Cruce entre Oriente y Occidente. Ciudad de sabores europeos y asiáticos. Alternancia histórica de religiones: Islamismo y Cristianismo. Todo ello se siente al llegar al aeropuerto de Ataturk, desde el que se accede al centro de la ciudad mediante metro y tranvía. Para aquellos que reserven desde sus puntos de origen o en los hoteles, lo pueden hacer con un transfer colectivo por 5 euros/persona.
El alojamiento es recomendable tenerlo cerca del puente de Galata, ya sea en el barrio del Bazar o en Beyoglu, junto a la torre de Galata, pues abundan los hoteles pequeños, familiares desde los que salir caminando a perderse por la ciudad después de un desayuno con pan turco.
Es conveniente sacar la Pass Card por 85 liras (30euros) para visitar el palacio de Topkapi y su Harem, la iglesia de Santa Irene, Santa Sofía y el Museo Arqueológico en el que se puede ver el tratado de Kadesh (el tratado de paz más antiguo del mundo firmado entre los egipcios y los hititas) además de algunos frisos de la antigua puerta de Istar en Babilonia.
Merece la pena introducirse por el Gran Bazar, e incluso comprar algo que veamos a un precio asequible, no así el de las Especias, al que únicamente deberíamos ir a visitarlo pues todo se encuentra a mejor precio en tiendas pequeñas repartidas por la ciudad. Interesante el bazar de los libros al lado de este último en el que se pueden encontrar ejemplares de colección y donde podremos comer en algún restaurante local a precio de Turquía: dos platos de judías con arroz, agua y postre por cuatro euros. Nada que ver con los restaurantes ubicados en las calles adyacentes a Santa Sofía, destinados a los grupos de borregos, perdón, "turistas", acompañados por sus respectivos pastores, perdón,, "guías" que pagan en Estambul a precio de Nueva York, Paris o Londres.
Estambul, ciudad felina; los gatos son los amos y señores de las calles y los veremos en colonias, individualmente o en parejas, pululando por aceras, tiendas y cualquier lugar donde estos felinos encuentren su acomodo al amparo de, ya sea una cúpula como en Santa Sofía o un techo en algún pequeño restaurante de kebaps.
Hay que probar el Lahmacun (pizza turca), las sopas, las berenjenas asadas con yogur, el döner Kebap y los bakavla (dulces turcos de hojaldre, miel y frutos secos) acompañados de un té de Elma sabor a manzana, los zumos de granada en puestos callejeros y si alguien se acerca al restaurante Gani-Gani en Beyoglu, que no se vaya sin tomarse de postre un Kenefe. Paciencia, tranquilidad y a disfrutar de la gastronomía turca.
Para ver rezar a los musulmanes se puede acudir a la mezquita Nueva, ya que en el resto suelen despejar el interior de turistas para qu los fieles puedan comunicarse ocn Alá durante unos minutos.
No hay que olvidar hacer una visita al Hotel Pera Palace, alojamiento usual de Agatha Christie entre otras personaliidades, situado en Beyoglu y cerca de la plaza de Taksim, donde conviven las grandes cadenas como Mcdonalds, Starbuck y Zara junto a los puestos que ofrecen bocadillos de pescado al caer la noche en las inmediaciones del puente de Galata.
¡Estambul siempre merece una visita!