He llegado a esta ciudad del eje cafetero, a media hora de la ciudad de Pereira, y punto de partida para las piscinas de agua termales naturales. Estoy alojado en el hotel del Café, en la plaza principal, donde el trato de la gente que trabaja en él y la simpatía de Catalina hace que sea un lugar idóneo para quedarse. Ayer pasé por un buguer en el que había una bandera de España, y es que el dueño Dario ha vivido en Madrid un largo período de tiempo, por lo que comí una hamburguesa como las del Oskar de la plaza Santo Domingo en Madrid, ¡la mejor hasta el momento!, el sitio se llama Mostaza y no está lejos de la plaza principal.
La subida a las termas se hace en una chiva, una especie de autobús de hace 50 o 60 años que todavía funciona por las carreteras rurales de Colombia, aunque es cierto que cada vez se van viendo menos y son sustituidas por autobuses más modernos. Las termas recogen el agua de uno de los muchos volcanes de la cordillera de los Andes, y como viene siendo habitual desde que he llegado a este país, el ser español abre muchas puertas y la gente te ayuda a llegar a los sitios y les encanta pasar el tiempo charlando sobre España, país en el que viven muchos colombiano/as, por lo que estuve acompañado de Luz, su madre y su niña.
Las noches salimos Fredy (un chico que trabaja en el hotel) y yo a tomar unas cervezas por los bares de la zona Rosa de la ciudad. En esta ciudad estaré hasta que salga hacia el siguiente destino: Medellín.
