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M. Beretta: Journal photos by stories, stories by photos

Milk-milkshake

MEXICO | Friday, 5 July 2013 | Views [445] | Comments [1]

MILK-MILKSHAKE

M. Beretta

 

Una advertencia debería estar inscrita (aunque fuera en letras minúsculas sin el adorno de las negritas o la incisiva curva de las cursivas) en la parte inferior de este menú: “las malteadas de este lugar, a las que nos referimos como –espesas–, son REALMENTE ESPESAS, tome sus precauciones, si usted es diabético o en su familia existe algún cuadro de locura por el azúcar, absténgase”. Y es que nunca antes había luchado contra una malteada, me la ponen aún más complicada si tan sólo me dan de fusil un pitillo debilucho, tan pálido verticalmente que se muestra como un iceberg de escarcha despegando endeblemente del vaso.  

Me enseñaron de pequeño que la comida se come y las bebidas… se beben, y perdón por el pleonasmo pero hay ciertas verdades en la vida que deberían ser irrefutables, el aire es transparente, ¿qué no? Y las bebidas abusan de su consistencia fluida, ¿qué no? Pues esta malteada, la cual me tentó desde que la leí el menú, como si se tratara de escoger a la más sucia  de las prostitutas urbanas, hincó su diente en mi curiosidad por su precio. Así de materialista como esto pueda sonar, me ganó por lo que me costaría y en estado de desempleado el ego siempre puede más: “puedo comprarme esto aunque no tenga un baro en realidad”. Xxxxactamente 51 pesos, “como la Five dollar milkshake de Pulp Fiction, en donde Uma Thurman sólo la vuelve más deseable”. Me dije, “tengo la pinche oportunidad de probar una malteada de 5 dollars mexicanos, vamos a ver qué pedo, a qué sabe una malteada de 51 pesos”. ¿Ven a lo que me refiero cuando hablo del ego de un desempleado? En el sentido más autoconfesional que se me permita.

Regresando a lo de la comida que se come… una malteada, sea de fresa, chocolate, papaya o nopal, se bebe, se engulle, se toma, se traga suavemente con la ayuda incipiente de la garganta. Pero ese argumento racional dejó de existir cuando al primer “sorbo” no pude alcanzar a deglutir ese cremoso líquido rosa. La estrategia tuvo que cambiar… llegué a la conclusión de que esta malteada no se iba rendir tan fácilmente y para encontrar la salida del laberinto tenía que COMERLA.

Batí el popote (fuera del albur mexicano) de arriba hacia abajo, repetidamente, hundiéndome, hundiéndome, excavando (extrañamente parecido a mis relaciones amorosas pasadas) y me dije: “así puedo conseguirlo, ésta se rendirá ante mí, un poco más de insistencia, insistencia, vamos, vamos, ¡derrítete puta!”. ¡Y funcionó! sí… delicioooosaaaa, como ninguna otra malteada que hubiera “comido” antes –ja–, terriblemente dulce y amablemente cremosa; pero ésa fue sólo una ínfima capa de la totalidad rosa que estaba por descubrirse. Debajo, las arenas movedizas de los trozos de fresa y los vestigios de bolas de helado me impedían llegar hasta el fondo. Una vez más, decolorado el entusiasmo, se volvía “insorbible”.

Noté con tristeza que de nada serviría que mi voluntad hiciera el trabajo sucio aquí y que bastaría con dejar que perdiera su fría cualidad para que, derretida completamente, se rindiera ante mis labios y me dejara probarla en su estado natural: la liquidez infame que sólo una malteada de fresa de 51 pesos puede tener en un viernes de lluvia como el de hoy. Terminaría por derretirse, yo lo sabía, lo aseguré, y ahí entraría yo como protagonista, sería por fin mía. Yo la pagué. ¡¿Cómo chingados no?!

Dejé de batir la mezcla rosadamente asfaltosa y se me ocurrió que… quizá había dejado de referirme a la malteada desde el primer sorbo y había comenzado a hablar de mi ex mujer. Por eso, creo, sigo soltero.

Tags: food; marriage; divorce

Comments

1

I promise I'll rewrite this in english :)

  photonomy Jul 5, 2013 5:18 AM

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