Domingo 29 de abril. Una vez ya en Bolivia vía Villazón, viajamos hasta Tupiza porque se nos hacía de noche para llegar a Potosí. El camino fue muy lindo, con montañas de colores brillantes, parecía como si tuvieran oro. También montañas rojas, parecidas a las que habíamos visto en el norte Argentino, pero claro, no iguales. En Tupiza nos alojamos en un hostal más económico que los hostels que habíamos averiguado, y luego saldríamos a hacer cambio ya que en mi caso que traía pesos argentinos me dijeron que donde mejor me hubiera convenido cambiar era en Villazón, luego en Tupiza y en la medida en subía el cambio iba a ser menos beneficioso o directamente difícil de que aceptaran pesos argentinos. Fuimos a un mercado, probamos “Chicha” una bebida fermentada a base de maíz, pero no lo suficientemente fermentada como nosotros queríamos probar (llega a tener alto contenido alcohólico luego de varios días de fermentación). A la noche cenamos en un bar/restaurant temático de rock, con muchas fotos en las paredes y videos de música en un plasma que nos mantuvo mirándolo casi constantemente. Fue muy emocionante encontrar una foto de amigos que conocí en el hostel Portunhol de Florianopolis donde trabajé en el verano 2010-2011.
Lunes 30 de abril. Alfre se fue temprano para Uyuni por un camino que es bastante difícil y que nosotros preferimos no hacer con la V-strom y partimos junto a Sherri para Potosí.
En Potosí buscaríamos a Patrick, un amigo de Sherri, motociclista canadiense. Fuimos a almorzar a un lugar del centro. Luego iríamos al supermercado a comprar snacks para ya quedarnos en el hostel “The koala den” con internet, música, charlas y cerveza. Por cierto, muy recomendado el hostel, cerca del centro, tranquilo, limpio, seguro, camas grandes y buenos colchones, te dan toallas y papel higiénico, 4 computadoras para huéspedes, wi-fi, agua caliente, sala de tv y dvd, cocina bien equipada, comedor, sala comedor con equipo de música, gran patio en refacción que será un área común más donde ahora se puede lavar y colgar ropa; y lo mejor de todo, un súper desayuno que si bien tiene un horario acotado ya que es de 8 a 9:30am, dan 2 variedades de frutas, jugo natural de naranja, licuado de fruta con leche, elección de infusión (té, café, café con leche, té de coca, chocolatada con leche), huevos revueltos, mermelada, manteca, y pan a discreción.
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Martes 1º de mayo. Fuimos a “La casa-museo de la moneda”, de los pocos edificios que quedan de la época en que Potosí brilló en sus veredas, sus casas, palacios, teatros, y cafés recubiertos de plata y oro. El edificio se encuentra en muy buenas condiciones, cuentan con visitas guiadas, y lo que se puede apreciar es muy bueno también, hay ejemplares desde las primeras monedas de 96% de plata que se produjeron para la corona española, hasta las que Bolivia produjo para su nación una vez ya independiente. Actualmente las monedas corrientes, no se producen en Bolivia, ya que resulta más económico importarlas de países como Chile o Canadá.
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A las 1,30pm partimos con el tour hacia las minas del Cerro Rico. Nuestros guías eran mineros o ex mineros. Nos vestimos acorde a la ocasión con casco con luz incorporada, pantalón, camisa y botas impermeables. La primera parada fue en el mercado minero, donde compraríamos regalos para los mineros que luego encontraríamos trabajando. A los mineros les encanta que les regalen dinamita, la cual también uno puede adquirir para uno mismo. Allí también Oscar, nuestro guía, nos daría el tradicional trago, que contiene un 96% de alcohol, un poco para la pachamama, y el resto para nuestro paladar. Desde ahí mascaríamos coca con yusta, que es este preparado que acentúa los efectos de la hoja. De ahí nos fuimos a uno de los recintos de separación de los minerales, donde lo obtienen de manera tal que pueda ser vendido. Y finalmente, entramos en el cerro Rico. Infinitas mezclas de sensaciones en ese lugar lleno de historias, de sacrificios, de almas perdidas y dinero ganado. Apenas en la entrada nos mostraron unos huecos de no más de 2m de ancho por 1m de largo donde antiguamente dormían los esclavos. Durante el recorrido se pasa de tener calor de transpirar, a que al poco tiempo hay corrientes de aire frío. De estar agachados para no chocar nuestras cabezas, a tener que arrastrarnos y acomodar nuestros cuerpos para poder pasar por túneles estrechos. Algunos de esos túneles estrechos habían quedado de la época en que los indígenas explotados por los españoles los hacían para esconder a los enfermos mientras se recuperaban. Nos presentaron a uno de los “tíos” que hay por la montaña, es el dios de la muerte que acompaña a los trabajadores diariamente en su labor diaria, y al cual ellos idolatran y ofrendan para que los proteja y muestre las inacabables riquezas del cerro. Los viernes, que trabajan 24hs para poder tomarse sábado y domingo, van a lo del tío a ofrendarlo con coca, cigarro, alcohol, y de paso allí se congregan los mineros y disfrutan de los mismos placeres: coca, cigarro, alcohol, y conversaciones, claro. Después iríamos a conocer a uno de los mineros que trabaja solo. Él, como el resto, nos contaría que forma parte de la cooperativa, que significa que el actual presidente de Bolivia Evo Morales estatalizó la explotación del cerro, pero el trabajo de cada trabajador es pura y exclusivamente a razón de su voluntad de explotación, sin recibir un sueldo mínimo, ni seguro médico, ni seguro de vida. Por ende, si no extraen nada de mineral para vender, no tienen dinero. No me acurdo exactamente, pero a lo largo de todo el recorrido por las entrañas del cerro que duraría como hora y media, subimos unos 40mts en comparación al nivel de la puerta de entrada, para luego bajar unos 60mts. La infinidad de colores y texturas que vimos dentro de sólo una montaña era deslumbrante, el aire viciado nos haría toser a veces, y nuestras botas serían de gran utilidad cuando pisáramos las vías inundadas de los carritos porque a los costados se empantanarían. Ya fuera del cerro, serían risas y anécdotas en el bus japonés que nos llevó, junto a nuestros guías que nos seguían contando de la cultura de ser minero en Bolivia.
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Esa nochecita nos encontramos con nuestros compañeros de la excursión (un argentino y una japonesa) buscando un lugar económico para cenar, y nos fuimos al mercado donde encontramos la perfecta ecuación de rico, abundante y económico a 8 bolivianos.
Miércoles 2 de mayo. Dejaríamos algunas cosas para viajar más livianos en el hostel, y nos fuimos rumbo a Uyuni. El camino hermoso, con sierras de diferentes tonalidades, llamas con adornos de lana en sus cuellos, orejas y cabeza. Nos encontramos al poco tiempo de haber salido en la carretera con Alfre que venía de Uyuni, intercambiamos cómo nos había ido y seguimos cada uno para su lado. Él ahora iba a Potosí.
La primera parte del camino era pavimentado, nuevo, liso, sin señalización ni pintura, pero en muy buenas condiciones. A partir de ahí encontraríamos un gran despliegue de hombres y maquinarias que siguen la construcción de la carretera que llega hasta Uyuni.
Llegamos a eso de las 6pm, nos alojamos en el Hotel Avenida
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A Gustavo se le ocurrió ir a ver el atardecer con la moto al salar, pero para cuando todavía no habíamos llegado nos dimos cuenta que el camino había sido más largo y complicado de lo que creíamos y nos agarraba la noche por lo que tuvimos que regresar. Cenamos en una pensión (manera de llamar allí a los comedores/restaurantes económicos), comida típica que básicamente consiste en algún tipo de carne con arroz, papa y ensalada. Luego contratamos la excursión que nos llevaría al día siguiente al salar. Tomamos la de sólo un día por cuestión de tiempo. La otra opción es la de 3 o 4 días con opcional a que te dejen como para ir a Atacama en Chile y para lo cual es recomendable hacer los papeles de migración previamente en Uyuni. Te llevan a las lagunas (colorada y verde), donde se pueden encontrar flamingos, el “árbol de piedra”, las islas dentro del salar, e incluye acampar y todas las comidas.
Gustavo todavía estaba con dudas de si tomar la excursión o si podría entrar la moto al salar, pero al día siguiente se daría cuenta de que todavía hay mucha agua en la entrada y no hubiera podido, o hubiera dañado la moto.
Dando una vuelta por Uyuni encontramos el bar a donde había ido mi hermano y nos lo había recomendado mucho. Se llama “Extreme fun pub” y queda a media cuadra del reloj de la plaza del centro. Entramos por el 2x1 del que quedaban 15 minutos. Alfre nos había contado, y ahí vimos las fotos de un concurso que hacen que consiste en tomar 8 tragos diferentes en el menor tiempo posible. Nosotros no quisimos tomar el desafío porque íbamos a quedar muy borrachos, y además porque era muy caro, 200 bolivianos. Así que pedimos nuestro tragos, Gustavo un mojito de coca, y yo un sour de coca, muy buenos. Entre tanto nos entretuvimos viendo las fotos locas que exponen que hace la gente en el salar. Nos sentamos en una sala que está íntegramente hecha de sal, con sus mesas, sillas, el piso lleno de sal. Cuando nos estábamos por ir, Gustavo fue al baño, y a su regreso me comenta que había conocido a unos chicos y si queríamos ir a conversar con ellos. Así que nos pasamos a su mesa. Ellos eran un colombiano que está haciendo un proyecto sobre publicidad con reciclaje, ofreciéndole a diferentes empresas, instituciones o negocios que publiciten mediante reciclaje. Además, acuden a escuelas, hospitales, cárceles a enseñarles a las personas cómo se puede reciclar, y cómo puede pasar a ser una forma de ganarse el pan. En su viaje conoció a un ecuatoriano, y decidieron seguir el proyecto juntos. En Perú conocieron a las dos chicas que los acompañaban, dos suecas que habían estado en Perú haciendo voluntarismo. Nos pusimos a tomar unas cervezas con ellos. Luego comenzamos a bailar, hasta que se acercó el dueño y nos invitó a probar un trago que haría para nosotros y cuatro brasileros que estaban filmando para un documental. El trago no estaba en la carta todavía porque lo estaba testeando. Se llama “trago de mierda”, y consiste en un balde con una bebida marrón, con mucha espuma, y para tomarlo hay que con un shot meter la mano hasta el fondo. El balde, está puesto dentro de un inodoro. Ahora que el grupo se había agrandado (además llegó un boliviano), bailamos, reímos y compartimos hasta las 3 de la mañana. Muy divertida esa noche.
Jueves 3 de mayo. Excursión de 10,30am a 5pm. Iríamos en una camioneta 4x4 un modelo algo viejo, pero no estaba mal. Éramos 7 más el chofer. El salar es hermoso, una de esas maravillas que nos regala la naturaleza, pero, y ojo que esto no le quita mérito al lugar, creo que me habían contado tanto sobre el lugar, había visto fotos de esas locas que crean, de forma tal que mis expectativas eran muy altas y no me deslumbró. Una de las cosas que puede haber influido es que nuestro guía no era bueno; no recuerdo el nombre de la empresa (que por cierto hay como 50 que hacen la misma excursión), pero cuando le preguntábamos información no la sabía, o dudaba, explicaba sólo lo mínimo, no hablaba nada de inglés, a mí no me afecta, pero escuché a unos turistas quejarse de eso, y los australianos que estaban con nosotros leían su guía lonely planet, y, además, sacó los tupper de comida e hizo que nosotros mismos preparáramos el almuerzo (y eso sí, claramente dijo, las mujeres son las que me tienen que ayudar). Volviendo a la excursión, primero pasamos por el cementerio de trenes, que son muchos trenes viejos fuera de servicio traídos de todo el país. Luego fuimos al museo de sal donde hay esculturas hechas con sal, y vender artesanías. Allí compramos títeres de dedo para nuestros sobrinos que enviaríamos por correo postal. Yo compré una cholita para Catalina, y una llama para Guillermo. Y luego ya sí iríamos al salar. La primera parada fue al comienzo, donde hay centímetros de agua y se forma un espejo de agua. También se puede ver las montañas de sal preparadas para ser llevadas, y los camiones cargando y llevando. La siguiente sería en los ojos del salar que son unos agujeros desde donde sale agua muy fría y burbujas emanan. Después llegaría el almuerzo cerca del hotel de sal que actualmente opera pese a la gran contaminación que le produce al salar, pero para pasar a conocerlo hay que consumir del bar, cosa que no hicimos. La comida muy buena, chuletas de llama, quinua, pepino, tomate, quesillo y palta, agua, coca, y de postre, banana. Después una hora libre. Nosotros aprovechamos para hacer la sesión de fotos locas que comúnmente hacen los turistas. Por último fuimos hasta una parte en la que hubo un accidente entre camionetas y aún siguen los restos como forma de homenaje.
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Viernes 4 de mayo. Regresaríamos para Potosí, donde nos esperaba Alfre. Llegamos a eso del mediodía, almorzamos, y luego aprovecharíamos los últimos momentos de sol para hacer city tour caminando recorriendo las muchas iglesias que hay. A algunas pudimos entrar, en una se estaba celebrando una misa, en otra estaban preparando para la ceremonia de un casamiento, pero sino permanecen cerradas por los saqueos a los que han sido sometidas por su oro, plata. Por la nochecita visitamos el teatro municipal que es otra de las pocas cosas que se mantienen de la despampanante época colonial, estaba abierto porque estaban llevando a cabo el acto de un colegio. Alfre había escuchado a una banda que le había gustado mucho y le dijeron que tocarían esa noche por las calles festejando el aniversario del colegio, por lo que nos quedamos aguardando en las tarimas que comenzaran las marchas y los festejos. Pero luego de esperar 2hs en la fría intemperie, nos regresamos al hostel. Después de cenar algo Alfre volvió a ir y ahí sí pudo ver algo pero no tanto como le habían anticipado.
Sábado 6 de mayo. Salimos para Sucre, considerada la capital de Bolivia. El camino fue muy lindo, montañas verdes, ríos. Nos alojamos en un hostal a media cuadra del mercado central, y a unas 3 cuadras de la plaza del centro. Almorzamos y luego fuimos a un mirador desde donde se ve la ciudad y sus cierras. La ciudad blanca como es llamada por sus construcciones pintadas con cal blanca, se encuentra rodeada de montañas. No es muy grande, unos 300.000 habitantes, pero está llena de callecitas empedradas que suben y bajan alumbradas por faroles en las paredes, limpia, y desde lo alto se pueden ver las cúpulas de sus muchas iglesias. Ahí arriba en el mirador también hay una plaza y un museo, pero en ese momento nos quedamos sólo viendo el atardecer.
Lunes 7 de mayo. Nos encontramos con que la ciudad estaba con paro de buses de transporte urbano, era una ciudad peatonal ya que en cada esquina había, uno, dos, tres o hasta cuatro buses impidiendo el tránsito.
Gustavo tenía que hacerle unas cosas a la moto, así que Alfre y yo fuimos a la oficina de turismo. La señora no tenía idea de las direcciones, de los horarios, de los costos, se confundía los puntos cardinales, dudaba, nos decía que era para un lado y luego encontraba en el mapa y nos decía que era para el otro. Finalmente decidimos ir al museo textil donde exponen vestimenta, instrumentos, telares y explican la cultura principalmente de los pueblos indígenas Yampara y Jalq´a. El tercer domingo de marzo en el pueblo de Tarabuco a unos kilómetros de la ciudad, festejan el carnaval con trajes, ofrendas y danzas ancestrales como el Ayarichi donde todo tiene un significado. Es muy famoso en la zona y acuden muchos turistas a conocer este carnaval. En el museo hay una mujer tejiendo telar y se pueden adquirir telares de muy buenos diseños y calidad. Al mediodía almorzamos en el mercado central un menú familiar económico, consistentes en sopa, elección de segundo (plato principal), y a veces postre y/o hasta bebida a un precio módico. Luego hicimos una siesta y por la tarde Alfre quiso ir al museo que quedaba en el mirador al que habíamos ido el día anterior, pero cuando llegó estaba cerrado porque le habían informado mal el horario. A la tardecita fuimos a un parque que tiene representaciones de la torre Eiffel y el arco del triunfo. Por la noche quisimos ir a un concierto de cámara gratuito pero nos perdimos, llegamos tarde, y para cuando llegamos la función ya había comenzado a sala llena. Esa noche nos quedamos en la cocina del hostal conversando con una pareja de una mexicana y un francés que habíamos conocido en Potosí.
Martes 8 de mayo. Alfre se fue caminando hasta un castillo que queda en las afueras de la ciudad, a Gustavo y a mí se nos hizo tarde para ir porque cortan al mediodía para almorzar, con lo que nos fuimos a conocer el mercado campesino. Allí almorzamos menú por 10 bolivianos, siestita, y para cuando quisimos ir al Museo casa de la libertad no pudimos porque justo ese día cerraban antes y no respetaban el horario que nos habíamos molestado en averiguar por la mañana. A la tarde volvimos a ir al parque de la torre Eiffel a tomar unos mates y leer. A la noche Alfre y yo fuimos a ver la película “El ascensor” en un ciclo de cine Boliviano gratuito.
Miércoles 9 de mayo. Salimos para Santa Cruz. El camino es bellísimo, montañas, verdes, cultivos, llamas. Paramos a almorzar en un pueblito encantador y luego seguiríamos por camino de tierra y empedrado. La flora fue cambiando y se fue convirtiendo cada vez más selvática, húmeda, abundante y de aromas fuertes. En una parte en que la tierra estaba muy suelta Gustavo y yo nos caímos, pero no fue nada porque veníamos muy despacio. El atardecer a esas alturas fue hermoso, una mezcla de colores rosados, naranjas, pero con el atardecer junto nos agarraría el anochecer en caminos muy empedrados, empinados, estrechos, y con precipicios. Pero teníamos que llegar a destino. Porque ni siquiera había lugar para la carpa al costado del camino de lo empinado que era. Finalmente llegamos con el último claro en el horizonte y nos alojamos. Con frío y hambre nos fuimos a cenar. No nos pudimos bañar porque no había agua caliente.
Jueves 10 de mayo. Salimos para La Higuera, poblado donde en sus cercanías hirieron y atraparon a Ernesto Che Guevara. Primero fuimos al pueblo, ahí hay una plaza con monumentos, bustos y grafitis conmemorando al comandante. Luego iríamos a lo que en ese momento era la escuela donde estuvo apresado hasta el momento de su ejecución el 9 de octubre de 1972. Por último queríamos ir al lugar preciso en la selva en el que fue capturado. No nos fue fácil encontrar el sendero, quisimos ir por uno por el cual no se pasaba por propiedad privada, pero no lo encontramos, así que en puntas de pie nos metimos por el sendero privado. Para esas horas del mediodía el sol y el calor se hacían sentir, habíamos llevado muy poca agua, y el camino era arduo. No pudimos o no quisimos llegar hasta el punto mismo donde cayó porque no estábamos seguros de estar en el camino correcto y no quisimos arriesgar a perdernos. Pero sí pasamos por 2 de las 3 estrellas que están hechas en piedra en el piso recordando la memoria del Che. La subida era súper exigente, transpirábamos, mascábamos coca, a falta de agua y a causa del calor. Casi al final me topé con una casa y resultó ser la casa de quien debería de haber sido nuestro guía. Lamentablemente no recuerdo el nombre del señor, pero es el dueño del terreno donde cayó herido el comandante, y nos relató lo que se vivía en esa época, ya que él tenía 6 años cuando ocurrió. Había visto al Che cuando en la tarde del 8 de octubre de 1972 se lo llevaban con su pelo largo que luego sería cortado para matarlo con dignidad.
Volvimos al hostal a buscar las cosas, y decidimos continuar hasta Vallegrande, que es a donde llevaron el cuerpo ya muerto del Che para ser examinado y mostrar al mundo mediante fotografías su hazaña. Nos alojamos en un hostal frente a la plaza, económico pero los colchones era de papel.
Viernes 11 de mayo. Visitamos la lavandería del hospital donde en su momento fue puesto el cuerpo ya sin vida del Che para fotografiarlo, la morgue donde le cortaron las manos, y el mausoleo que fue construido donde a 25 años de su muerte fueron encontrados sus huesos por la confesión de un militar que en una entrevista consideró que ya era hora de dar a conocer. Así fue como en 1997 se hicieron arduas excavaciones hasta dar con los huesos del Che y de 7 guerrilleros mas. Una vez confirmada la identidad, los huesos fueron enviados a Cuba donde hoy residen, y se construyó el mausoleo donde hay fotos de su vida y criptas con los nombres de las bajas guerrilleras por esos días.
Cerca de las 10 de la mañana salimos para Cochabamba, sabíamos que sería una jornada larga, pero nuevamente los paisajes hicieron valer la pena. Las fotos no reflejan ni por casualidad eso que mis ojos tuvieron el privilegio de ver. En una parte nos adentramos en las nubes, no se veía mucho, y hacía mucho frío, era el mediodía pero ahí la luz del sol no entraba, íbamos a 20km. La vegetación, por la humedad permanente del lugar, selvática. Almorzamos en un pueblo de camino, y como a las 16hs volvimos a entrar en nubes, pero esta vez llovía algo, así que tuvimos que parar a ponernos impermeables y los abrigos porque el frío ya se hacía sentir más que al mediodía. A Cochabamba llegamos como a las 6pm cuando ya es casi de noche. Nos alojamos guiados por la crítica de Lonely Planet en un hostal cerca de la terminal de ómnibus, y la crítica reflejaba exactamente lo que era. El lugar era lindo, con un patio con plantas y mesas, pero el barrio no inspiraba confianza, sobre todo a la noche. La noche que llegamos salimos a cenar y en la esquina del hostal vimos como a 7 chicos aspirando pegamento. Eran las 8,30pm, así que cenamos rápido y nos volvimos al hostal con precaución.
Sábado 12 de mayo. Visitamos la plaza principal, y de ahí nos fuimos al Cristo de la Concordia, que es más alto que el de Río de Janeiro. Desde allí se puede ver la ciudad en 360º. Después quisimos ir a la ex residencia de Patiño que en el apogeo de la extracción de plata en las minas de Potosí y otras llegó a ser el hombre más rico del mundo. Actualmente funciona como centro pedagógico y cultural. Para cuando llegamos estaba cerrando y no abría hasta el día siguiente que nos íbamos. Almorzamos menú familiar económico. A la noche salimos a tomar una cerveza a un bar, y luego en otro nos entusiasmamos con la jarra de caipirinha. Por la noche con las calles vacías desde el taxi quedaban los restos de basura esparcidos por todos lados.
Domingo 13 de mayo. Salimos para La Paz, también sería largo ya que si bien no son tantos kilómetros (450km), el camino va subiendo con curvas. Llegamos a eso de las 7pm, la última hora el tráfico se hizo muy lento por la gran cantidad de vehículos entrando, muchos mini buses con campesinos que llegan desde el interior a vender sus productos durante la semana. Y también, mucho viento y frío. De mal humor por el frío buscamos alojamiento. No nos ubicábamos en los mapas, y la zona nos resultaba no muy linda. Pero resultó ser que estábamos, y finalmente nos alojamos en la calle Sagarnaga del barrio más turístico.
Lunes 14 de mayo. Hicimos un recorrido a pie que sugiere Lonely Planet como para hacer un reconocimiento de la ciudad por sus mercados, iglesias, museos, peatonales, hasta llegar a la plaza principal. Dentro del recorrido una de las cosas que más me gustó fue el mercado de las brujas donde venden todo tipo de objetos, pociones para realizar ritos. También venden artesanías, instrumentos musicales, telares, pinturas. Por la tardecita fuimos al mirador Laikakota, pero si bien estaba cerrada la entrada, pudimos divisar la montaña Illimani y pasear por unas pasarelas a través de las cuales se accede al mirador. Por último fuimos a un café muy lindo estilo antique con muchas antigüedades.
Martes 15 de mayo. Tranquilo de descanso, sólo pasear por las calles del barrio a la mañana, almorzar, siesta, conocer el barrio de los museos pero no entrar, ir a un café, hamburguesas en la calle, hablar por celular con mis papás que nos llamaron, y cerveza en un bar.
Miércoles 16 de mayo. Alfre se fue porque quería hacerlo un poco más rápido que nosotros. Con Gustavo tuvimos intenciones de ir a las ruinas de Tiwanaku que son las ruinas arqueológicas más importantes de Bolivia pero cuando llegamos nos dimos cuenta de que la entrada era más cara de lo que pensábamos ($80 bolivianos cada uno + $80 el guía), y como no teníamos suficiente dinero no pudimos hacerlas. Almorzamos menú frente a la plaza, luego nos tiramos a descansar en un banco de la plaza mirando la vida de esa pequeña comunidad, y emprendimos el regreso. Como a las 4pm pasamos por un mirador hermoso desde donde se divisa toda la ciudad de La Paz, El Alto, y la cordillera real, algo en broma dijimos de quedarnos a ver el atardecer que aún faltaban dos horas, y como quien dice la cosa el tiempo fue pasando y pudimos apreciar un hermoso atardecer. Claro, luego regresamos con frío a La Paz. Esa noche nos dimos un gusto y cenamos en un restaurant de cocina oriental, pedimos comida Tailandesa riquísima, y nos fuimos a dormir con la panza llena y una sonrisa en la cara.
Jueves 17 de mayo. Fuimos hasta Coroico, de camino quedaba hacer "El camino de la muerte". Al comienzo asusta un poco porque las nubes están muy bajas y la visibilidad se reduce bastante, pero con precaución no es peligroso. Además desde que construyeron la carretera asfaltada el tránsito es mucho menor, en todo caso hay que tener cuidado con los ciclistas turistas que hacen la excursión, pero por suerte nosotros como pasamos luego del mediodía ya casi no nos cruzamos gente. El camino es hermoso, verde, mucha vegetación, cascadas, riscos, y luego la flora cambia a medida que nos íbamos acercando a Coroico convirtiéndose en clima cálido ya que se baja hasta los 1500msnm.
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Al llegar a Coroico averiguamos por unos hostales que tienen camping ya que con su microclima cálido podríamos usar por primera vez la carpa de Gustavo (las otras veces habíamos usado la de Alfre que cabíamos los tres) y economizar. Dimos con el hostal Sol y Luna, muy buen lugar, un poco alejado del centro, pero justamente eso es lo que lo hace especial porque es puro bosque, pura vista, puro aire puro, silencio, sol, verde por doquier.
Muchos servicios a disposición del huésped, juegos de mesa, 2 piscinas, lugar de meditación, parque para niños, cabañas, habitaciones, camping, restaurant, biblioteca en varios idiomas, carpetas con info útil sobre excursiones y lugares.
Nosotros hicimos camping, y había fogón con banquitos, una palapa con una mesa, baño y ducha exclusivos del camping.
http://www.tripadvisor.com.ar/ShowUserReviews-g303186-d1427311-r130303099-Hostal_Sol_y_Luna-Coroico.html
Yendo hacia el hostal Gustavo agarró mal una curva, donde no pudo hacer pie, y nos caímos. No nos hicimos nada porque saltamos de la moto e íbamos a muy baja velocidad. Lo difícil fue llegar con la moto hasta el hostal ya que como el camino está muy recubierto de árboles y casi no da el sol, se arma mucho barro y sumado a eso hay camino de piedras que se ponen muy resbalosas.
Armamos la carpa, cenamos en el restaurant del hostal, y a dormir.
Viernes 18 de mayo. Amaneció lloviendo. Decidimos hacer la caminata hasta la cima del cerro Uchumachi, que según nos dijeron es sagrado para los lugareños. Previo desayuno en el mercado local y jugo natural de zanahoria en la calle, emprendimos la dura subida de 2hs. Si bien la altura sobre el nivel del mar no es mucha, se hizo sentir. Se pasa por 2 bosques hasta llegar a la cima donde hay un tercer bosque que tiene un colchón de hojas secas y mojadas, y árboles con raíces enormes y lianas. Es hermoso y vale la pena verlo y sentirlo.
Con calor al regresar al hostal nos metimos en la piscina, pero igual el agua estaba bastante fría. Sirvió para tomar sol en bikini después de mucho tiempo. Por la noche hicimos un asado en el fogón del área de camping, nos salió algo crudo pero lo comimos muy contentos igual.
Sábado 19 de mayo. Nos despertamos y llovía. Dudamos de si podríamos hacer alguna caminata, volvimos a mirar la guía de caminatas que tienen en el hostal y decidimos que haríamos la de las 3 cascadas. Mientras esperábamos que se despejara fuimos al pueblo a desayunar. Pero como estábamos cansados y nos enteramos que también se podía llegar en bus decidimos tomarnos uno. Fuimos hasta la tercer cascada, y de ahí bajamos caminando hasta la segunda y luego la primera. Y ahí nos tomamos otro bus de regreso. Almorzamos en la plaza y nos volvimos al hostal. Pasamos el resto del día subiendo fotos, escribiendo y mirando una serie que seguimos por internet.
Domingo 20 de mayo. Amaneció otra vez lloviendo. Estábamos en duda entre irnos o no por cómo sacaríamos la moto para que no se vuelva a caer. Pero decidimos que nos iríamos. En la bajada Gustavo me pidió que le filmara la que según él sería caída asegurada, pero en cuanto quise hacerlo me di cuenta de que no tenía puestas las pilas, fue en ese momento en que Gustavo que venía solo en la moto se cayó. Por suerte no se hizo nada. Hicimos la ruta de regreso hacia La Paz para tomar hacia Copacabana. Estuvo bueno que para entrar a la península donde está Copacabana tuvimos que cruzar en una balsa. A Copacabana llegamos a eso de las 6pm y nos alojamos en el hostal Sonia.
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Reservamos ahí mismo para al día siguiente hacer la excursión a la Isla del Sol y compramos para cocinar spaghetti con verduras. Mientras cocinábamos conocimos a tres uruguayos buena onda.
Lunes 21 de mayo. La salida del catamarán es a las 08:30am. Como no había más lugar nos sentamos en el piso en la parte de arriba. El viaje es de 2hs de ida y 2hs de vuelta por el lago Titikaka, uno de los lagos a mayor altitud del mundo. A la ida se nubló y se puso muy frío. Al llegar compramos el ticket y fuimos a ver las ruinas que están al norte de la isla y unos miradores muy bonitos. Luego para ir hasta el sur de la isla que es desde donde sale el catamarán para la vuelta a las 3:30pm hay que cruzar la isla caminando 3hs. En el medio cobran 2 veces un tipo de peaje por pasar (lo cual no informan previamente), y además no pudimos hacer otras ruinas que hay porque nadie nos informó y tampoco está señalizado (además de que no nos hubiera alcanzado el tiempo). Con el frío que habíamos pasado a la ida, a la vuelta fuimos en la parte de abajo. Para quien quiera es muy recomendable hacer camping en la isla. Nosotros no sabíamos que se podía así que quedó para la próxima.
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Al llegar de regreso a Copacabana fuimos al festejo que había por el día de la madre donde los locales estaban comiendo, tomando, bailando. Y con hambre comimos con los últimos rayos de sol frente al lago Titicaka una rica trucha.