Luego de un día y medio en Rotorua, ciudad donde vive mi hermano y donde volveremos a quedarnos 4 días luego de volver de Queenstown, llegamos al sur de la isla del sur vía vuelo interno en Qantas, la línea aérea de Australia que compite con Air New Zealand. Es notable el contraste que hay entre la tosquedad y brusquedad que uno recibe del personal de a bordo de Aerolíneas Argentinas con la amabilidad del de Qantas. Y me imagino que la cosa es igual en ANZ, Thai, Singapore y todas las línes que operan en esta parte del mundo. Eso sí, la comida es una basura en ambas. En una era "pasta o pollo", en Qantas fue "donut o manzana".
Queenstown me sorprendió por su belleza. Dominada por los Remarkables, una cordillera que aparece nevada en algún día de invierno, y flanqueada por el bellísimo lago Wakatipu, es una ciudad vibrante con una enorme cantidad de actividades turísticas. Aquí justamente es donde se inventó el bungee.
La ciudad tiene todo el look de una villa alpina, pero con todo el glamour de la modernidad y el espíritu de un Aspen. La vida nocturna rebosa de gente que atesta los restaurantes, bares y pubs de todo tipo. Desde las pizzas gourmet de Wiinie Bagoes -una institución centenaria de Queenstown- hasta Minus 5º, un bar totalmente hecho de hielo. Barra de hielo, sillas de hielo, vasos de hielo con...hielo adentro! una locura...
El primer día llegamos a la casa que alquilamos y es realmente una belleza. Totalmente equipada, hogar a leña, con una vista fenomenal hacia el lago y los Remarkables. Compramos un montón de cosas ricas para comer y beber, como quesos, vinos y chocolates, y nos dispusimos a pasar una semana perfecta, cosa que hasta ahora estamos en camino de lograr!