Lunes 17 de septiembre. Entramos por el puerto fronterizo de ciudad Cuauhtemoc cerca del mediodía. Gustavo pensaba que le podían llegar a decir algo porque hacía casi 2 años que la moto había salido de México, pero por suerte nada. En cuanto a mí me dieron la visa sin problemas por 90 días. Rodamos hasta el pintoresco San Cristobal de las Casas en el estado de Chiapas parando pocas veces. Llegamos a las 6pm algo cansados y con hambre y en la plaza principal Gus reconoció la moto de la pareja de viajeros argentina-australiano que nos habíamos cruzado en Salento (Colombia). Paramos a conversar con ellos un ratito y después fuimos a buscar alojamiento. Pasamos por varios hasta que dimos con un hostel a pocas cuadras del centro que por estar recientemente inaugurado tenía buena tarifa y servicios. Nos instalamos y fuimos a comer unos tacos a un lugar que Gus conocía y estaban riquísimos !! Realmente los dos estábamos muy emocionados de estar en tierra mexicana nuevamente. Después paseamos por las calles del centro y regresamos al hostel a descansar.
Martes 18 de septiembre. Me desperté temprano, le pregunté al recepcionista donde quedaba el mercado y fui a comprar las cosas del desayuno. Después de desayunar salimos a recorrer unas iglesias y mercados de artesanos tomando fotos porque se encuentran inspiraciones a cada paso. Gus quiso ir para un lado y yo para otro y así fui como di con un artesano de San Luis Potosí que vendía anillos de piedras. Estuve con él platicando un rato y se me antojó uno de sus anillos con turquesa, rosa amatista y aventurina (en especial me gustó esta porque tiene muchos brillos). Nos encontramos con Gus en la plaza principal y visitamos un café del movimiento zapatista. Almorzamos en el hostel. Por la tardecita dimos con un centro cultural donde dieron un cortometraje sobre el movimiento zapatista. Y después nos quedamos tomando unas cervezas ahí mismo.
Miércoles 19 de septiembre. Salimos hacia Oaxaca. Eran muchos kilómetros por lo que salimos temprano y nos esperaba “La ventosa”, un tramo de carretera en la cual hay ráfagas de viento muy fuertes especialmente en ciertas épocas del año. Por suerte nosotros pasamos en una en la que si bien se sienten y hay que inclinar la moto para hacer resistencia, no son imposibles. Hay ocasiones en que por los vientos no se puede circular y esto también corre para carros y trailers. Aprovechando este recurso natural la empresa nacional de energía eléctrica ha instalado un parque eólico generador de electricidad.
Llegamos a Oaxaca a las 7pm. Nos esperaba Matías, motociclista argentino viviendo en México amigo de Gustavo. Nos encontramos con él en la plaza principal y fuimos hasta La Condesa el bar-restaurant donde él trabajaba
http://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g150801-d3396856-r141126209-La_Condesa_Coffee_Bar-Oaxaca_Southern_Mexico.html
Nos invitó de cenar y cervezas mientras conversábamos. Nos presentó a su novia Lucía y llegaron a la reunión unos amigos también motociclistas de Oaxaca. Cuando terminó la velada fuimos hasta la casa donde estaba viviendo. Nos presentó a Rudra un amigo que estaba viviendo esos días con él. Y Matías, Rudra, Gustavo y yo nos quedamos en la terraza tomando un vino, escuchando música, mirando las estrellas y conversando.
Jueves 20 de septiembre. Nos despertamos y fuimos a la terraza donde habíamos estado la noche anterior. Pero con la diferencia de que con la luz del día se podía apreciar en dónde estábamos. La ciudad de Oaxaca está en un valle rodeada de montañas y se encuentra encajonada por dos cordones montañosos. La casa en la que estábamos estaba cuesta arriba de ese ángulo que digo encajonaba a la ciudad, y desde allí había una vista increíble. Además, para arriba había unas casas mas y después montaña con bosque. Se veía un pueblito perdido en una montaña de enfrente que a la noche Matías me había mostrado sus luces. Tomamos mates con Rudra y cerca del mediodía tomamos un bus hasta el centro. Fuimos a un mercado y probamos las típicas tlayudas de Oaxaca. Estuvimos recorriendo las calles viendo todo lo que se cruzaba en nuestro camino sin ningún rumbo en especial, y cuando nos cansamos regresamos a la casa a tomar una siesta. Despertamos con los últimos rayos de sol y me apuré a subir a la terraza para ver el atardecer. Arriba estaba Rudra con su ropa de meditación tratando de hacer lo mismo que yo, pero se había nublado y las nubes no permitieron ver el mejor de los atardeceres. Nos cambiamos y fuimos a La Condesa el bar-restaurant donde trabajaba Matías a visitarlo. Nos preparó una pasta integral con verduras riquísima, conversamos con él y Lucía y nos fuimos a la casa a dormir.
Viernes 21 de septiembre. Recibimos al otoño mexicano con un buen asado al estilo argentino y vino. Pero antes en la mañana fuimos con Matías y Lucía a caminar por el bosque que comenzaba después de las casas que estaban en la falda de la montaña. Caminamos por colchones de hojas secas húmedas y debajo encontramos cantidad de hongos silvestres. Desde allí arriba la vista panorámica de la ciudad era aún mejor. Cruzamos un río y volvimos.
El asado lo hizo Matías y el resto hicimos las ensaladas. Desde Salta en Argentina que Alfre mi hermano nos había hecho un asado no habíamos repetido este ritual folclórico magnífico. El toque mexicano lo dieron los nopales. Todo acompañado con exquisito vino tinto. Almorzamos en la sombra del patio de la casa con un día soleado y cálido. Con Gus para hacerla completa se nos antojó postre y fuimos a comprar muffins. Con la fiaca del vino y la comida copiosa quedamos listos para la siesta que se extendió hasta el anochecer.
Sábado 22 de septiembre. El destino final era Orizaba. Pero antes nos faltaba un largo camino por recorrer y cosas por ver. En la ruta 135 kilometro 128 antes de Tehuacán a media mañana yendo arriba de la moto siento que Gustavo movía el manubrio de una manera que nunca antes había hecho, le pregunté si todo estaba bien y me dijo que creía habíamos ponchado una cubierta trasera (pinchado goma). Paró al costado de la carretera y estaba en lo cierto. Nos causó gracias porque parecía como que la Juana no quería culminar el viaje. Gustavo estrenó su kit para parchar cubiertas provisoriamente para casos como este en que uno se encuentra en la carretera a kilómetros de una vulcanizadora. Mientras él se entretenía poniéndole a la cubierta trasera la pasta que se había endurecido bastante, yo me fui a echar una mirada del paisaje. Hicimos videos y fotos de ese momento en que por primera vez en todo el viaje de 15 meses entre ida y vuelta desde México hasta Argentina había ponchado a un día de llegar a destino. Una vez que terminó esperamos unos minutos a ver si perdía y luego continuamos despacio por varios kilómetros por si surgía algún inconveniente.
En la ruta descubriría paisajes únicos, diferentes a todos los que había visto hasta el momento en los países por los que había pasado. No hubiera podido decir que me parecía estar en “tal” lugar. Eso me hizo pensar que efectivamente México es único, diverso y mágico. Vi cactus como el nopal y agave. Eso hizo que tuviéramos que parar a tomar fotos y hasta Gustavo que es mexicano y ya ha pasado varias veces por ahí quisiera entusiasmadamente sacar fotos y recorrer.
Seguimos un rato más arriba de la moto y llegamos a Santiago Matatlan, estado de Oaxaca, capital mundial del mezcal. Paramos a ver una fábrica en donde tenían las máquinas para elaborarlo en forma artesanal y una plantación de agave.
Hicimos otra parada en Santa María del Tule, estado de Oaxaca a conocer un árbol gigante y antiguo. Se trata de un ahuehuete de mas de 2,000 años, grosor de 58 mts, altura de 42 mts, diámetro de 14,05 mts y peso de 636, 107 tons. Nos quedamos conectándonos con su sabiduría ancestral tocando las hojas que traspasaban la reja porque al tronco no se puede acceder porque está cercado y seguimos.
Llegamos a Orizaba y fuimos hasta la casa de James porque no nos podíamos comunicar por teléfono. James es amigo de Gustavo desde hace unos años porque los une la pasión por las motos y se han visto en varias ocasiones. En 2011 fuimos Gustavo y yo a visitarlo antes de encontrarnos con el grupo de motociclistas Touaregs
www.motoviajero.com
para rodar por Zongolica. Lo primero que hicieron fue reírse de cómo Gustavo se la había aventado hasta Orizaba con el arreglo provisorio de la cubierta sin haber pasado por una vulcanizadora. James le preguntó a Gustavo si quería ir a una para cambiar la cubierta o hacer ver el arreglo que había hecho, pero Gus no quiso porque según él el arreglo había quedado bien.
Nos alojó en el departamento de un amigo y nos invitó a comer sushi junto a su hijo el menor. Luego fuimos a la casa de su madre donde estaba su hermano Teto y estuvimos hablando de motos y viajes. Luego llegaron la hija de James y una amiga y seguimos conversando todos en el comedor de la casa hasta que nos llevaron al departamento a descansar.
Domingo 23 de septiembre. Última parada Ciudad de México !! Después de 5 meses y medio de haber salido de Argentina. Estuvimos viendo con James en su computador en google maps cómo saltarnos una caseta de peaje, nos regaló unos panes de muerto y partimos (con cubierta trasera con arreglo artesanal por pinchadura). En efecto pudimos saltarnos la caseta. El viaje fue raro, una mezcla de sensaciones entre estar contenta y agradecida por haber podido realizar este viaje, no haberte tenido accidentes graves, ver a la familia de Gustavo. Pero a la vez era intentar asumir que la odisea terminaba, llegábamos al destino final. Los días venideros ya no tendríamos que armar bolsos, desarmar la carpa, amarrar las cosas a la moto y abrirnos a caminos desconocidos.
La cabeza se mantuvo ocupada, miles de imágenes pasaron por mi mente de momentos vividos a lo largo del viaje. Luego Gustavo me diría que a él le pasó algo muy parecido.
Pasamos por un cráter que James nos había dicho valía la pena parar. Y nuevamente nuestro amigo conocedor de su zona tenía razón. Era un cráter enorme, no sabría decir de que dimensiones, pero las suficientes como para dejarnos varios minutos mirándolo.
Sobre todo la parte desde donde comienza el gran conurbano de la ciudad de México se me hizo extremadamente larga. Mas allá de que fueron como 2hs por el tráfico y los semáforos, la ansiedad de estar ahí pero no haber llegado a la casa de Enrique y Maru los papás de Gustavo se hizo sentir.
Unas cuadras antes del gran final comencé a filmar. Después de casi 2 años de haber salido la Juana (la moto) llevando a Gustavo “X los caminos del sur”, había vuelto con una pasajera más que conoció en Brasil y subió en Argentina. Al parar la moto frente a la casa de los papás de Gustavo, tocó bocina y sus papas y su hermano Eduardo salieron al encuentro. Todo era emoción y alegría, HABÍAMOS LLEGADO A MÉXICO
Lo que tocaría de ahora en mas sería buscar trabajo, instalarnos en un lugar fijo, hacer rutinariamente las mismas cosas, los mismos recorridos, ver a la misma gente, tener conversaciones similares, en fin, una vida organizada. Por eso, como aventuremos que somos, con Gustavo coincidimos en que no sabemos hasta cuando podamos estar adaptados al molde. Por ahora, lo que sigue es trabajar para ahorrar y escaparnos los fines de semana hasta que podamos concretar otra aventura de esas que nacen como sueños idílicos.
Quiero agradecer a nuestras familias siempre incondicionales, a los amigos que siguieron el viaje, a los amigos viejos y los nuevos que nos alojaron en su casa o nos dieron de comer, a la gente que nunca sabré quienes eran que nos dieron indicaciones en el camino con buenas intenciones, a los viajeros que este viaje nos ha cruzado y con quienes seguiremos en contacto; y a la majestuosa MADRE TIERRA que nos acogió en sus caminos y nos mostró su belleza y su crudeza.
Entramos por el puerto fronterizo de ciudad Cuauhtemoc cerca del mediodía. Gustavo pensaba que le podían llegar a decir algo porque hacía casi 2 años que la moto había salido de México, pero por suerte nada. En cuanto a mí me dieron la visa sin problemas por 90 días. Rodamos hasta el pintoresco San Cristobal de las Casas en el estado de Chiapas parando pocas veces. Llegamos a las 6pm algo cansados y con hambre y en la plaza principal Gus reconoció la moto de la pareja de viajeros argentina-australiano que nos habíamos cruzado en Salento (Colombia). Paramos a conversar con ellos un ratito y después fuimos a buscar alojamiento. Pasamos por varios hasta que dimos con un hostel a pocas cuadras del centro que por estar recientemente inaugurado tenía buena tarifa y servicios. Nos instalamos y fuimos a comer unos tacos a un lugar que Gus conocía y estaban riquísimos !! Realmente los dos estábamos muy emocionados de estar en tierra mexicana nuevamente. Después paseamos por las calles del centro y regresamos al hostel a descansar.
Martes 18 de septiembre. Me desperté temprano, le pregunté al recepcionista donde quedaba el mercado y fui a comprar las cosas del desayuno. Después de desayunar salimos a recorrer unas iglesias y mercados de artesanos tomando fotos porque se encuentran inspiraciones a cada paso. Gus quiso ir para un lado y yo para otro y así fui como di con un artesano de San Luis Potosí que vendía anillos de piedras. Estuve con él platicando un rato y se me antojó uno de sus anillos con turquesa, rosa amatista y aventurina (en especial me gustó esta porque tiene muchos brillos). Nos encontramos con Gus en la plaza principal y visitamos un café del movimiento zapatista. Almorzamos en el hostel. Por la tardecita dimos con un centro cultural donde dieron un cortometraje sobre el movimiento zapatista. Y después nos quedamos tomando unas cervezas ahí mismo.
Miércoles 19 de septiembre. Salimos hacia Oaxaca. Eran muchos kilómetros por lo que salimos temprano y nos esperaba “La ventosa”, un tramo de carretera en la cual hay ráfagas de viento muy fuertes especialmente en ciertas épocas del año. Por suerte nosotros pasamos en una en la que si bien se sienten y hay que inclinar la moto para hacer resistencia, no son imposibles. Hay ocasiones en que por los vientos no se puede circular y esto también corre para carros y trailers. Aprovechando este recurso natural la empresa nacional de energía eléctrica ha instalado un parque eólico generador de electricidad.
Llegamos a Oaxaca a las 7pm. Nos esperaba Matías, motociclista argentino viviendo en México amigo de Gustavo. Nos encontramos con él en la plaza principal y fuimos hasta La Condesa el bar-restaurant donde él trabajaba
http://www.tripadvisor.es/ShowUserReviews-g150801-d3396856-r141126209-La_Condesa_Coffee_Bar-Oaxaca_Southern_Mexico.html
Nos invitó de cenar y cervezas mientras conversábamos. Nos presentó a su novia Lucía y llegaron a la reunión unos amigos también motociclistas de Oaxaca. Cuando terminó la velada fuimos hasta la casa donde estaba viviendo. Nos presentó a Rudra un amigo que estaba viviendo esos días con él. Y Matías, Rudra, Gustavo y yo nos quedamos en la terraza tomando un vino, escuchando música, mirando las estrellas y conversando.
Jueves 20 de septiembre. Nos despertamos y fuimos a la terraza donde habíamos estado la noche anterior. Pero con la diferencia de que con la luz del día se podía apreciar en dónde estábamos. La ciudad de Oaxaca está en un valle rodeada de montañas y se encuentra encajonada por dos cordones montañosos. La casa en la que estábamos estaba cuesta arriba de ese ángulo que digo encajonaba a la ciudad, y desde allí había una vista increíble. Además, para arriba había unas casas mas y después montaña con bosque. Se veía un pueblito perdido en una montaña de enfrente que a la noche Matías me había mostrado sus luces. Tomamos mates con Rudra y cerca del mediodía tomamos un bus hasta el centro. Fuimos a un mercado y probamos las típicas tlayudas de Oaxaca. Estuvimos recorriendo las calles viendo todo lo que se cruzaba en nuestro camino sin ningún rumbo en especial, y cuando nos cansamos regresamos a la casa a tomar una siesta. Despertamos con los últimos rayos de sol y me apuré a subir a la terraza para ver el atardecer. Arriba estaba Rudra con su ropa de meditación tratando de hacer lo mismo que yo, pero se había nublado y las nubes no permitieron ver el mejor de los atardeceres. Nos cambiamos y fuimos a La Condesa el bar-restaurant donde trabajaba Matías a visitarlo. Nos preparó una pasta integral con verduras riquísima, conversamos con él y Lucía y nos fuimos a la casa a dormir.
Viernes 21 de septiembre. Recibimos al otoño mexicano con un buen asado al estilo argentino y vino. Pero antes en la mañana fuimos con Matías y Lucía a caminar por el bosque que comenzaba después de las casas que estaban en la falda de la montaña. Caminamos por colchones de hojas secas húmedas y debajo encontramos cantidad de hongos silvestres. Desde allí arriba la vista panorámica de la ciudad era aún mejor. Cruzamos un río y volvimos.
El asado lo hizo Matías y el resto hicimos las ensaladas. Desde Salta en Argentina que Alfre mi hermano nos había hecho un asado no habíamos repetido este ritual folclórico magnífico. El toque mexicano lo dieron los nopales. Todo acompañado con exquisito vino tinto. Almorzamos en la sombra del patio de la casa con un día soleado y cálido. Con Gus para hacerla completa se nos antojó postre y fuimos a comprar muffins. Con la fiaca del vino y la comida copiosa quedamos listos para la siesta que se extendió hasta el anochecer.
Sábado 22 de septiembre. El destino final era Orizaba. Pero antes nos faltaba un largo camino por recorrer y cosas por ver. En la ruta 135 kilometro 128 antes de Tehuacán a media mañana yendo arriba de la moto siento que Gustavo movía el manubrio de una manera que nunca antes había hecho, le pregunté si todo estaba bien y me dijo que creía habíamos ponchado una cubierta trasera (pinchado goma). Paró al costado de la carretera y estaba en lo cierto. Nos causó gracias porque parecía como que la Juana no quería culminar el viaje. Gustavo estrenó su kit para parchar cubiertas provisoriamente para casos como este en que uno se encuentra en la carretera a kilómetros de una vulcanizadora. Mientras él se entretenía poniéndole a la cubierta trasera la pasta que se había endurecido bastante, yo me fui a echar una mirada del paisaje. Hicimos videos y fotos de ese momento en que por primera vez en todo el viaje de 15 meses entre ida y vuelta desde México hasta Argentina había ponchado a un día de llegar a destino. Una vez que terminó esperamos unos minutos a ver si perdía y luego continuamos despacio por varios kilómetros por si surgía algún inconveniente.
En la ruta descubriría paisajes únicos, diferentes a todos los que había visto hasta el momento en los países por los que había pasado. No hubiera podido decir que me parecía estar en “tal” lugar. Eso me hizo pensar que efectivamente México es único, diverso y mágico. Vi cactus como el nopal y agave. Eso hizo que tuviéramos que parar a tomar fotos y hasta Gustavo que es mexicano y ya ha pasado varias veces por ahí quisiera entusiasmadamente sacar fotos y recorrer.
Seguimos un rato más arriba de la moto y llegamos a Santiago Matatlan, estado de Oaxaca, capital mundial del mezcal. Paramos a ver una fábrica en donde tenían las máquinas para elaborarlo en forma artesanal y una plantación de agave.
Hicimos otra parada en Santa María del Tule, estado de Oaxaca a conocer un árbol gigante y antiguo. Se trata de un ahuehuete de mas de 2,000 años, grosor de 58 mts, altura de 42 mts, diámetro de 14,05 mts y peso de 636, 107 tons. Nos quedamos conectándonos con su sabiduría ancestral tocando las hojas que traspasaban la reja porque al tronco no se puede acceder porque está cercado y seguimos.
Llegamos a Orizaba y fuimos hasta la casa de James porque no nos podíamos comunicar por teléfono. James es amigo de Gustavo desde hace unos años porque los une la pasión por las motos y se han visto en varias ocasiones. En 2011 fuimos Gustavo y yo a visitarlo antes de encontrarnos con el grupo de motociclistas Touaregs
www.motoviajero.com
para rodar por Zongolica. Lo primero que hicieron fue reírse de cómo Gustavo se la había aventado hasta Orizaba con el arreglo provisorio de la cubierta sin haber pasado por una vulcanizadora. James le preguntó a Gustavo si quería ir a una para cambiar la cubierta o hacer ver el arreglo que había hecho, pero Gus no quiso porque según él el arreglo había quedado bien.
Nos alojó en el departamento de un amigo y nos invitó a comer sushi junto a su hijo el menor. Luego fuimos a la casa de su madre donde estaba su hermano Teto y estuvimos hablando de motos y viajes. Luego llegaron la hija de James y una amiga y seguimos conversando todos en el comedor de la casa hasta que nos llevaron al departamento a descansar.
Domingo 23 de septiembre. Última parada Ciudad de México !! Después de 5 meses y medio de haber salido de Argentina. Estuvimos viendo con James en su computador en google maps cómo saltarnos una caseta de peaje, nos regaló unos panes de muerto y partimos (con cubierta trasera con arreglo artesanal por pinchadura). En efecto pudimos saltarnos la caseta. El viaje fue raro, una mezcla de sensaciones entre estar contenta y agradecida por haber podido realizar este viaje, no haberte tenido accidentes graves, ver a la familia de Gustavo. Pero a la vez era intentar asumir que la odisea terminaba, llegábamos al destino final. Los días venideros ya no tendríamos que armar bolsos, desarmar la carpa, amarrar las cosas a la moto y abrirnos a caminos desconocidos.
La cabeza se mantuvo ocupada, miles de imágenes pasaron por mi mente de momentos vividos a lo largo del viaje. Luego Gustavo me diría que a él le pasó algo muy parecido.
Pasamos por un cráter que James nos había dicho valía la pena parar. Y nuevamente nuestro amigo conocedor de su zona tenía razón. Era un cráter enorme, no sabría decir de que dimensiones, pero las suficientes como para dejarnos varios minutos mirándolo.
Sobre todo la parte desde donde comienza el gran conurbano de la ciudad de México se me hizo extremadamente larga. Mas allá de que fueron como 2hs por el tráfico y los semáforos, la ansiedad de estar ahí pero no haber llegado a la casa de Enrique y Maru los papás de Gustavo se hizo sentir.
Unas cuadras antes del gran final comencé a filmar. Después de casi 2 años de haber salido la Juana (la moto) llevando a Gustavo “X los caminos del sur”, había vuelto con una pasajera más que conoció en Brasil y subió en Argentina. Al parar la moto frente a la casa de los papás de Gustavo, tocó bocina y sus papas y su hermano Eduardo salieron al encuentro. Todo era emoción y alegría, HABÍAMOS LLEGADO A MÉXICO
Lo que tocaría de ahora en mas sería buscar trabajo, instalarnos en un lugar fijo, hacer rutinariamente las mismas cosas, los mismos recorridos, ver a la misma gente, tener conversaciones similares, en fin, una vida organizada. Por eso, como aventuremos que somos, con Gustavo coincidimos en que no sabemos hasta cuando podamos estar adaptados al molde. Por ahora, lo que sigue es trabajar para ahorrar y escaparnos los fines de semana hasta que podamos concretar otra aventura de esas que nacen como sueños idílicos.
Quiero agradecer a nuestras familias siempre incondicionales, a los amigos que siguieron el viaje, a los amigos viejos y los nuevos que nos alojaron en su casa o nos dieron de comer, a la gente que nunca sabré quienes eran que nos dieron indicaciones en el camino con buenas intenciones, a los viajeros que este viaje nos ha cruzado y con quienes seguiremos en contacto; y a la majestuosa MADRE TIERRA que nos acogió en sus caminos y nos mostró su belleza y su crudeza.