Parte 1: Perros
La isla de Fraser puede
enganar a cualquier desprevenido que llega y
ve camionetas 4x4, buses, y algunas avionetas circulando por las
interminables playas de arena blanca. No les recomiendo confiarse por la
apariencia de civilizacion y armonia que brota de las sonrisas de miles
de Australianos y turistas que se escapan por el dia desde Hervey Bay a
tomar sol, pescar rayas y cazones desde la costa o ir a ver la Cabeza
de Indio, una punta rocosa con el paisaje natural mas alucinante que
haya visto en mi vida.
Nuestra excursion a la isla habia empezado a
las 7am del viernes 11 de Junio. Un guia local nos hizo tragarnos un
video de 45 minutos que explicaba todos y cada uno de los riesgos de
manejar por arena: peligro de vuelco, peligro de gente caminando que no
oye a los autos por el viento o el mar, peligro de encajarse, peligro de
choque, peligro de manejar por agua salada, peligro, peligro, etc,
etc.. Todo muy sajon.
7.35 cuando casi terminaba el video ya
estaba cabezeando del sueno cuando el instructivo tomo un giro
inesperado: "Dejenme ahora que les cuente un poco de los Dingos", dijo
el joven guia de viajes.. "Todo lo que escucharon en el video respecto a
la inofensividad de los Dingos, los perros salvajes que habitan la
isla, bueno, no lo crean. Estos perros son salvajes, son muy agresivos y
muy inteligentes. Cuando esten acampando a la noche no dejen restos
tirados, guarden todo en la camioneta despues de comer y NO alimenten a
los Dingos bajo ningun concepto. Si los perros salvajes los atacan, no
retrocedan,
defiendanse con toda su energia, y si algo les pasa, avisenle de
urgencia a los Rangers (guardaparques)".
Con esa ultima frase
dandome
vueltas en la cabeza, todavia un poco dormido despues de mi largo viaje
desde Noosa el dia anterior, nos subimos a la Toyota Land Cruiser de
alquiler junto a mis
companeros de equipo: Lars y Johan, de Dinamarca, y Nadia y Favio, de
Brazil. De los cinco que manejariamos durante 3 dias por la isla de
Fraser en
nuestro "self drive tour", solamente Lars y yo teniamos registro; y dado
que Lars no era precisamente un piloto del Dakkar, la mayor parte del
manejo por arena y selva correria por cuenta mia. Despues de comprar
algunas provisiones y cargar carpas, hornallas y utensillos en la
camioneta, fuimos a un embarcadero donde nos cruzaron a Fraser en una
balsa. 30 minutos mas tarde llegamos a destino. Hasta aca, el programa
me parecia demasiado turistico y organizado: todos los riesgos estaban
cubiertos por el seguro, todos los tiempos e instrucciones claros.
Cuando
empezamoa a andar por Fraser todo fue distinto: los caminos eran muy
dificiles, super estrechos, con arena suelta, y teniamos que abrirnos
paso entre arboles
gigantes y raices que cruzaban el sendero por todos lados, haciendo
saltar la camioneta como un juego del Italpark. Siguiendo mapas borrosos
y rogando que Lars no estrellara el vehiculo alquilado en cada
curva, en unas 3 horas llegamos al lago McKenzie, el lago de agua
"destilada" mas grande del mundo (por lo que pude entender, el agua
destilada es agua con un PH muy bajo que la hace super liviana y
cristalina). Alucinante lugar. Unas dos horas mas manejando y llegamos a
la costa Eurong, en la costa Este, que era nuestro destino de acampaje
para la primer noche. Hicimos
unos 5 kilometros manejando por la playa hacia el norte (un poco mas
facil que el sendero) y
decidimos acampar antes de que oscureciera.
La primer noche fue
perfecta, armamos las dos carpas con cubre lluvias y todos
los detalles, cocinamos unas gratificantes hamburguesas y despues de
intercambiar un rato con todos mis amigos de viaje, me fui a dormir.
Los Brazileros se fueron a la otra carpa, y Johan y Lars se sumaron
ruidosamente a la mia un rato mas tarde despues de tomarse su "Goon" (el
vino en bolsa
que se vende como pan caliente en todo Australia, por su bajo precio mas
que por
su calidad..). A la manana me levante muy temprano con el ruido de
cotorras, gaviotas y las olas del mar a unos 100 metros de la
carpa.
No preste mucha atencion cuando los Daneses me comentaron
que algunos Dingos habian venido a visitar nuestro asentamiento,
basicamente porque no habia pasado nada. Despues de una excursion a
Indian Head, con delfines y ballenas jorobadas asomandose en el mar,
fuimos a visitar los vestigios del S.S. Maheno, un barco que encallo en
1915 y nunca mas pudo salir de esta costa infestada de tiburones. En eso
estabamos cuando me encontre con Julia, Charlotte y otras amigas suecas
que habia conocido en Byron, que con lagrimas en los ojos y muy
alteradas me contaron sobre un ataque de Dingo la noche anterior. Una de
las chicas de su camioneta no habia tenido mejor idea que tomarse unas
cervezas e ir a descansar a la playa, lejos del grupo.. 5 dingos la
atacaron generandole serias mordeduras y cortes, por lo que la tuvieron
que llevar de emergencia al continente en la avioneta de los rangers.
Los
Dingos podrian describirse como una mezcla entre un ovejero aleman alto
y
una hiena. Son muy flacos. Tan flacos que parecen desnutridos; pero son
asi en su estado normar, y no hay que guiarse por su apariencia, que
invita a tirarles un pedazo de carne o grasa que siempre sobra en el
asado. Se mueven en jaurias de
3, 5 y hasta 12, y al igual que las hienas, atacan solo a los humanos
que
ven debiles o indefensos (ninios o alguien que esta solo o perdido).
Despues de las malas noticias sobre la chica atacada, volvimos al
campamento con un gusto agrio
en la garganta, sabiendo que seguramente esa noche volverian los dingos
de la noche anterior, pero en un grupo mas grande, y con mas hambre.
Viendo el panorama negro, Favio el brasilero acuso dolor de panza y
tuvimos que dejarlo junto con Nadia su novia, en un mini poblado 3
kilometros al norte de Indian Head.
A eso de las 4.30pm estabamos
de vuelta en nuestro campamento. Mientras yo me fui a recorrer la playa y
ver el atardecer en este lugar perfecto y paradisiaco, Lars y Johan
armaron
la cocina y empezaron a cocinar los bifes de lomo que habiamos
comprado para la festejar la ultima noche. 5.20pm (ya de noche)
estabamos
terminando de comer a la luz de la camioneta cuando una sombra cruzo por
atras de Lars. Me parecio raro pero segui con mi banquete. A los pocos
minutos, otra sombra (mas grande). Un minuto mas tarde, y sin darnos
tiempo a reaccionar, 4 dingos con cara de pocos amigos y con mucha
hambre nos rodearon, totalmente sacados por el olor del asado. Cada vez
mas cerca y ahora gruniendo/ladrando de una forma muy rara, se acercaban
a 2 metros nuestro como diciendo "dame esa carne o te hago trizas". Con
la adrenalina al maximo, agarre el cuchillo de asado y les devolvi el
ataque como un loco gritando. Pero no se retrocedian ni 1 milimetro.
Johan
y Lars, con la frialdad caracteristica de los Nordicos, pudieron usar
el cerebro mientras yo seguia amenazando a los canes sin exito.
Sugirieron que guardaramos todo urgente en la camioneta, y mientras yo
los cubria, pusieron todo en bolsas y en las heladeras. Volvieron con un
fierro del auto y entre los tres
empezamos a hacer retroceder a los animales. Pero seguian locos por el
olor que habia quedado. Me acuerdo haberle tirado una cuchara pesada
(que venia entre los utensillos) al mas grande de los canes, pero en vez
de asustarse, agarro la cuchara y la empezo a morder y sacudir
agresivamente. Una vez
que el olor a comida se termino de ir, y habiendo desperdiciado dos
bifes que los daneses tuvieron que tirar en la bolsa de residuos, los
perros empezaron
a retroceder y escabullirse entre los arbustos, bajando un poco nuestro
estres.. Volvimos a respirar.
Esa noche
seguimos tomando algunas copas y disfrutando de una noche perfecta de
estrellas, con el ruido del mar de fondo. Tuvimos que mantener la
guardia todo el tiempo, ya que los dingos seguian apareciendo cada 30
minutos a ver si encontraban algo "interesante" (por ejemplo, algun
torpe que se haya quedado dormido solo a la interperie). El domigo
temprano, despues de una noche acojonante al mejor estilo Stephen King,
nos
levantamos, desarmamos las carpas y emprendimos la vuelta a Kingfisher
Bay. La pesadilla en esta exotica isla habia terminado..