Un pedazo de Castilla en el ecuador
ECUADOR | Sunday, 24 May 2009 | Views [581] | Comments [1]
Después de llegar sumamente cansado, dejar mis cosas en "La Perla Cuencana" (el gentilicio aqui es cuencano, no conquense) y salir a cenar algo, me derrumbé en la cama y he amanecido hoy con un día gris y desapacible. Aún así, me decido a dar un voltio por esta ciudad de la serranía sur de Ecuador, la tercera del país en tamaño e importancia después de Guayaquil y Quito.
Ya al llegar el día anterior relacioné rápidamente el aspecto de las calles y edificios con el de las ciudades castellanas. En contraste con Perú las calles son bastante silenciosas. Todo esta muy limpio y la gente viste bastante gris. Mucha pasteleria bien decoradita y poco tráfico por el centro. Vamos, que parece que estoy en Ávila a las ocho de la mañana de un dia de otoño.
La gente, en cuanto comienzo a relacionarme en la medida de lo posible (lo cual tan solo implica diálogos a nivel comercial: "cuánto vale esto", "por dónde se va allí", etc.), tambien tiene un marcado aspecto castellano. Bastante toscos en los detalles y con pocas posibilidades de hacer un chiste con cualquier cosa. A las pocas horas me doy cuenta de que esa va a ser la tónica en toda mi estancia. Así pues, me dedico a poner al día esta cosita que tengo entre manos y explorar las posibilidades culturales que tiene la ciudad.
Es el día del aniversario del héroe de la ciudad (es que a mí me tocan todas), un tal Abdón Calderón que se distinguió por morir en la primera batalla seria en la que participó, la famosa batalla de Pichincha, que parece ser que fue el momento decisivo en la consecución de la independencia. El tipo aguantó un sinnúmero de balazos y siguió combatiendo hasta caer muerto en plena batalla, todo esto un 24 de mayo. Tiene una estatua en la plaza central, donde esta precísamente así, muriéndose.
Por la noche salgo a visitar la Calle Larga, esa especie de "calle de la marcha" cuencana, llena de garitos chic, llenos de chicas apretaditas y escotadas (a pesar del frío que hace) y chicos con el jersey atado a los hombros, tipo borja mari. Me escabullo de todo esto y acabo tomando cafés y tequilas con un flamenco, pero de Bélgica, que un día, viajando como yo, se topo con una cuencana y acabó dando con sus huesos en esta "salamanca" (donde él también estuvo estudiando, como yo) ecuatorial. Un tipo curioso y un poco freak, pero que me ayuda a tener una visión de primera mano y, digamos más objetiva, de lo que es este país de contrastes, donde, como me apunta él, el catolicismo más salvaje convive con eso que el señor Correa llama graciosamente "la revolución ciudadana". Por cierto, para tomar un café en Cuenca, Lekker, café de Bélgica.
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