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Andareguiando

Hacia Huayna Picchu

PERU | Tuesday, 11 May 2010 | Views [525]

Me levanté a las 3:45 am. Dejé mi maleta con instrucciones de que la llevaran al terminal del tren para mi partida. Llegué al terminal de bus a las 4:15 y ya había un grupo de 30 alemanes esperando. También bajaban otras personas a pie, con claras intenciones de subir hacia MP antes que nadie. Tomé el segundo bus y a las 5:30 me poncharon el ticket frente a la entrada. Hice el 108 del primer grupo, que entra de 7 a 8. A las 6 am abrieron el portón. Caminé por un MP oculto entre nubes y nieblas. Era como si la ciudad fuera parte del cielo. Imagino que así lo habrán sentido sus habitantes. Me dirigí al portón del HP, y esperé. A las 7 abrieron. Hice la 23 en subir esa mañana. Lo sé porque hay que firmar un libro de entrada. El camino comienza bajando el monte y luego cruzando hacia el HP. El camino es empinado. A veces me recordaba las caminatas que dábamos desde Doña Juana hasta el tope de la montaña, o cuando una camina por el Yunque. Pronto tuve que quitarme las dos camisas de manga larga que me había puesto sobre la camisilla, porque había dejado el jacket en el guardarropa, anticipando que tendría calor al subir. En general, Machu Picchu es más caliente que Cuzco porque es más bajo.

Las escalinatas son de piedra, puestas por los quechuas. Están llenas de limo y resbalan. Algunas son tan altas que hay que empujarse con las manos para subir. Algunos tramos son estrechos, justo en el precipicio. Sólo algunos tramos tienen sogas para agarrarse. Ningún tramo tiene protección en la parte del precipicio, así que si te resbalas, puedes llegar al Urubamba. Como mi intención era el trayecto, paré muchas veces a tomar fotos, a tratar de encontrar los pajaritos que cantaban, a mirar las orquídeas que crecen silvestres en esos montes. A pesar del dolor del día anterior, estaba subiendo con ánimo. Claro que me puse una rodillera y tenía un walking stick, ambos comprados para la empresa.

A las 8:35 escribía en una terraza esperando que despejara. Me faltaban todavía unos 10 minutos para llegar a la cima, pero no había prisa. El tren salía a las 3:15, así que había calculado que tenía hasta mediodía para llegar con calma a la estación. Subí un poco más y llegué donde había otro grupo esperando, igual que yo. Todos nos maravillábamos cuando, de pronto, se veía la ciudad a través de algún claro momentáneo. Finalmente, como a las 10 de la mañana, se comenzó a disipar la neblina. Y allí frente a mis ojos, tenía la imagen de la ciudad, desde la cima del mundo andino. Cada una de las personas que estábamos allí pensábamos igual: no hay foto que se iguale a la imagen viva desde ese punto. Fotos y más fotos, algunos, incluyéndome, tomamos video, en el cual nos incluímos, claro está, como evidencia de que estábamos allí. Finalmente, continué el trayecto. Me achoqué con una piedra en el camino y no la de Fernández. Para llegar a la cima, hay que entrar a una cueva y eñangotarse y pasar gateando al otro lado. Finalmente, llegué al cartel que decía Huaynapicchu, que quiere decir montaña joven.

El trayecto de bajada, para mi sorpresa, fue más difícil que al subir. En uno de los lugares más peligros, resbalé en la laja, pero estaba agarrada de la soga, por lo que no hubo mayores consecuencias que un ego maltrecho. A las 11:45 am firmé la salida en el libro. Había firmado la entrada a las 7:10, por lo que el chico me miró con pena y me dijo: más de 4 horas! Me sonreí. No sabía él la hazaña que había logrado. Yo, que apenas hacía unos meses no podía levantarme por mí misma y temía que fuera permanente.

Paseé nuevamente por Machu Picchu. Me despedí y bajé a Aguas Calientes. Iba triste en el bus. Comí causa rellena (relleno de papa) y escuché música andina. Como me sobró una causa, se la di a una mujer que estaba sentada en la acera, vendiendo agua y refrescos. De pronto, un joven que cargaba artículos, se acercó y ella le dio la causa, mirándome y diciéndome: es mi hijo, como pidiendo disculpas. 

Les había dicho que en Aguas Calientes no hay carros, así que la mercancía es acarreada por hombres en carritos. Llevan unas cargas enormes, y la suben por las pendientes a pulmón. Vi a uno subiendo una carga de cartones de huevos!

Finalmente me dirigí a la estación del tren. Llegué a Cuzco a las 8 pm. Me informaron que me recogerían a las 7 am para llevarme a Puno. Un baño, pues, y a la cama. Esta vez, doblemente triunfadora.  

Tags: aguas calientes, huayna picchu

 

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