Hijos del averno !!!!
Muchas gracias de nuevo por todos los comentarios. Sabia que el caramelito Helen iba a gustaros particularmente.
Mendoza no ha sido solo una escala obligada para enlazar mi viaje por el noroeste argentino con la Patagonia. En esta ciudad vive buena parte de la familia materna que quedo a este lado del charco. Habia avisado de que vendria un par de dias para conocerlos y de tan bien que me he sentido me he quedado cuatro.
Llegue el miercoles 28/11 por la tarde. Me recibieron Ramon y Marta en su casa situada en un bonito barrio residencial cerca del centro. Marta es prima de mi abuela. Por alli tambien correteaban sus nietos Adriano y Santino y en cuanto me instale dimos una vuelta en coche hasta el parque Jose de San Martin, un inmenso espacio verde comparable al Retiro de Madrid que alberga varios clubs deportivos y sociales, un lago en el que se realizan regatas y la Universidad de Cuyo. Adriano y Santino dieron una vuelta en unos mini-cars para superar el estado de ansiedad que les produjo los 30 min. en coche sin poder moverse !!!
Al día siguiente me dediqué a visitar un poco la ciudad. A pesar del calor sofocante que caía, pasear por Mendoza es muy agradable por el extenso arbolado que puebla sus calles. De hecho, si no fuese por este arbolado, la vida en la ciudad sería un suplicio. La región de Mendoza es un extenso desierto donde sólo el 7% de la superficie está cultivado (con viñedos y olivos principalmente). El vino es por tanto la segunda actividad económica más importante de la zona, siendo la primera el petróleo.
Hice el típico recorrido de talibán: Plaza de la Independencia, Museo de José de San Martín, Catedral, calle Sarmiento, Museo de Arte Contemporáneo...
De todas las ciudades argentinas que he visitado hasta la fecha, Mendoza es sin duda la que más me ha gustado. Es próspera, tiene muchos espacios verdes y los coches no circulan con la misma crisis de ansiedad que en las ciudades del noroeste.
Parte de la tarde la pasé tratando de apuntarme a alguna excursión de "Alta Montaña" para el día siguiente. Contraté los servicios de la Agencia Aramendi, propiedad de una familia de vascos emigrados hace dos generaciones.
La excursión resultó ser un viaje jubiletti en microbus hasta la frontera chilena con distintas paradas en lugares pintorescos e históricos. La subida a la coordillera es impresionante, aunque la fotografía del día fue sin duda ver la cara sur del Aconcagua con un cielo prácticamente despejado. Por lo demás el guía era bastante gracioso, nos hacía aplaudir cuando atravesábamos algún túnel y no paraba de hacer alusiones a las suegras !!!
Esa noche Ramón acompañaba a una cantante en casa. Fue un concierto homenaje a Maria Callas y el público era miembros de la Academia de las Ciencias y Artes de Mendoza, unas 10-12 personas. Y yo alli sirviendo canapes a la alta sociedad mendocina. Solo me faltaba la cofia, pero el concierto estuvo muy bien y merecio la pena estar ahi.
La vida social de Marta y Ramón es impresionante. Lo que a primera vista parece una simpática y apacible pareja de abuelitos es un torrente de actividad profesional, social y familiar. Ramón fue director de la escuela de música de Mendoza y sigue estudiando piano varias horas al día, acompaña a grupos, cantantes, etc... Marta es catedrática de historia del arte y aunque podría estar retirada pasa todas las mañanas en la universidad donde continua investigando y programando exposiciones de pintores mendocinos. Lejos de dedicar toda su vida social a los nietos y parentela, todas las noches tienen cenas y reuniones sociales.
El sábado fue el día familiar. Comimos con los hijos y nietos con la consiguiente sesión fotográfica y cenamos en casa de Chiqui (hermana de Marta) y Matías con más sesiones fotográficas y documentos interesantísimos sobre la familia de mi abuela y la biografía de Matías. El domingo por la mañana, visita a una bodega Museo para conocer un poco del proceso y el mercado del vino mendocino.
Me dio pena no quedarme más días con todos ellos, pero cuatro días de gorroneo familiar es el máximo que admite la Torah. Así que el domingo por la tarde volví a empotrarme en un omnibus hasta San Martín de los Andes, unos 1000 km al sur de Mendoza.