Dado que no quisimos pasar la noche en Ayuthaya puesto que no teníamos mucho más que ver o hacer, tomamos el autobús de las 8pm con rumbo a Sukhothai. Llegamos a la media noche y, para nuestra buena suerte, un conductor de tuk-túk nos ofreció transporte hasta una guesthouse que no tenía mala pinta en las fotos que mostraba y donde, como cereza en el pastel, sólo quedaba disponible una habitación doble con baño privado que nos dejaron a precio regalado. Además, el dueño del hotel nos compró los billetes de autobús a nuestro siguiente destino y nos explicó perfectamente cómo llegar a las ruinas de la antigua Sukhothai y el precio que nos tendrían que cobrar.
Nuevamente alquilamos una bicicleta y paseamos plácidamente por entre los antiguos templos y construcciones de un reino que existió antes que Ayuthaya y fue el primer reino de Siam.
Y ahora sí, hicimos las maletas y estábamos listos para pasar el Songkran (año nuevo tailandés) en uno de los epicentros de la festividad: Chiang Mai.