Llevo, exactamente, 8 días en Lima. Para variar, se me quedó (no tengo idea dónde) mi vestido y zapatos favoritos, y a mi papá el cargador de su “sedular”. Cómo lamento lo de mis zapatos y vestido. Sin embargo, me fui con sobrepeso por lo que en LAN me hicieron pagar unos US$8,41 por cada kilogramo extra (“#$%&/*), y fueron varios, nunca más de 10 kgs, claro, pero eso estaba fuera de mi presupuesto. Salimos, cagados de sueño, a las 5.30am. Vale decir que no dormí NADA esa noche, prácticamente nada. En el aeropuerto nos tomamos unos ricos capuchinos y a las 7.55am despegamos rumbo a Lima. De todos los asientos disponibles, a mi papá y a mí se nos ocurrió seleccionar los que estaban detrás del ala, pensando que (como mostraba el dibujito) veríamos perfectamente bien por la ventanilla. Pues no. Los asientos estaban arriba del ala!!! Dammit. Pero no importa, para la próxima ya sabré que el dibujito no es tan así como lo muestran en la página web. Anyway.
Una hora después estaba ya experimentando unos sonidos variados y extraños de guata por el hambre que tenía. A las 9 y algo am nos dieron desayuno, al fin. Un omelette todo cagón (perdón por mi vocabulario de elite) más un mini pan (yo pedí otro jaja, qué mala soy), té con repetición, queso, tomate, jamón, margarina y mermelada todo en miniatura. Yo quedé con hambre… Piñera es manito de guagua para dar las porciones de comida.
Además, tuve la “genial” idea de ver “Twilight”, ese best selling book hecho película (Crepúsculo) que puso a su autora en la lista de los más vendidos en todo el mundo, incluyéndola en las listas de nuestro ‘cultural’ país. Qué película más FOME, no la pude terminar de ver –los 30 min. finales- porque me aburrí como ostra. Mejor hubiera dormido.
Salimos del aeropuerto y nos fuimos en un taxi rumbo a mi nuevo hogar, en el distrito (comuna) de Miraflores. Es realmente hermoso este lugar. Con playas, costanera muy bien cuidada, cafés, tiendas, cines, gimnasios, bancos, tiene de todo, pe. Sin embargo, vivir en esta comuna es igual que en Providencia o más caro. Los arriendos de los departamentos son muy caros, incluso los supermercados no son baratos como creí. Fui al Vivanda, que queda cerquita de donde estoy, a ver lo que tenía y comparar precios. Salí en shocccck. Un atún, todo mísero, que mi papá vio a menos de $500, allí valía $2.000!! El kilo de pan (normal) estaba a $2.000 también (¡!). En la sección de frutas vimos papayas; sacamos una mediana, la llevamos a la caja para que la pesaran y HORROR: valía $650 pesos (imagínense a cuánto estaba el kilo). Oh, My Gosh. Salimos con las manos vacías jaja. Me sentí estafada por eso no compré. Es decir, muy top podrá haber sido el local (tenía la mejor lista de vinos que he visto en un supermercado) pero hay cosas que tienen su precio, y cobrar 3 veces más es una soberana estupidez. Lo peor es que hay gente que compra allí. Menos mal que ya descubrí que cerca de casa hay un mercado municipal que tiene de todo. Ahí los precios son como en Stgo., con cosas más económicas. El pan en los almacenes de barrio es más barato. ¡Biiiieeeeen! (léase al estilo 'Dinamita Show').
En los 8 días que mi padre se quedó acompañándome en Lima, hicimos tantas cosas, en su mayoría trámites, que no podría contar todo eso en un solo ‘artículo’ de “Las andanzas de la paisanita Nortina” (pues luego de dos años que tendré que residir aquí, más todos los viajes que haré, especialmente a la sierra, terminaré hablando así “peeeeee, señito”). Lo importante es que me encantó Perú. Es nada que ver a lo que había escuchado (sobre todo el centro, pues es limpio, con harta seguridad y muy bonito).
Ya se vendrá la segunda parte de esta historia, que apenas ha comenzado. Le pido a mis ‘fans’ paciencia, pues los genios creativos necesitamos de un descanso, también.