Los viajes de Mati, Ale y Pablo Un diario de viaje por tierra Maori

Auckland es una ciudad absolutamente cosmopolita. Con 1 millón y medio de habitantes, hay gente de Hong Kong, Indonesia, Taiwan, Malasia, India, Australia, Tonga, Samoa y por supuesto argentinos. El extranjero en general es muy bienvenido y lo que más llama la atención al llegar es la amabilidad y calidez de los habitantes de Auckland. Desde los choferes de los omnibuses hasta los mozos. Los que no piensan igual son el resto de los neozelandeces, que los llaman JAFA, o Just Another Fucking Aucklander. Es el típico síndrome de los habitantes del interior, que están celosos de los capitalinos! La ciudad tiene grandes avenidas que suben y bajan porque está construída sobre un lecho de conos volcánicos. La isla de Rangitoto, justo al frente de Auckland, de hecho es un volcán que emergió del mar hace tan sólo 600 años. Loquísimo! El paisaje está dominado por la Sky Tower, la estructura más alta del hemisferio sur, con trescientos y pico de metros. Uno sube por unos ascensores de alta velocidad transparentes, y cuando llegas al deck de observación el paisaje de la ciudad es im-pre-sio-nan-te. Hay secciones del piso del deck que también son transparentes y uno tiene la impresión de estar flotando a 300 metros del piso. También, y si tienes las balls, puedes lanzarte en caida controlada a 85 km/h desde la parte más alta de la torre. Es más, el bungie nació en Nueva Zelandia y tienes plataformas en cada ciudad. Cerca de Auckland está Devonport, un suburbio al que llegas cruzando en ferry. Es un lugar hermoso, muy estilo inglés, con mucho verde y casitas bajas y cafecitos y mamás con niños y playas con arena blanca, olas chiquitas y árboles que te dan sombra. La costumbre es llevar una cesta de pic-nic con fish and chips y muffins. Las parejas llevan vino o champagne y ostras frescas. Cuando terminamos la visita a Devonport, el jet lag hizo estragos y volvimos al hotel y nos quedamos dormidos a las 7 de la noche.