Desde Mui Ne viajamos en minibus hasta Dalat, una ciudad laberíntica y con mucho encanto situada entre las montañas. El paisaje para llegar hasta aquí es hermoso, lleno de verdor y pequeñas cascadas, aunque también lleno de curvas y poco amigable para aquellos de estómagos sensibles al movimiento.
Estar en Dalat es sentir que has salido de Vietnam. No hay arrozales sino hectáreas y hectáreas donde se cultiva la fresa, hay un lago en medio de la ciudad con botes tipo pato gigante donde puedes dar un paseo romántico sobre las aguas pedaleando al lado del amor de tu vida para que el dichoso pato gigante se mueva, y las callejuelas nunca son rectas, sino que dan un montón de curvas inesperadas y nunca sales donde tenías que salir. Por otra parte, el clima es templado, casi llegando a frío, y llueve un montón.
Aquí tuvimos la suerte de que el minibus nos dejara en frente de un hotel con habitaciones casi lujosas para nuestro estándar pagando el mismo precio de siempre. Y en esta habitación fue donde vi el partido de México contra Brasil. Me quedé despierta hasta las tantas de la madrugada para ver el mejor partido de México en el mundial, y quizá uno de los mejores de todos los que mi selección ha jugado en la historia. Dieron las 5am y me dormí con un empate en la boca que sabía a victoria, y desde entonces todos los vietnamitas a los que les decía que soy mexicana me decían "good football" (qué feliz era yo entonces...)
Aparte del partido también vimos otras cosas (aunque no tan emocionantes): las cascadas de Datanla, el llamado "Valle del amor", que es como un parque de atracciones súper famoso para los locales y visitantes, pero que en realidad es un parque grandote bien cuidado con mucho pasto y flores y un lago enorme en medio, repleto de corazones por todos lados: botes de basura con forma de corazón, asientos con un cupido al lado, corazones gigantes para posar y hacer fotos, más barcas con forma de pato gigante, escaleras con un túnel de corazones, kioscos con flechas y corazones, etc., etc., etc.
Visitamos también la Casa Loca, que en realidad es una de las mayores atracciones turísticas de la ciudad (y de las más caras) y que también funciona como hotel. La arquitectura de este edificio es... una locura. No puedo describirlo con palabras, así que tendrán que ver las fotos; sólo puedo decir que era como estar en Alicia en el País de las Maravillas, más o menos.
Aquí también probé mi primer batido de aguacate del sureste asiático, que resultó ser un aguacate machacado dentro de un vaso de plástico con ayuda de un tenedor, tres cucharadas de azúcar y un chorrillo de leche de aproximadamente 5mL. Otras especialidades culinarias (de mucha mejor calidad) fueron los elotes a las brasas con limón y chile y la leche de soya y de elote (maíz tierno para los españoles).
Después de unos cuantos días de descanso del calor, contratamos otro minibus para volver a ir a la playa, a la más famosa del sur de Vietnam: Nha Trang.