Ah, Istanbul...
Asia y Europa, el Este y el Oeste se mezclan en una misma ciudad.
Personalmente, Istanbul fue... un ligero golpe de la realidad, una
vuelta de cierta manera al caos de las ciudades que no están
gobernadas por la rigidez y el orden europeos. Fue también una
ciudad que -lamentablemente- sentí que no conocí nada bien, pero
bueno, traté de aprovechar mi tiempo de la mejor manera posible, y
hubo varias circunstancias que me dificultaron la tarea.
El problema comenzó
con el hecho de que a Istanbul llegué luego de no dormir muy bien en
el aeropuerto de Bucarest. Ahí llegué como a las 11:30 PM y mi
vuelo salía a eso de las 7 y resto, entonces tuve que medio tratar
de dormir mientras cuidaba mis cosas, y los asientos como que estaban
maquiavélicamente diseñados para no permitir que la gente se
pudiera dormir cómodamente en ellos. Por supuesto, llegué a la
ciudad muy cansado, y de feria me costó mucho encontrar mi hostal
para la ciudad (pasé perdido como dos horas y media), y bueno, la
verdad es que el primer día casi que me lo pasé descansando las
barbaridades de ese vuelo y de esa manera que tuve que improvisar
para salir de Europa, porque mi tiempo se estaba acabando. Ya en la
noche, pues me dirigí a la plaza Sultanahmet y me impresionaron
muchísimo mis primeras experiencias en un país musulmán. Debo
aclarar que todavía era Ramadán, entonces muchas familias
aprovechaba la noche para salir y hacer picnics ya que podían
aprovechar la noche para comer, en fin, como que en el día la gente
trataba de mantener un perfil bajo, y en la noche la ciudad cobraba
vida de una manera bastante particular.
Para el siguiente
día, esperaba a Leda, la amiga tica que nos alojó muy amablemente
en Holanda, y que había decidido viajar por un buen tiempo por su
cuenta también. Casualmente coincidí con ella en Istanbul,
entonces la esperé, pues llegaba en la tarde, y ya en la noche salí
un poco con ella y vi casi que las mismas cosas que había visto el
día anterior. Luego nos fuimos a tomar algo y nos tocó compartir
una mesa con unos tipos turcos con los que hablamos un poco, y quienes nos dijeron que no aprendían español porque era un idioma muy complicado. Irónico...
Ya con Leda
establecida en la ciudad, al próximo día nos fuimos a conocer un
poco mejor muchas de los lugares más famosos de la ciudad. Primero
fuimos a la llamada Blue
Mosque,
donde Leda tuvo que ajustar un poco su atuendo para poder entrar.
Ahí nos quedamos un rato viendo la impresionante arquitectura de la
mezquita, y además escuchamos un rato a un tipo que hablaba un poco
a los visitantes sobre el Islam. A pesar de mis creencias religiosas
(o más bien falta de), pues resultó interesante ver lo que tenían
que decir al respecto, y de hecho una de las razones para visitar
Turquía (y posteriormente Egipto) era pues conocer un poco mejor la
cultura musulmana, que quizás a veces nos pintan de una manera un
poco extrema de nuestro lado del charco. Posteriormente fuimos a la
famosa Hagia Sophia, donde lamentablemente la entrada era bastante
cara, y aunque es un monumento interesante, se supone que es un
museo, y a mi juicio podría haber un poco más de explicaciones o
qué sé yo, supongo que parte de la idea es que la gente alquile las
guías guiadas que ofrecen. Luego de maravillarnos en este grandioso
edificio, nos fuimos a perder un rato en el famoso Gran Bazar, donde
de momento no caímos en ninguna tentación, aunque aún en mi caso,
que siempre llevo como consigna no comprar un carajo porque luego
tendré que cargarlo por largos meses, debo admitir que el bazar
tiene cierta magia consumista que me hizo querer comprar algunas de
las miles de cosas que se ofrecían en las tiendas por ahí.
Luego
de un merecido descanso nocturno, nuestros siguiente objetivo era el
Palacio Topkapı, un castillo bastante grande que fue por mucho
tiempo el centro del poder del imperio otomano, y donde se pueden ver
muchas cosas realmente sobresalientes (muchas de ellas, como siempre,
no pueden ser fotografiadas), desde impresionantes mosaicos, hasta
joyas reales, y por un precio extra, la sección denominada “harem”,
que a pesar de que creo que juega un poco con el morbo del público,
pues vale la pena para ver las habitaciones un poco más privadas del
palacio. Luego de que nos separáramos por un rato para el almuerzo
(yo insistía en economía, Leda quería comer algo diferente), nos
reencontramos para tomar un paseo en bote por el Bósforo, y fue ahí
donde realmente me di una mejor idea de la magnitud de la ciudad. El
problema es que como estaba hospedado en Sultanahmet, pues entonces
para ir a las atracciones turísticas no tenía que moverme
demasiado, y luego en la noche pues me había dado un poco de pereza
movilizarme. Gracias a este tour vi que realmente Istanbul es una
metrópolis gigante, y me expliqué mejor de donde salía la cifra
esa de 14 millones de habitantes en la ciudad. Gracias al tour este,
pudimos ver algunos otros edificios bastante bonitos, el único
problema es que nos sentamos del lado equivocado del bote, y la guía
del tour como que no se preocupaba mucho por su traducción al inglés
y le daba más importancia al turco. Para remediar el hecho de que
no habíamos salido mucho de Sultanahmet, esa noche decidimos cambiar
de horizontes para la noche, e ir a tomarnos unas birras en las
cercanías de la plaza Taksim, que nos habían recomendado varias
fuentes como para ir a pasar la noche. No buscábamos ir a pegarnos
una fiestototota ni clubs
ni nada así, sólo nos sentamos a conversar de los más diversos
temas con algunas birras... y una música un poco depresiva.
Para
el que sería mi último día en Istanbul, había quedado de reunirme
con Leda para ir a hacer algunas compras en el bazar. Yo pasé por
una agencia de viajes y reservé un tiquete de bus para Ankara, pues
ese mismo día partiría hacia la capital turca, no tanto como
destino final sino como una parada intermedia antes de llegar a
Göreme, en el área de Capadoccia. Por culpa de Leda me sentí algo
culpable y finalmente compré un pequeño souvenir que envié a mi
familia. El único problema que tuvimos fue que nos costó un poco
descifrar que para enviar paquetes teníamos que ir hasta la oficina
de correos central, y al final tuve que correr bastante para lograr
llegar a tiempo hasta la otogar
(estación
de buses) para tomar mi bus hasta Ankara. Esa fue la última vez en
el viaje que tuve algún contacto en persona con alguien de Costa
Rica, me pregunto cuándo será la próxima vez que pase. También
temo por la aberración que será de mi español, porque ahora, a
fuerza de interactuar con españoles y otros extranjeros, que nunca
suelen hablar de Ud., a veces hablo de tú, a veces de vos, y a veces
de Ud. Pido de antemano disculpas a mis compatriotas si esto les da
una sorpresa la próxima vez que hablemos.