Hola de nuevo! Ya estamos en Auckland, luego de unos días de aventuras de no creer. Llegamos a Buenos Aires y nos recibieron mi amigo Alejandro con su hija Maia y mi amigo Pato con su chica. La ciudad está tan linda como siempre. Esas calles tan ruidosas, la gente tan apasionada, las mujeres tan lindas y los hombres tab elegantes... Llegamos a su casa y pedimos una grande de muzzarella, una fugazzetta (pizza sin salsa de tomate, con cebolla y muzzarella, exquisita!) y nos tomamos 2 botellas de un excelente vino argentino -Nieto Senetiner. Recordamos viejos tiempos y empezamos a planear el día siguiente. Nunca pensé lo que nos esperaba.
El día amaneció soleado y fuimos a buscar el auto que alquilé para pasear libremente por la ciudad. Buena señal: el Gol que nos habían reservado estaba roto y nos daban sin cargo una vagoneta Honda 0km. Joya! Pasamos un día hermoso con mi amigo Ernesto, paseando por el río y la zona norte de la ciudad y luego devolvimos el auto. Sólo para darnos cuenta al día siguiente y sólo 3 horas antes del viaje que había perdido mi pasaporte!
No tenía idea de dónde lo había dejado. Busqué, revolví valijas, ropa, busqué en recovecos y debajo de la cama, y nada. El muy desgraciado había decidido arruinarnos el viaje (por supuesto que yo no tenía nada que ver!) y desaparecer. Llamamos a todos los restaurantes y lugares que había visitado, tiendas, boutiques, amigos, y nada. Llamamos a Tango Rent a Car y tampoco. La tristeza se apoderó de la casa de Ale donde estábamos alojados. Me dejé caer en un sillón y cerré los ojos, totalmente vencido. Meses de planear el viaje de nuestras vidas estaba naufragando por un descuido mío. En un rapto de último esfuerzo, decido volver a vaciar las valijas. Nunca se sabe. Dí vuelta todo del derecho y del revés, pero nada. Ni rastros. A punto de largar un lagrimón, suena el teléfono. Era Brenda, la chica de Tango. Lo habían encontrado en el Honda. Revolución total! Se imaginan la situación? El vuelo salía a las 12 de la noche. Eran las 10 y media y estábamos en Belgrano, a 45 minutos del aeropuerto, con las valijas despatarradas, todos corriendo como gallinas en el mismo lugar sin saber mucho qué hacer, y bueno, Ale que se pone las pilas y decide llevanos en su auto. Cargamos todo, rajamos a buscar el documento a Tango y agarramos la primera autopista hacia Ezeiza. Llegamos en 35 minutos. El vuelo, cerradísimo, una empleada sin muchas ganas de atendernos nos recibe y cansinamente nos dice que no podemos abordar por la hora. Rogamos, pedimos, llega una supervisora que nos atiende y nos hace hacer el trámite más rápido de nuestras vidas. Divina la gorda. Un abrazo rápido a Ale y llegamos a las puertas que se cierran de un Airbus 340 viejo y repleto de gente que se va a Auckland y Syndey. Tenemos asientos separados. Negociamos con un chileno que elige sentarse al lado de una neozelandesa rubia y nos deja libre una fila de tres asientos para Mati y nosotros. Cartón lleno! Estamos rumbo a Auckland! Gracias Ale, gracias gordita de Aerolíneas que te ganaste la propina, gracias a Dios!
(En cuanto descubra cómo pasar las fotos de esta camarita nueva que compré a la compu, paso el link para verlas)