Aixa llegó a tiempo, pero tuvimos un contratiempo con mi nuevo climbing pole: no sabíamos usarlo. Luego de aprender y darle primeros auxilios, salimos hacia el aeropuerto. El viaje hacia Panamá fue puntal y agradable, aunque no tanto para los que se sentaron en las butacas de al lado, que se tenían que parar cada vez que yo queria ir al baño.
A las 9 pisé suelo panameño. Los aeropuertos siempre tan inhóspitos, como para asegurarse de desencantarnos para que no nos quedemos. Pensé en mi amiga Angela, quien a esa hora estaría luchando por la equidad y la no discriminación, enfrentando sin miedo la represión de la derecha conservadora, los religiosos inquisidores y la izquierda hipócrita.
Copa Panamá me impresionó con su filosofía de reglas son reglas... para todos. Como consecuencia, tuve que entregar mi maleta y quedarme sólo con el bolso. Es increíble como el mundo viajero --lejos de PR y Miami-- funciona.
En el vuelo a Lima anunciaron temperatura de 19C que, como no puedo traducir, resultó en que se me congelaran las petacas anticipando. Subí los ojos al tv y vi imágenes de PR. Me pregunté si sería una confabulación para que no dejara atrás a esa bendita isla. Pero rápidamente llegaron imágenes de Lima, y volví a mi aventura mode.
Durante el vuelo vi montañas que sobresalían de las nubes y ríos de arena en millas y millas desérticas. Anunciaron aterrizaje y 21C. Al asomarme, vi un piso blanco, sólido, bajo el avión. Pensé que era la famosa garúa. Finalmente un claro y vi el Pacífico. El espesor se tornó grisoso. El avión comenzó a sumergirse en esas nubes. Esperé que el piloto supiera pa donde íbamos. Por la ventana opuesta vi una montaña cerquita y tan alta como el avión. Luego, sólo blanco arropándonos. Descendimos, pero no se veía nada. Y por fin, agua, muy cerca del avión: el Pacífico. La ciudad tiene techo!! Touchdown.
Inmigración, check; aduana, check. A la salida me esperaba un hombre de rasgos incas, o peruano acaso, con un letrerito que decía mi nombre. Qué bueno que el Hostal no era un fraude cibernético! Hacia el Hostal Las Camelias descubrí que Lima es un laberinto de calles y avenidas, con choferes con prisa y sin sentido de la cortesía ni de los carriles. Cualquier semejanza con PR es pura coincidencia.
El Hostal es un edificio sencillo, con empleados amables. Me esperaba un cuarto pequeño, con un baño agradable. Bajé a escribir esta nota en una windows de hace 10 anos.
Me preparo para salir. Quiero hacer tantas cosas que no sé por dónde empezar.
