COPLASDEKAPLAN

Llego a Máncora, la meca del surf peruano y gran parte del mundo. Nada más llegar y después de hospedarme en el lugar mas básico (emplearçe este adjetivo por no usar otros mil ciertamente más gráficos, aunque también menos apropiados si estáis comendo) de esta antigua aldea de pescadores convertido en "beach resort". me doy de bruces con la cruda y surfera realidad: Beach Boys y Bob Marley atacan mis oidos en todo lugar susceptible de tener una radio funcionando. De losprimero ni hablaré. Del segundo tan sólo diré que admiro demasiado la música jamaicana como para soportar el monopolio que este señor y su figura tienen de ella. No tengo ni tendré, creo, su música. Entre otras cosas por que no es necesario: todo el mundo la tiene y te la pone en cualquier parte de este planeta, y si hay arena y palmeras de por medio aún más.

Pero por otra parte estoy de suerte. Máncora está en temporada baja y no una decadencia tropical se masca en el ambiente. Sólo así consigo tomarle un gustillo y confirmar las palabras de mi amiga Elena, la que para mí, y salvando a mis dioses (mi mamá y ese corazón de cuerpo entero llamado Alicia) es una de las mejores cocineras que ya ví. Tenías razón Elenita, bonitas playas.

Visito también Cabo Blanco y Órganos (que cada vez que pronuncio su nombre para mis adentros me sale voz de Smigol), y leo en revistas de surferillos lo maravillosas que son las olas por aquí en temporada alta, tanto que hasta tienen sus propios nombres (lobitos, muelles, panic point...) y hacen que llegue gente de todo el mundo a disfrutarlas. Aún así, y lo siento por mi amiga Eliane, no consigo que aún me pique el gusanillo de la tabla (tampoco me gusta planchar) y me decico a tomar el sol y dar un merecido descanso a esta espalda que a veces ya no siento como mía. Así que me dedico a eso, y me baño y me baño y tiro porque me toca...