Hoy, luego del último de los desayunos exagerados del hotel Parque Central, nos reunimos a las 8. A las 9:30 nos llevaron al aeropuerto. Fue sorpresivamente fácil el trámite y, aunque abrieron mis tubos para ver qué iba adentro, una vez vieron las fotos se rieron y no me cobraron ningún impuesto por ellas. el vuelo de regreso fue cómodo, apenas 45 minutos. Un cubano que abandonaba Cuba ocupó erróneamente el asiento de Aixa, pero lo dejamos allí. Me sospecho que tendrá un rude awakening en su nueva vida en EEUU. Una vez llegamos a Miami, me escapé hacia el hotel, dond euna semana antes había olvidado el flash y el que la gente de Santa Fe pudo localizar con el hotel. Lo recogí, regresé al aeropuerto, y todavía me dio tiempo para tomarme dos margaritas para el camino que faltaba. Aunque unos de los chicos nos habían invitado a comer entre vuelos, los perdimos. Dormí como lirón en el vuelo de regreso. Y ya en casa, la vida continúa. Sin embargo, hay recuerdos que me marcarán y que me conducirán de vuelta a ese espacio barroco del que Carpentier y Lezama escribieron. Que viva Cuba, a 54 años de la Revolución!