El Oasis de San Ignacio
Tras la parada de descanso en Guerrero Negro rodamos 110 kilometros en un solo dia. Todo un hito para nosotros, que nunca habiamos pasado de 80 en un dia, pero aun algo triste teniendo en cuenta que era una planicie con el viente de espaldas. Pero no esta mal de todos modos.
Nos toco acampar entre cactus una vez mas, y cenar latas calentadas enrolladas en tortillas de harina. Todo apuntaba a que iban a ser dias de desierto, calor y arena. Habiamos oido hablar del oasis de San Ignacio, y personalmente me esperaba un camping cutre con una piscina aun mas cutre. Pero llegar achicharrado al final de una cuesta y ver una valle completamente verde repleto de palmeras es una sensacion increible.
Lo primero, el baño en el lago con los patos. Luego comilona, paseo por el centro del pueblo (plaza con arboles, iglesia y aceras), y despues sentarnos en una terracita a ver la tarde pasar. Mañana por la mañana ojala nos de tiempo a subir el rio en canoa hasta el nacimiento del oasis. Increible.
Nunca habia estado en un oasis, y siempre recuerdo la tipica escena de Mortadelo y Filemon deshidratados ante un espejismo. No es para menos. Realmente se le olvidan a uno las penurias del desierto en un momento, incluso el cuerpo parece que pega un brinco. Espero que mañana, al volver al desierto, no se me olvide lo bien que se esta en un bosquecillo de palmeras.