Por fin llegaba la hora de hacerle justicia a los 60 dólares del visado para poder entrar a Vietnam pero, tal y como está de moda por estas fronteras, la cosa no iba a ser tan fácil.
Salimos desde Kampot en un minibus y antes de llegar a la frontera nuestro chofer nos dio a todos una hoja en la que se nos preguntaba nuestro grupo sanguíneo, si habíamos tenido fiebre en los últimos días, si habíamos padecido malaria u otras enfermedades contagiosas, entre otros datos. Al llegar a la frontera nos pidió a todos el pasaporte junto con esa hoja. Dado que todo turista debe tramitar previamente su visado, puesto que Vietnam no otorga visa "on arrival", todos pensábamos que simplemente era para hacer más rápido el trámite. El chofer le entregó todos los pasaportes a un "policía" y tuvimos que formarnos frente a la ventanilla donde dicho policía se quedaba con la hoja de datos médicos y le entregaba al encargado de sellar los visados tu pasaporte en cuanto le pagabas dos dólares.
Cuando les pregunté a los de enfrente a santo de qué dábamos los dos dólares, resultó que nadie sabía, ¡nadie había preguntado ni para qué! Simplemente le dicen a la bola de borregos que paguen dinero y pagan, sin preguntar nada!!! ¿Pues cómo no van a seguir timando a todo turista que pasa por esas fronteras si todos son tan tontos? Y venga los disque "polis" a embolsarse 2 dólares por cabeza de las decenas de turistas que pasan todos los días.
Menos mal que nosotros no fuimos los únicos indignados, y un chico suizo que estaba formado detrás de nosotros dijo tajantemente que no pagaría nada. Pues ahí vamos los tres muy dignos a formarnos en frente de la otra ventanilla, donde estaban sellando los visados. Obviamente las cuentas no le cuadraron al primer "poli" y le entregó los tres pasaportes al chofer que se acercó a nuestro grupo para preguntar de quién eran e indicarnos que teníamos que pagar sí o sí. ¿Sí o sí? Antes de decir nosotros nada, ya tenías al suizo plantándole cara al chofer diciéndole que era un robo, una vergüenza y una estafa y quitándole su pasaporte de la mano, y como aquí hay que aprender rápido, más rápida que una gacela que voy y le quito los otros dos pasaportes de la mano.
El chofer pasó del todo sonrisitas a un carotas de primera diciéndonos que pagáramos o que no nos llevaba en el minibus a nuestro destino. ¿Que no? Ahí nos tienes amenazándolo que llamaríamos a su jefe para denunciarlo, que nosotros ya habíamos pagado el boleto de transporte y tenía que llevarnos aunque no quisiera, y que no pagábamos y no pagábamos.
Pues después de la escena y tener a todos los demás pasajeros mirándonos con cara de incrédulos (quizá todavía preguntándose para qué era el dinero que habían pagado), el de migración nos recibió los pasaportes y nos los selló sin decir nada, y en ocasiones como esta hasta te sientes medio héroe sólo porque no pagaste dos míseros dólares, pero la alegría adrenalínica que pasas no tiene precio. La camadería que sentíamos con el suizo duró todo el resto del camino a pesar de que la tensión por la rabieta del chofer se podía cortar con cuchillo, y nos hubiésemos gastado los seis dólares en cerveza si él no hubiese ido a otro destino, pero nosotros no íbamos directos a Ho Chi Minh, sino que primero íbamos a explorar la zona del delta del Mekong.
Nuestra primera parada fue Chau Doc, desde donde teníamos la intención de subir a la montaña "Sam" para ver en la lejanía los sembradíos de arroz de Camboya. Lamentablemente, la subida hasta la cima era bastante pronunciada como para subirla en las bicicletas que alquilamos, y dado que no quisimos pagarles a los motociclistas que se ponen de taxistas para llevar a los turistas, sólo disfrutamos del paseo, de una buena comida a base de rollitos primavera frescos con salsa de cacahuate y chile y yogurt vietnamita congelado como postre, y compramos nuestro billete de autobús para ir al día siguiente a Can Tho.