas, y bueno, algunas vistas
bastante interesantes sobre acantilados y valles cercanos. Luego del
recorrido y una corta aventura para tomar algunas fotos, me devolví
al hostal para prepararme, pues me iba en un night bus que
salía a eso de las 8:30 PM con rumbo a Trabzon, una ciudad hacia el
noreste que sería el punto de partida de mi tour por el este de
Turquía.