Nuestro siguiente objetivo pasa a ser la cara opuesta de la moneda: el árido desierto que cubre la Danakil depression. Para ello es necesario un largo viaje por carretera desde Debark (región de Amara) hasta Mekele (región de Tigray), desde donde sale la expedición en dos días.No obstante, aconsejados por terceros y con las ganas de que esta transición sea igualmente especial apuntamos a Wurko, ciudad ubicada en plena región de Tigray donde desde hace más de 25 años el padre Ángel Olarán lleva a cabo su misión ayudando a niños huérfanos, ancianos y ,en general, cualquiera que le pida ayuda (por los visto paga todas las radiografías que se hacen en el pueblo).
El viaje, como todos en Etiopía es largo y agotador. Todo son curvas en la carretera, parece un bucle de las “siete revueltas” de la sierra madrileña/segoviana. Es normal pues continuamente ascendemos y descendemos montañas, de la gran cordillera que es Simiens Mountains. Aún así vamos perdiendo altitud y descendemos cerca de 2.000 metros pasando por numerosos pueblos y ciudades del norte del país. Entre ellas, la ciudad de Axum (donde supuestamente se alberga el arca de la alianza) o la ciudad de Adwa conocida por ser donde el emperador Menelik libró la batalla que expulsó a los italianos y dejando Ethiopia como el único país africano que nunca ha sido colonizado. También cruzamos distintos checkpoints pues pasamos a escasos 25km de la frontera con Eritrea y el propio campo de refugiados que alberga más de 30.000 eritreos en la actualidad. Bien entrada la noche, aunque tan solo fueran las siete de la tarde, llegamos a Wurko, donde unos voluntarios nos acogen y dan de cenar en la misión del padre Ángel, donde decidimos hospedarnos durante dos noches (10€pp/día). Llegamos a mesa puesta, pues la cena es justo a las 19.15, y nos alegra ver en la mesa una tortilla de patatas. Comer aunque sea una porción pequeña de tortilla de patatas ya hace que el viaje de 11 horas haya merecido la pena.
Al día siguiente, como si hubiese sido planificado, nos unimos a una excursión que hacen algunos misioneros (es sábado y es día libre para ellos) a las iglesias excavadas en roca de Tigray. Uno de los misioneros me resulta familiar y tras varias preguntas nos damos cuenta que nuestras vidas también se cruzaron el año anterior en Calcuta, durante una fiesta de la embajada de España a las ONG que allí trabajan. Qué pequeño es el mundo a veces.
En la zona de la excursión hay múltiples clusters de iglesias ortodoxas que fueron construidas en lo alto de las montañas supuestamente para no ser encontradas durante la invasión musulmana. Nosotros visitamos dos del cluster de Gheralta, en concreto las de Maryam Korkor y Abuna Yemata Guh. Ambas iglesas se encuentran en lo alto de formaciones rocosas anaranjadas, como las típicas montañas de Lucky Luke. Después de trepar por las rocas, negociar con los diferentes locales que se interponen en nuestro camino, llegas a unos agujeros en las paredes que albergan estos templos, con monjes que los custodian. Es especialmente espectacular el caso de Abuna Yemata, donde hasta 5 hombres de las montañas tuvieron que ayudarnos para escalar las paredes y llegar a la iglesia. Todo este vertiginoso esfuerzo valió la pena por acceder a las iglesias y poder disfrutar de una de las mejores vistas de todo Etiopía.
La gente de la misión, españoles en su mayoría, nos explicaron el trabajo que hacían allí y nos hablan del padre Angel con admiración. Desde luego, ha llevado a cabo un trabajo impresionante con la comunidad más desfavorecida de Wukro durante las últimas décadas. Una pena que nuestros caminos se cruzaran y no pudiéramos conocerle pues se encontraba en España realizando conferencias y recaudando fondos para sus diferentes proyectos. Estaré atento en España para ver la posibilidad de atender alguna de sus conferencias.
Visto y no visto, lo que tenía que ser una rutinaria transición desde lo alto de las Siemen a las puertas del desierto, resultó ser una espectacular y vertiginosa travesía por iglesias que miran al abismo de las montañas de Tigray, acompañados por personas que han decidido abandonar las comodidades del mundo occidental para dedicarse en cuerpo y alma a ayudar a niños sin familia a miles de kilómetros de España.
