Después de aterrizar en esta ciudad del sur de Colombia me fui al hotel Astoria, céntrico y al lado de la plaza principal de la ciudad. El centro es un gran mercado al aire libre donde se puede encontrar desde libros, ropa o tomarte un zumo natural de frutas. Apenas tiene cuatro o cinco sitios interesantes para visitar, pero la guía que te regalan en la oficina de turismo supera con creces a cualquier guía turística de una ciudad europea. Al no haber casi turismo tuve la suerte de estar un buen rato charlando con la señorita que atiende la oficina y sacar información extra de la ciudad; después un compañero suyo me acompañó por sitios céntricos para mostrármelos, haciendo incapié en que cuando regresara a España dijera los atractivos de esta ciudad para que la gente viniera a visitarla, y es que el concepto que se tiene de este país nada tiene que ver cuando uno pone los pies en él. Gente cálida, acogedora y educada, que por las noches se convierten en bailarines en la capital mundial de la salsa.
Después de tres días, habiéndome acostumbrado ya a las 7 horas de diferencia respecto a España, salgo hacia Armenia, una pequeña ciudad del eje cafetero donde se encuentra el parque temático del café Juan Valdez.