Vamos a cualquier tiendita de barrio o gran supermercado y lo primero que aparece son carteles impresos a color con letras grandes anunciando gaseosas, golosinas o snacks nada saludables.
Entramos a la tienda y lo que está más a la mano es lo mismo.
Prendemos cualquier dispositivo electrónico (radio, televisión, celular, computadora, tablet) y vuelven a aparecer los mismos productos y las mismas marcas…
Hablo con alguien que trabaja en una empresa distribuidora de esos productos y me habla sobre cómo los capacitan y “presionan” para que a los productos alimenticios que distribuyen les asignen un lugar donde puedan ser fácilmente visibles y tomados para su compra. Y además me habla del discurso que les enseñan para que convenzan a los encargados del negocio de la ubicación de los mismos.
Entonces me permito reflexionar sobre toda esta imposición de productos de segunda o tercera necesidad…y empiezo a conectar esos grandes grupos alimenticios con su presencia en nuestra mesa, o incluso en nuestra boca, porque muchos de ellos no son para compartir y cocinar, sino que son para matar esos ataques de hambre o antojo que sentimos… ¿producto del hambre o de la necesidad que nos crean por consumir lo que nos ofrecen?
Pensemos juntos en la época navideña que ya pronto casi llega… ¿cuál es la primera propaganda que se nos viene a la cabeza?...
Probablemente hayas pensado en una gaseosa que vende el concepto de alegría. Con eso nos damos cuenta del marketing que tienen los productos que no necesitamos, y hasta qué punto nos machacan con publicidad para que la tengamos tan incorporada.
Y como el ejemplo de la navidad, podemos encontrar un montón de “momentos” que intentan hacernos asociar con el producto que debe de consumirse ahí.
Ahora pensemos en qué sucedería si las frutas y las verduras tuvieran toda esa estructura de difusión, no asociada a una marca, sino a productores o simplemente a recetas y conocimiento de sus propiedades nutricionales y alimenticias…
Me permito imaginar tiendas con lugares privilegiados para frutas, verduras, frutos secos, semillas, cereales, jugos naturales, barras de cereal caseras y muchos más snacks saludables. Incluso me permito visualizar yogures y panes artesanales.
Y también juego con los personajes que producen y reparten el producto. Creo que en algunos casos serán emprendedores que hacen toda la cadena del producto, y habrá quienes tienen socios o empleados. Imagino cada historia detrás de ese emprendimiento y creo que quizás al igual que yo son gente que si bien a veces se encuentra apretada económicamente, hace lo que le gusta y es feliz haciéndolo.
Fantaseo con que cada vez haya más mercados en las calles, ferias, tianguis, bazares, etc, en fin, lugares en donde pequeños productores, comercializadores y artesanos se reúnan para llegar al consumidor final.
Blogs, revistas, canales y programas de televisión, internet y radio hablando sobre todos estos emprendedores que hacen las cosas con amor y calidad.
Podemos llevar una alimentación más sana y que beneficie a muchas personas y no sólo a grandes marcas con mucho dinero y pocos dueños.
Por eso es tan importante que si podés ayudes a alguien que está haciendo algo por su cuenta. Y ojo, no es sólo comprándole, sino diciéndole a tus conocidos por boca en boca o compartiendo en redes sociales.
Y así, como ya se viene dando desde hace varios años, cada vez habrá más gente jugándoselas por lo que le gusta… creando productos únicos.
Entonces ahora volvamos a entrar a la misma tienda llena con carteles de marcas de segunda o tercera necesidad, pero ahora imaginemos que tienen carteles o pizarrones con recetas, la historia del productor, la responsabilidad social, las propiedades nutricionales del alimento o hasta sorteos para ir a conocer el lugar donde se siembran y cosechan los alimentos que llegan hasta vos. O incluso, voluntariados para ir a trabajar un tiempo produciendo, aprendiendo a cuidar de los alimentos para que ellos nos nutran.
Pronto ampliaremos el tema de la posibilidad de hacer voluntariado en todo el mundo.
Ahora los dejo reflexionando sobre todo lo que podemos cambiar en nuestros hábitos de consumo y la responsabilidad que tenemos como consumidores de a quién apoyamos. A lo mejor algún día ya no existan grandes marcas que hacen que todas las tiendas sean iguales con sus grandes carteles tratando de vendernos algo.
Estamos en un buen momento en el que estamos cambiando muchas formas de relacionarnos y hay grandes posibilidades de crear servicios y productos nuevos e innovadores.
La creatividad es infinita así que cada quien sabrá cómo darle ese toque especial para vivir de lo que produce…
