Nos levantamos a las 5 am pensando que en Habana el sol sale a la misma hora que en San Juan. Nada, que tuvimos que desistir porque estaba muy oscuro afuera; así que salimos con el grupo del dawn patrol, una salida opcional para los que quisieran salir a retratar al amanecer. Salimos hacia Habana vieja por la O'Reilly hacia el Malecón, y vimos la ciudad despertar: personas saliendo a trabajar, vimos a los barrenderos, el recogido de basura. Nuestro guía, Kip, va en carrera; por eso nos orienta antes de salir por si lo perdemos de vista. Pasamos un pequeño fuerte, muchas librerías (yep, esto es casi otro planeta). Regresamos para el desayuno bufé, que es casi las tres comidas juntas. La salida de la mañana nos llevó hacia la Plaza vieja por Teniente Rey. Allí entramos a Camera Oscura y nos demostraron cómo funciona ese aparato, el único en América, por el que vimos una vista aérea de Habana. En la plaza vieja había un ensayo de una graduación de un cuerpo de seguridad. Uno se nos acercó y nos invitó a una fiesta luego de la graduación, en la playa de Guanabo. (He llegado a la conclusión de que los hombres cubanos no tienen mucho sexo con sus mujeres y andan desesperados) a mediodía, le dije a Aixa que comiéranos en la Bodeguita, así que subimos por la calle Mercaderes hacia la Catedral. La Bodeguita no estaba muy llena, así que avanzamos, y nos fuimos por Empedrado hacia el hotel. Allí nos tropezamos con el museo de Alejo Carpentier. El cuidador nos obsequió con los datos mandatorios de la ocasión y allí dejamos una donación. Ya en el hotel el grupo se reunió para la salida de la tarde que nos llevó nuevamente a la Catedral, lo que me dio más tiempo para retratar. El calor en la Habana nos mata lentamente. Quizá es eso lo que tenga a todos enfermos. Esta tarde nos hablaron de El zorro y el cuervo (jazz), Amanecer (hip hop), el callejón de Hamel, la Casa de Africa y Casa de la música. Pensamos ir a alguno el sábado. Algunas personas nos dejan entrar a sus casas y los retratamos. Conocí a una doña María cuya cocina me recordó las cocinas del campo, cuando era chiquita. Estaba hirviendo agua y recordé a mamabuela haciendo lo mismo. En Habana varias generaciones viven en la misma casa porque no ha habido construcción de nuevas viviendas. Las casas están en pésimas condiciones porque la gente no tiene dinero para arreglarlas. Aún así, los veo contentos, vivarachos. De alguno que otro escucho lo de que "the grass is always greener beyond the fence", pero la mayoría está muy orgullosa de su país. Por la noche, Aixa se rajó y fui sola y en bicitaxi a la exhibición del fotógrafo Raúl Cañibano en Fototeca en la Plaza Vieja. Al regreso caminé de vuelta y las calles llenas de gente. La gente vive con las puertas abiertas por el calor, pero también percibo que las casas acá son una continuación de la calle.