Como a la octava vuelta del bus vi a Machu Picchu. No hay palabras ni fotografía que puedan hacerle justicia. Lo primero que una ve son las terrazas en la ladera de una montaña gigantesca, y al Huayna Picchu detrás, una pared vertical que parece proteger la ciudad. Luego, poco a poco, comienzas a ver algo más, las ruinas de las habitaciones y templos. Es enorme. El bus para frente a un hotel que han hecho en la misma entrada del parque, cuyas habitaciones valen sobre $800. La entrada consta de varios niveles, los baños abajo, en el próximo una pequeña cafetería y una tienda, y en el próximo nivel la entrada. Tienen guardarropía, así que puedes dejar tus bultos y tus abrigos si hace calor.
El guía inmediatamente convocó al grupo y entramos. Eran como las 10 am. Entramos hacia abajo, hacia las terrazas. Poco a poco el guía nos fue presentando a MP: las terrazas, el sistema de agua, las habitaciones, los aposentos del inca, los diversos templos, la plaza mayor, a la que no se puede entrar. En cada lugar nos iba explicando las reescrituras del pasado que han hecho los arqueólogos. Le salí al paso a la soltá, porque se le ocurrió decir que la cultura quechua había muerto. Le indiqué que lo que había muerto era la civilización dominada por los incas, pero que la cultura quechua yo la había visto en cada lugar que había visitado: sus alimentos, su música, sus ritos, sus creencias, sus mitos. Todo está vivito y coleando por estos Andes.
En el templo del sol nos dijo que la piedra ceremonial no se puede tocar ya, pero todas las personas acercan sus manos en una especie de posición de reiki. Esa piedra está en una posición particular en la que recibe más luz solar que ninguna otra, por lo que el cuarzo mantiene el calor por más tiempo y es fuente energética. Cada punta está orientada a cada uno de los puntos cardinales horizontales. El norte da hacia Huayna Pichu. Todas las ventanas están orientadas al oeste y este, para recibir la luz solar todo el día. En MP se pueden ver los diversos métodos arquitectónicos según el tamaño de la piedra que usaban. En el templo del sol hay una piedra con 32 ángulos!
Al pararte en los límites de la ciudad, ves el precipicio. Y al mirar a los diferentes puntos cardinales, lo que ves son montañas. Hay dos que se pueden subir, Huayna Picchu y la que queda frente a MP, Piscabamba, sólo que ésa se sube por una escalera vertical, literalmente. En su cima, está la bandera quechua, que es idéntica a la bandera gay.
Cuando iba en el tren unas chicas se bajaron en el kilómetro que marca el trayecto de un día por el camino inca. El camino inca completo se toma 4 días, para los turistas. Todos los años tienen competencias, y el año pasado alguien lo hizo en 4 horas. Esa persona se la echo al ironman en cualquier día. Estoy tan fascinada por Perú que creo que me voy a animar a volver para tomar el camino inca de un día.
El tour terminó a las 12:30 pm. Fui a almorzar al hotel (estaba incluido en mi tour), y a la 1:30 decidí subir hasta el templo del sol. Ese es un camino desde MP, por la montaña, hasta un punto en el que ves todo MP y a Huayna Picchu en el fondo. Me indicaron que tomaba 2 horas. Comencé a subir hasta la choza del guardián, como llaman a una choza en la parte superior izquierda de MP. Seguí el camino, de escalones, gradas y trillo, por el borde de la montaña. Me sorprendió que ya no veía a MP, cuando había visto el camino desde la ciudad, pero seguí, pensando que estaba bien. De pronto, veo una apertura en el trillo de la montaña y una tabla entre los dos bordes. Estaba cerrado al paso. De pronto recordé que me habían dicho que podía también visitar el puente inca, que era más fácil y duraba 30 minutos. Me había equivocado de sendero! Al regresar, pregunté por dónde tenía que ir, e igual me metí mal por segunda vez, pero esta vez en la dirección correcta. Finalmente, luego de brincar algunas terrazas, llegué al sendero. Subí, subí, subí... Me tomó más de una hora, claro está. Me obligaba a cada paso a no rendirme. Valió la pena. LLegué a la Puerta del Sol, la entrada a MP desde el camino del Inca, la entrada original y milenaria. La vista era espectacular. Todo Machu Picchu a mis pies, y el Huayna Pichu detrás, imponente. Allí estaba un grupo de chicas que había llegado por el camino del inca. Indicaron que les había tomado 5 horas. Imagino que hicieron el de un día, pero aún así admiré su tiempo. Yo apenas había hecho dos senderos más sencillos que ellas, y me había tomado casi tres.
Finalmente bajé y tomé el bus de regreso. Primero fui a comprar el ticket del bus y la entrada a MP para el proximo día. Eran las 5 pm. Finalmente, caminé hasta mi hostal. Llegué muerta, pero aún así, luego de sacarme todo el polvo del día, tuve que salir nuevamente a buscar comida. No podía dar un paso, me dolía todo. Me metí en el primer sitio que encontré, una casa abierta, aunque sólo había una niña, Karen, con quien conversé hasta que llamó a su mamá. Le acepté una pizza, que era lo único que tenía para hacer. La niña dibujó en mi libreta mientras su mamá me hacía la pizza en un horno rococó. El horno en sí mismo estaba rodeado de dos torres con campanas una y con cúpula la otra. Tenía un torito encima. El tubo para el humo salía de arriba del horno, hacia fuera de la casa. Realmente no le hago justicia porque tenía muchas otras cosas adheridas, y nada pegaba con nada para mí, ajena a esa cultura. Finalmente me echó la pizza en un container y volví al hostal. Cuando por fin me senté a comer, la pizza era una melcocha suave, pero rica.
A eso de las 9 de la noche, luego de darme un masaje yo misma, porque no tenía soles para costear un masaje de los que se ofrecen en Aguas Calientes a diestra y siniestra, me acosté para levantarme temprano para mi segundo día en Machu Picchu.
Me acosté adolorida pero satisfecha, triunfadora y muy feliz.
