La siguiente parada
de nuestro viaje nos llevó hasta España... o al menos eso creíamos.
Resultaría demasiado pretencioso decir que después de cinco días
en Barcelona ahora entiendo un poco más todo el rollo de la identidad de catalana y ese tipo de cosas, pero lo más interesante de esta escala del viaje -me parece- fue que acá como que pudimos conocer un poco más de la historia de la ciudad y sentir un poco esos elementos culturales que hacen que esta ciudad sea única y diferente de todas las demás ciudades de España (aunque lamentablemente no haya ido a ninguna otra).
Bueno, nuestra llegada resultó un poco complicada porque por alguna razón que no recuerdo bien nos perdimos un poco llegando al hostel que habíamos reservado, y duramos como hora y media dando vueltas como idiotas por el sector de Sants. Sólo tras preguntar en un restaurante replanteamos un poco nuestra ubicación y llegamos finalmente al hostal. Como dato curioso y no muy relevante, en Portugal arruiné uno de los dos pantalones que ando, y ocupaba o comprarme uno nuevo o reparar ese. Mi hermana casi que me dijo que preparara el bolsillo para comprar uno nuevo, pero yo me resistía y pensé que tenía que arreglarlo, pero el problema iba a ser hallar una costurera o sastre que hiciera el trabajo. Por esas cosas de la suerte, a la vuelta del hostal nos topamos con "Reparaciones Carla", que cayó como anillo al dedo, y donde fui a dejar el pantalón al lunes siguiente para que lo repararan.
Nuestro hostal seleccionado para esta ciudad resultó una elección buena, era limpio, las camas estaban bien, era bonito, mas le faltaba esa atmósfera que sí había en el de Lisboa, o al menos nosotros no la encontramos por ninguna parte. No obstante, creo que lo más conveniente de este hostal era su cercanía con el Camp Nou, y como llegamos justo en el día de un partido, pues había bastante gente de todos lados que parecía haber llegado al hostal básicamente para ir al partido. Aunque no teníamos entradas y aunque no me considero un fanático del Barça, pues creo que era la oportunidad más a la mano que teníamos para ver un partido en uno de los estadios con más tradición de Europa, entonces decidimos ir a ver si conseguíamos entradas. Al llegar, los revendedores casi se apuñalaban la espalda entre ellos tratando de vendernos entradas, pero como no tenía manera de comprar la legitimidad de los boletos, y como no sabía qué tan buen negocio era, opté por comprar las entradas en la taquilla oficial. Después, entramos al estadio, donde me di cuenta que ese partido iba a ser la despedida de Pep Guardiola, y donde había gente haciendo un filón para dejarle mensajes en una pancarta gigante que tenían. Luego, fue un poco difícil encontrar nuestros asientos en ese laberinto, pero por dicha llegamos a tiempo para el comienzo. Debo admitir que al principio no entendía muy bien el catalán del himno ese del equipo, pues fue bastante impresionante ver como a 95 000 personas ondeando banderas, cantando, aplaudiendo y viviendo esa particular energía que es tan particular de los estadios. El partido pues la pura verdad no fue el mejor que he visto, pero no puedo negar que al menos el resultado de 4 a 0 favoreció para que la gente estuviera bastante emocionada. La parte final de la despedida fue quizás la más emotiva para el público, el Pep se echó su discurso y bueno, todo el estadio respondió bastante bien. De nuevo, no me considero fanático del equipo, pero fue una excelente experiencia de todas maneras, hasta mi hermana que no estaba muy convencida de pagar al principio, salió del estadio con una buena sonrisa y contagiada de la energía del Camp Nou.
Pero bueno, luego de la velada futbolística, al día siguiente volvimos a nuestro trajín turístico, y nos dispusimos a conocer los encantos de Barcelona. Al ser el primer domingo del mes, los museos eran gratis, pero no contábamos con los horarios super tempraneros, que no se llevaron muy bien con que nos levantáramos como a medio día. Pero bueno, remediamos el día yendo a una exposición de comics que nos encontramos, nos paseamos por La Rambla, nos sentamos en Plaça Catalunya, y terminamos tomando un juguito de frutas en Plaça Reial. Los días siguientes procuramos conocer un poco más de la historia de la ciudad, y tomamos un tour guiado (de propina voluntaria) por Ciutat Vella y por las creaciones más representativas de Guadí, el hijo predilecto de la ciudad. Estos dos tours creo que fueron los que nos nos dieron una mejor perspectiva sobre la identidad de la ciudad y su historia, desde ya hace mucho tiempo, hasta a principios del siglo pasado, cuando la ciudad experimentó cierto boom que fue aprovechado por Gaudí para llevar a cabo sus singulares creaciones. Ciertamente sus edificios se ven... particulares por fuera, pero aunque sólo vimos la Sagrada Familia por dentro, pues es ahí donde creo que está verdaderamente el genio y la parte más impresionante de sus obras.
En Barcelona también aprovechamos para pasearnos por parques, y tomamos el sol en Montjuïc, pasamos de comegüebos en Parc Güell, y terminamos el último día relajándonos en el Parc Ciutadella... antes de tener que volver al trajín de pasar por aeropuertos, esta vez para dirigirnos a Italia, no sin pensar un poco si que sería bueno volver alguna vez a España, o mejor dicho quizás, ir algún día.