Aquí ando de nuevo, agotando los últimos cartuchos con el Regue tras bastantes kilómetros recorridos desde la última vez que escribí. En esta última semana hemos pasado del frío al calor, de los despoblados y agrestes territorios surpatagónicos a los verdes bosques e infinidad de lagos de la zona más septentrional de la Patagonia. Y cómo en estos 40 días que llevo de viaje, la lluvia nos respeta.
Comenzamos en Bariloche, capital de la región de los lagos Argentina, y tras pasar una noche nos encaminamos a Chiloé, tal y como teníamos previsto. Se trata de una isla chilena cercana a sus costas, notablemente distinta culturalmente del resto de Chile, también lo son sus habitantes. Me sorprendió su escasez de turismo, al menos en el tiempo que estuvimos nosotros, que fueron dos días en los que vimos de verdad como viven los chilenos en esta pequeña isla del Pacífico y que aprovechamos recorriendo algunos de sus rincones casi en soledad.
Después de esto fuimos a Puerto Varas, en la región chilena de los lagos. Allí nos reunimos un par de días con Eli, con quien ya compartí varios días de viaje en Salta y Jujuy, al norte de Argentina. Aprovechamos los tres para hacer una escapada a Petrohué y sus famosos Saltos, donde casi fuimos devorados por los tábanos, pero lo pasamos bien, al igual que en Puerto Varas.
Y llegó la hora de despedirse de Chile, curioso país con curiosas gentes, imposible entenderles cuando hablan deprisa, más si utilizan todos esos "chilenismos" que tienen en su lenguaje. Es un lindo país, limitado en su geografía por ese gigante que son los Andes, imposible cruzar al sur del país si no es por Argentina o mar, y dotado de extensa naturaleza con mucho todavía por explorar.
Salimos de Chile por donde entramos días antes, cruzando de nuevo a Bariloche; allí estuvimos otra noche en la que el Regue y yo nos erigimos como asadores para hacer un maravilloso asado argentino para 12 personas en el albergue. Todo el mundo quedó satisfecho, cumplimos con las expectativas, somos profesionales.
El Bolsón es un pueblo pseudo-hippy a un par de horas al sur de Bariloche, en él pasamos un par de días, en los que aprovechamos para hacer alguna excursión por sus alrededores (pero ya con más calma) y caimos un poco en la tentación de su feria artesanal callejera, celebrada el martes. El albergue en el que estuvimos estaba genial, un remanso de paz a 3 km del pueblo, una gran casa de madera en la que relajarse y disfrutar del entorno.
Por último estamos de nuevo en Bariloche, llegamos ayer por la tarde, hicimos otro asado de bifé de chorizo (esta vez sólo para los dos) y dentro de unas horas ya abandonaremos la región de los Lagos; salimos hacia Buenos Aires en un viaje de unas 20-22 horas de autobús, el Regue ya se va el próximo sábado por la mañana, me abandona.
Yo aún no se que haré cuando se vaya, se acerca la navidad (aunque sea una Navidad a 40 grados) y por ahora mi planteamiento es quedarme un par de semanas en Buenos Aires. De hecho ahora mismo mi idea es trabajar en un hostel durante esas dos semanas, ahorrar en alojamiento y comida y disfrutar un poco de la capital.
Si es posible y encuentro algo, lo haré. Ya se verá.