Si hay un sitio que uno no puede perderse de Laos, ese es el pequeño paraíso de Nong Khiaw: dos pueblos separados por el río Nam Ou y unidos por un único puente, abrazados por un paisaje kárstico que simplemente le provoca fascinación a todo visitante. Este fue el lugar perfecto para reponernos del trekking del norte y de la decepción sufrida en Muang Sing.
No sólo la locación es perfecta, sino que hay varias opciones para comer muuuuuy bien, y el hospedaje es muy barato, la mayoría pequeñas cabañas con su baño, balcón, hamaca y vistas espectaculares. Pero siendo muy honestos, aquí nos dimos un pequeño lujo y por la módica cantidad de 30 euros vivimos como reyes un día, puesto que nos fuimos al hotel más fancy de la zona, que ofrecía cabañas súper grandes e impolutas, regaderas de efecto lluvia, cama con cuatro postes y mosquitera blanca tipo cuento de Aladino, además de un amplio balcón con vistas al río y a las montañas donde disfrutamos una beerlao bien fría recién sacada del minibar sentados en una silla reclinable y donde después disfrutamos de la siesta sobre una colchoneta con almohada incluída. Vamos, el capricho que debe darse cualquier buen mochilero que encuentre una ganga como ésta.
Para rematar con broche de oro, hicimos una ruta de trekking de una hora de ascenso a una montaña con vistas increíbles sobre el pueblo, donde se aprecia el paisaje vecino y el serpenteo del curso del Nam Ou.
Lo único que mancha a este precioso sitio, al que volvería 100 veces más, son las bombas desmanteladas que se pueden encontrar al lado de las aceras o en las entradas de algunos restaurantes y hoteles y que son el recuerdo de la crueldad que vivió este país a manos de los Estados Unidos. Este pobre país fue bombardeado durante nueve años consecutivos por el rey del capitalismo como respuesta al miedo por el "efecto dominó" del socialismo, aún cuando Laos había sido declarado oficialmente como país NEUTRAL en la Guerra de Vietnam. Se calcula que durante esos nueve años no pasaban ni ocho minutos entre un bombardeo aéreo y el siguiente, y de los más de dos millones de toneladas de bombas que fueron arrojados sobre el territorio laosiano, un 30% aún no ha explotado y continúa matando y mutilando a hombres, mujeres y niños en comunidades remotas. Tomará más de cien años encontrar y desmantelar todas las bombas, y este trabajo no lo están haciendo precisamente los estadounidenses... God bless America.