Shanghai vino después de Melbourne y de Salamanca. Shanghai es una ciudad a la que siempre vuelvo. Son estancias más cortas o más largas, pero vuelvo. Vuelvo porque son mis orígenes y, con una vida nómada en la que emigro cada año a un lugar distinto, es importante no olvidarse de dónde viene uno.
Vengo de una cultura colectiva. El valor de la familia prevalece sobre todo lo demás. Y con familia, no sólo me refiero a tíos, primos, hermanos de sangre; con familia también me refiero a los amigos de mis padres, a los vecinos de mis primos, a un antiguo compañero de clase de tu abuelo. Y este rasgo cultural se refleja muy claramente en el lenguaje (como otras tantas cosas). Como se forma una gran familia, los nombres con los que se hace referencia a los miembros de cada familia es muy específica y concisa.
La hermana mayor de la madre es "yi ma" y la menor, "ai". Por supuesto, si hay dos hermanas mayores una será "da yi ma" (da=mayor) y la menor "xiao yi ma" (xiao=menor). Pero si la hermana es de mi padre, pasa a llamarse "yi ma" la mayor, y si es menor, "cu cu".
Y podría seguir con abuelos, hermanos de abuelos, primos... Es decir, un gran lío.
La familia, familia es. Y si les ves de vez en cuando, te acabas aprendiendo los nombres después de años de infancia de trauma preguntándole a hurtadillas a tu madre cómo tengo que llamar a mi tío justo a punto de entrar en su casa.
PERO aplicar este trauma a personas ajenas a ti, es demasiado para un niño (o incluso para un adulto). Al amigo de tu padre hay que llamarle por su apellido seguido de un calificativo u otro según sea mayor o menor que tu padre. ¡Ponte tú a hacer la quiniela! Años de experiencia me han demostrado que siempre es mejor tirar para abajo. Sobre todo con las mujeres.
Y con esta pequeña entrada creo que queda demostrado que en china, rige el colectivismo, la idea de unión. Y familia. ¡En qué momento!