Santiago de Chile era un punto prioritario en mi viaje. Era
una gran oportunidad para compartir unos días con Victor, que había vuelto a
Chile después de más de ocho años en Europa (España y Bélgica). Después del
tute que llevaba en el cuerpo, ya no me quedaba mucha gasolina para más
aventuras rupestres, así que el plan de visitar Santiago con Victor era lo
mejor que me podía pasar a estas alturas de viaje. Tuve la suerte de conocer y
compartir unos días también con su familia y disfrutar de su hospitalidad,
cercanía y cariño, una cuenta que difícilmente podré saldar con ellos. Después
del periodo del talibanato cultural de mi primera mitad del viaje, aquí en
Santiago anduve mucho más relajado y visité menos museos y lugares de interés
cultural de los que la ciudad merecía. Así que mi estancia transcurrió entre
paseos tranquilos por la ciudad y excursiones con Victor a algunos sitios de
los alrededores: el cañon del río Maipo, Valparaiso y Viña del Mar. Guardo muy
buenos recuerdos de esos días, recuerdos de olores y sabores como los de las
empanadillas con pebre de casa de la madre de Victor, del zumo de frutilla
natural (fresas), las tostadas de palta (aguacate) y los pisco-sours y piscolas
que nos arreamos al llegar a su casa todas las noches, del mote con huesillo
que entraba como un néctar de dioses en las calurosas tardes de Santiago. Y
muchas más cosas: un asado delicioso en un restaurante de carretera, el
concierto improvisado de un Silvio Rodriguez chileno en una picada de
Valparaiso después de contemplar el espectáculo de cientos de pelícanos cayendo
en picado sobre el mar en busca de pescado, de las fachadas de planchas
metalicas coloreadas que abundan en la ciudad… de los temblores sísmicos que me
despertaron casi todas las noches, y a los que los chilenos no dan apenas
importancia. Fue un lujo disfrutar de todas esas cosas en Chile y con Victor y
un broche de oro final para un viaje increíble. El viernes 21 de diciembre tomé
el vuelo Santiago-Buenos Aires para pasar mi última noche en el cono sur antes
de emprender el regreso a casa: por Navidad.
Todavía quedaba una agradable sorpresa antes de cerrar el
viaje. En Mendoza, Ramón y Marta me hablaron de Jorge, el cura también primo de
mi abuela que vive en la capital argentina y al que quería conocer antes de
volver a Europa. Así que lo llamé un día antes de llegar a Buenos Aires y
quedamos en vernos cuando yo llegase. No solo fue vernos, sino que también me
alojó en su apartamento durante el día que pasé en Buenos Aires, me invitó a
comer el sábado de mi regreso en un restaurante español y me dio un motivo más
para que echase de menos ese rincón del planeta. La primera vez que nos vimos
fue frente al portal de su apartamento. El no me conocía, así que fui yo el que
lo reconocí inmediatamente a él por las fotos que había visto en Mendoza. Lo
primero que me dijo nada más vernos después de darme un efusivo abrazo fue:
_ Ché, pero esperaba que vinieras con tu esposa, o tu novia…
_ No, viajo sólo y no tengo pareja.
_ Este…, ¿No serás maricón?
_ No por ahora, pero nunca digas de esta agua no beberé.
El tiempo que estuve en Buenos Aires antes de tomar el avión
de vuelta a España fue tranquilo. Me hubiese gustado aprovechar para visitar
algún sitio que quedó pendiente de mi primer paso por la ciudad, pero no quise
forzar la máquina. De hecho, preferí dejar esas visitas para una próxima vez.
Que seguro que la habrá. Así que compré algunos recuerdos para la familia y
cené tranquilamente en un restaurante cerca del apartamento de Jorge disfrutando
de un bife de chorizo con ensalada y vino de Mendoza.
Era comienzo de verano en Buenos Aires cuando yo volvía para
España. Había pasado un mes y medio desde que partí y hubiese
pasado otro mes y medio más sin moverme de esas latitudes. Pero hay que saber
dar gracias por lo bueno que nos ha tocado vivir, poner a buen recaudo los recuerdos y no hacerle chantaje
emocional a las despedidas. Sólo una recomendación evidente: Si teneis oportunidad, viajad por estos paises. Los lugares son increibles, pero lo mejor sin duda son sus gentes.