The Most Dangerous Road In The World (y II)
BOLIVIA | Saturday, 18 April 2009 | Views [578] | Comments [2]
Nos levantamos (mis mosqueteros franceses y yo) a las 6:30 de la mañana para desayunar y estar a tiempo en el punto de encuentro, la cafetería de un vetusto hotel del centro de La Paz. Tras pasar lista nos asignan grupo y nos presentan a Steve, un neozelandés de Auckland pero con un marcado acento yanky.
A las 8 en punto salimos en minibus hacia la cima de la montaña que domina la cordillera, y desde la que ya se divisa la famosa región de Las Yungas, donde nos dan nuestro avituallamiento y nuestro equipo para el descenso. Ya aqui nos asignan nuestra bike, todas ellas personalizadas y con su propio nombre. Cusiosamente la mía, una preciosa Kona de color negro con cambios "garbanzo coiler" que funcionan como un reloj y frenos hidráulicos ultrasesnsibles, tiene por nombre "El Artista" (no te rías Beto). Tras unas explicaciones de lo más evidente nos situamos en formacion para comenzar el descenso.
Comenzamos primero por una zona transitada y asfaltada, como para entrar en calor, de unos 15 kilómetros. Tras esta nos sugieren subir de nuevo al bus, ya que viene una zona de ascenso y no es recomendable dada la altitud y el peso de la bicicleta, diseñada especialmente para el descenso, de unos 22 kg. Es entonces cuando por fin comienza "The Most Dangerous Road In The World".
Steve nos da la bienvenida a esta ruta y nos advierte en todo momento que tengamos cuidado, que un error puede no tener solución. Empezamos así a bajar por una pista de piedra suelta, con curvas de vértigo bajo las que se sienten abismos de hasta 700 metros de altura. Los paisajes son alucinantes, aunque uno no puede quedarse ensimismado en ellos ya que la ruta requiere de toda la atención posible. A ratos bordeamos promontorios desde donde se divisa todo el valle y en otros cruzamos cascadas que nos mojan por completo, despertando en el alma un sentimiento de libertad difícilmente descriptible, traducido a veces en un "yiuuuuuuuuu" que se va contagiando de uno a otro.
La destreza de los que formamos el grupo es desigual y digamos que, despuesd e un fiera cuyo acento inglés no se descifrar y mis amigos franceses, me sitúo en el cómodo medio del grupo, formado por una docena de persona más el guía, a una distancia prudencial de mis antecesores y con la tranquilidad de no tener ningún patoso lo suficientemente cerca por detrás.
Los paisajes se suceden y va aumentando mi sensacion de contacto con el medio y con la bicicleta, que se comporta como ninguna que haya tenido el placer de disfrutar en toda mi vida. A medida que vamos bajando de altitud (comenzamos a unos 4.600 metros y el final esta a unos 1.100) las prendas de abrigo comienzan a sobrar, y acabamos el tramos final en pantalon corto y camiseta, sintiendo que la brisa fresca del valle seca nuestro sudor y como también el cuerpo comienza a estar adormecido por el cansancio y la vibración de esta fantástica amortiguación.
El final esta en "La Ruta Verde", un hospital de animales regentado por gringos ecologistas al máximo en las proximidades de Coroicó, donde nos espera un energético buffet, una buena ducha de agua caliente y nuestra espléndida y {unica camiseta que acredita que hemos completado la sin igual "Ruta Más Peligrosa Del Mundo"!!!
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