COPLASDEKAPLAN

Esta foto esta tomada en una ceremonia de homenaje a esa graciosamente llamada República Bolivariana de Venezuela. Yo la llamaría simplemente Venezuela, pues a mi entender tiene muy poco de república y menos de bolivariana (el mismo Simón se caería de espaldas viendo su nombre plasmado en este experimento comunista del siglo XXI).

En medio de una gran parafernalia y solemnidad, se depositaron flores en la estatua de este héroe de toda Sudamérica por parte de diferentes organismos. Se escucharon las típicas palabras vacías con las que unos se chupan las pollas a otros sin parar. Mientras, alguien ya cansado de demagogias como yo, se entretenía observando detalles insignificantes de la gala, como este sargentillo echando la bronca a un soldado que "la tenía torcida", o admirando el brillo de los metales en la banda de música, al tiempo que los protagonistas, soldaditos y pececillos gordos me miran a mi con aire marcial y sentimiento del deber cumplido.

No dejo de tener presente la afinidad que Bolivia demuestra siempre hacia el señor Chávez, la cual me parece una tanto arriesgada dada la situación del país, más dependiente y supeditado a la economía exterior que su aliado venezolano, que resiste las decisiones de este señor gracias a sus reservas petrolíferas, vendidas en su mayor parte a ese diablo yanqui al que Don Chávez dirige frecuentemente sus diatribas. Y observando la bondad de este pueblo, a veces teñida de una cierta docilidad, me pregunto cuanto resistira esta frágil economía el deseo de su presidente de apartarse del mundo y tomar la senda llamada por ellos de antiimperialista, con todo lo que ello conlleva.

Todas las decisiones son respetables y más cuando detras de ellas hay una persona elegida por millones de votos. Pero cuando se intenta atracar el estado de derecho manipulando leyes electorales, cuando se intenta procesar al presidente del tribunal supremo por intentar impedirlo, o cuando se inventan falsos atentados, justificados con pruebas ridículas, para solidificar la imagen de un enemigo común a todo el pueblo para hacer olvidar los verderos problemas; creo que tenemos todo el derecho del mundo a decir que algo huele mal en estos sistemas en los que se toma como base del poder el apoyo de las clases mas desfavorecidas.

Y aquí es donde me gustaría apelar a la honestidad, honestidad como la de Don Simón Bolívar, que lucho por la libertad e independencia de una Sudamérica en la que algunas democracias todavia se están gestando y, aunque con retraso, disponen de la posibilidad de observar y aprender de los errores que otras más desarrolladas cometimos. Y hablo simplemente de lo que pienso, mientras miro estos soldaditos de plomo a tamaño real en una soleada mañana de domingo.