Vivimos tiempos nuevos, somos las primeras generaciones que experimentamos con la conectividad de los celulares y la tecnología de la que disponemos en dispositivos móviles, pantallas inteligentes, gps, pantallas en aviones, banca electrónica, libros digitales, cursos en línea, atención al público por chat y muchas cosas que día a día tenemos que ir aprendiendo, incorporando y adaptarnos.
Esto en cierta forma es inevitable, es el desarrollo de la "evolución" de la humanidad.
Pero hoy vengo a dejarles una reflexión sobre la necesidad de desconectividad.
Porque parecería ser que no podemos salirnos por un tiempito de redes sociales y whatapp sin avisarle a nuestros contactos... no se vayan a preocupar si no estamos "en línea"... Porque nos vamos de vacaciones y ahí estamos reportando nuestro "descanso" con publicaciones y seguimos muy al pendiente las notificaciones...
Te tomás unos días y la cabeza no para... lo que hiciste el año pasado, lo que no hiciste, lo que TENÉS que hacer este año... ah! pero tengo que disfrutar las vacaciones, y entonces te ponés a hacer todas las cosas que según te distraen... y se cansa tu cuerpo y tu mente... y nada para, porque todos te dicen "disfruta", y te salieron bien caras las vacaciones.
Pufff, de escribir me cansa.
Me encanta el término "parar la pelota" simplemente porque es del lunfardo argentino. Tiene que ver con saber parar la jugada para analizar el próximo pase, mirar el campo de acción y analizar la siguiente jugada inteligentemente.
Parar la pelota te permitirá hacer estrategias, ser más productivo, saber que todo lleva su tiempo y ser parte del proceso desde que te propones algo, hasta que finalmente sucede.
En los últimos años hemos experimentado cambios en nuestra forma de movernos, relacionarnos y trabajar al ritmo acelerado que lo ha echo la tecnología. Todo esto sin experiencia, sin que sepamos cuáles serán las consecuencias o el resultado final en los hábitos de la sociedad. Ahora es tanta la información que nos llega por todos lados, que a veces es difícil saber parar de leer, de mirar o escuchar.
Incluso podríamos llevar este tema al trabajo. Francia hace poco prohibió que se puedan mandar e-mails después del horario de terminada la jornada laboral. Es que no nos damos cuenta, parece una tontería, pero esa notificación en el celular de que llegó un correo relacionado al trabajo, aunque no lo miremos en el momento, pero nos distrae de lo que estábamos haciendo y lo más probables es que no robe unos pensamientos relacionados al mensaje. En definitiva, no deja que nos terminemos de desconectar del trabajo.
Leer un libro en papel, tomar unos mates con amigas, salir a caminar con el perro, tomar una cerveza en un bar con tu persona especial, tomar sol en soledad, tirarse en un parque, tener una cena en familia en casa, son actividades en las que experimentamos inquietud, falta de concentración, incomodidad... porque perdimos la costumbre de disfrutar de las pequeñas cosas, los placeres por su esencia, y que esto sea suficiente. Ahora parece que nada es suficiente, que deberíamos de estar haciendo otra cosa, o que estamos perdiendo el tiempo, o que necesitas más, o que hay que mostrarlo a todos en redes sociales aunque finalmente al único que le importa es a vos.
Y así, como la cabeza no para, puede que empecemos a vivir stress, nervios, ansiedad, incluso hasta ganas de ponernos violentos, porque es lo que nos muestran los medios de comunicación masivos, y porque parecería ser que es de las pocas cosas que recordamos para descargar adrenalina y liberación.
Otro mal de la sociedad actual es querer obtener todo ya, o muy pronto. Casa, auto, hijo, vacaciones fuera del país, zapatos, celulares última generación, restaurantes de moda etc etc. Y corremos como locos trabajando para tenerlo todo, incluso hasta nos endeudamos con el sistema y ya no podemos salir de nuestras obligaciones para poder pagar las deudas.
Por eso amigos, la importancia de tranquilizar la mente y el cuerpo es vital.
Si tienes hijos chiquitos, esto parece casi imposible. Pero no. Deberías ser capaz de pedir ayuda, de tomarte unas horas cada tanto pura y exclusivamente para vos. De creerte merecedora de un momento de calma. No necesitás ir a un spa o un café y comerte esa porción de torta gigante que te dará tranquilidad estomacal, o sea, tampoco está mal, pero seguís consumiendo y metiendo cosas en tu cabeza. Podrías en cambio, llevarte el mate a un parque y contemplar, o no mirar nada, cerrar los ojos y pensar. La primera vez será difícil no pensar, parar la mente. No importa. Lo importante es no tener distractores, como un libro o el celular. Una libreta siempre es una buena compañía porque te permite bajar ideas, conclusiones, momentos de iluminación que si no los plasmas en papel, puede que te olvides.
Y si no tenés hijos o estos ya son más independientes, lo mismo pero más fácil, desconectarte.
Hay muchas formas, hacer terapia con amigas es liberador, hacer deporte, hacer el amor, tirarte panza arriba a “no hacer nada”, cocinar, hacer un retiro de meditación.
En resumen, el mensaje que les quiero dejar hoy, es que las herramientas que nos brinda la tecnología son útiles, pero no debemos de depender de ellas y mucho menos alimentar nuestro ego mostrando nuestras vidas a todo el mundo. Nuestra mente y nuestro cuerpo necesitan descanso. Te lo agradecerán, vivirás más tranquilo, ojalá que más feliz, y probablemente puedas ser más productivo porque sabrás esperar los tiempos naturales de cada cosa.
Esta columna sale todos los domingos en el diario digital “Prensa Pura Digital” y durante la semana compartimos notas de interés en Facebook como: “Slow Food Mercadito” y en Instagram como “@slowfoodmercadito”.