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Andareguiando

Titikaka, los Uros y Taquile

PERU | Thursday, 13 May 2010 | Views [793]

A las 6 am me recogieron en el hotel, para llevarme al puerto. Allí me montaron en una lancha que han preparado como si fuera un bus, para llevar turistas por el lago. En este viaje quise visitar Titikaka porque nunca olvidaré la pavera que le daba a mi clase cada vez que se mencionaba su nombre. Bueno, era la edad, claro, pero un recuerdo agradable de mi niñez, sea como sea. Titicaca significa puma-piedra, en ese orden. Costeau dijo una vez que el lago tiene forma de puma cazando una viscacha (conejo andino). Bueno, aquí se hace con la naturaleza toda lo que hacemos en nuestra pequeña isla con las nubes, encontrarles formas. Claro que en este caso, todas las formas tienen que ver con algún mito andino, aunque, si lo pensamos mejor, no hay mucho que no tenga que ver con los mitos andinos, de todas maneras.

El Titikaka es el lago navegable más alto del mundo. En el Titikaka se pezcan pejerrey (que ya comí en ceviche) y carachi, ambos pescados muy pequeños, que nos enseñó uno de los uros. Cada barco escoge dos de las islas de los Uros que va a visitar. En la primera le explican a una quienes son y cómo viven. Los uros no son una civilización. Los uros eran las personas más pobres, mientras que los aimaras pagaban impuestos y podían tener tierras. Los uros tenían que vivir en el lago, haciendo sus islas y sus casas de totoro, que es la hierba que crece allí. El totoro les sirve hasta de alimento y de embarcación. Cada isla tiene algunas 8 familias y un tamaño determinado y, en total, son alrededor de 180 personas. Las islas se hacen de las raíces del totoro, que se amarran entre sí y luego se les va echando totoro verde encima, en capas entrecruzadas. Las islas tienen un grosor como de 4 metros. Cada 4 o 5 meses, hay que poner más totoro.  Hay varias de estas islas, y si las familias crecen, hay que hacer nuevas islas para esas otras familias. Tienen una escuela primaria en una de las islas, pero la secundaria tienen que hacerla en Puno. Viven del bordado y la pezca, además de algo de caza.

En la isla, una familia me llevó a su casita y la doña me vistió con su ropa. Ja, tienen que verme con falda. Uno comparte con ellos, claro, para luego venderte algo. Aunque fue de lo más caro que me vendieron, terminé comprando, porque me dio mucha vergüenza saber que algunas personas viven en esas casas e islas mientras otras en el mundo tenemos tanto. Me pasearon en uno de sus botes de totora, hacia otra isla. De allí, salimos hacia Taquile, la isla más grande del lago en el lado peruano, con 1400 habitantes, a una altura de 3808m. Tiene tres puertos, el principal contiene una escalera de más de 500 escalones. Por suerte, la subida al pueblo que queda en el tope de la montaña, la hicimos por otro lado, que contiene un camino con pocos escalones.

El bordado de Taquile es reconocido por la UNESCO. Allí los hombres y mujeres solteros y casadas se distinguen según su sombrero, la faja y el quipu que lleven. En todas estas islas, incluso la de los Uros, ya tienen plantas solares que les dan servicio eléctrico. Finalmente, luego de comer, bajamos la larga escalera hasta el bote.

El lago es impresionante. Si ven un mapa, verán que sólo visité una porción del lago, hasta la isla Taquile, que queda a unas 2 horas de la bahía en Puno. Eso es una pequeña fracción del lago, que se extiende hasta Bolivia. El viaje en bote duró unas 3 horas ida y otras 3 vuelta, hasta Taquile. Aunque se nota la contaminación del lago para el lado de Puno --más por las hierbas que se están apoderando del lago por los desperdicios orgánicos-- una vez lago adentro, e incluso alrededor de Taquile, el agua es muy limpia, cosa que me extrañó por todos los barcos que navegan allí.

Estas sociedades, la de los uros y la de Taquile, no tienen policías ni carros. La misma comunidad es la que establece las normas y escoge las personas que tendrán autoridad para resolver cualquier diferencia entre ellos. En Taquile se hace en asambleas los domingos. Es una comunidad en la que no se respira ni autoridad ni miedo a la represión.

De vuelta en Puno, y ya con el cansancio que me costaba cada vez más combatir, me fui a buscar algo de comer y me lo llevé al hotel. En la noche llovió un poco, aunque no estuvo tan frío como la noche anterior, que bajó como a 30 grados farenheit.

Tags: puno, taquile, titicaca, uros

 

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