Cada vez va quedando menos, una pena porque ya le había cogido el gusto a esto de escribir en el blog... aún así todavía me esperan algunos capítulos más y a mi viaje todavía le queda más de un mes de vida, así que no me voy a quejar.
La ruta por Guatemala ha sido de algo menos de dos semanas, en la misma línea que el resto de paises Centroamericanos; sabía que no iba a dar tiempo a explorarlos a fondo, no daba para más, pero estoy contento con la visita a Centroamérica.
Lo primero ha sido Antigua, desde donde escribí el capítulo anterior. Es una ciudad perfecta para el turista: muy bonita y llena de encanto, aunque no se puede decir que represente la Guatemala real ya que vive por y para el turismo, a mí me gustó, me parece una ciudad cómoda y con bastantes pequeños rincones que descubrir. Además está viva, no se cómo explicarlo: donde vi una Granada (Nicaragua) vacía y sintética vi una Antigua llena de vida y color, gente paseando, espectáculos... Por algo es la ciudad más turística de Guatemala.
Desde Granada se puede ir al volcán Pacaya, un sitio genial para ver lava a tu lado (también con unas dudosas medidas de seguridad). Ya había oído hablar de él, ya sabía por varias personas que los ríos de lava corrían cerca y tenía ganas de verlo, así que imaginad la decepción que supuso que no hubiera lava el día que fuimos nosotros... bueno, no todo puede salir siempre bien, no?
Y el domingo a Chichicastenango. Por qué el domingo? Porque es el día de mercado, el gran día de Chichi, y tienes que venir a verlo, simplemente. Puedo contar con los dedos de una mano los mercados que me han impresionado tanto como éste, combina perfectamente el mercado diario y toda la esencia del pueblo guatemalteco con un mercado de artesanías para los compulsivos de la compras (baratas, importante).
El lago Atitlán me encantó. Revisando las fotos me he dado cuenta de que no captan la esencia del lago: está rodeado de altos cerros verdes que a mi me daban la apariencia de estar dentro de un descomunal crater de volcán, aunque no sea cierto. Además cuando llegamos a San Pedro resultó ser la feria del pueblo, mereció mucho la pena vivirlo.
Ya de camino hacia el norte paramos en Cobán para visitar Semuc Champey -un excelente parque natural en el que puedes saltar entre las piscinas que forma el río y disfrutar de sus cascadas y sus aguas verdes- y las grutas de Lanquín, con 18 kilómetros de profundidad reconocidos hasta ahora.
Por último, la primera incursión al mundo Maya: las ruinas de Tikal. Las primeras de varias que visitaré y también (según me han dicho) una de las mejores. Varios kilómetros cuadrados en los que tienes que caminar entre la selva -monos y tucanes!- para llegar a los diferentes templos, una pena que después del rodaje de Apocalypto el precio se haya triplicado...
Y así, este es el resumén del país que posiblemente más me ha gustado de todo Centroamérica, por gente, tradición y lugares. Es peligroso en muchos lugares, como gran parte de los países Centroaméricanos, pero merece mucho la pena venir a visitarlo. Mañana por la mañana marcharemos hacia tierras mexicanas, a Palenque, dispuestos a pelear con el tequila, el calor y llegando al penúltimo de los países de este viaje!