Autostop en Mexico
Ya había conocido las facilidades del autostop en México, más popular aquí bajo el anglicismo "ride" o el mexicanismo "aventón". Realmente las facilidades son muchas. El sábado 2 de Agosto deje el DF con Andrew (tejano genial que me acogió en Mazatlán). Un largo viaje y otro en autobús nos dejó en la Avenida Zaragoza, dirección a Puebla, en una gasolinera. El paisajé era desolador. Una de las zonas más pobres de DF, con toxicomanos y niños descalzos compartiendo la sombra del surtidor diesel. Desconfiamos de tener éxito en esa gasolinera y pagamos 50 pesos a un taxi que nos llevó a una gasolinera en la autopista de peaje. Ahí cantaría otro gallo.
Sin embargo, el espectáculo de dejar DF por el este no es desdeñable. Tras cada colina hay otro mar de hormigón sin pintar, casas sin acabar, tendereros multicolor y deefeños pobres, muchos. La gasolinera donde nos bajamos era un oasis de gente Corte Inglés, un mirador a la miseria de la que tanto se habla en DF.
Mi compañero afiló la sonrisa de gringo encantador y en su español desternillante comenzó a pedir "ride". Yo mientras, jugaba la carta de chico español. Pronto enlazamos un "ride" tras otro. Primero a Puebla, donde dormirmos, después Oaxaca y finalmente las montañas de la Sierra Madre Sur en San José del Pacífico. Unos 700 kilometros, unos 10 aventones.
Y cada "ride" tiene su historia alocada. Los hay de todos los tipos. El clásico viaje es en la parte de atras en la pickup, con la melena al viento. O que un fresa (pijo) te lleve en su Range Rover último modelo a 220 kilómetros por hora insistiendo en invitarnos a Veracruz. También un estudiante con el que escuchamos el unplugged de Julieta Benegas seis veces. Trabajadores de camino a casa, gente de vacaciones, currantes sin carga, hasta hubo uno que se paró sólo para insultarnos por gringos. De todo hay en las carreteras. En el autostop, se habla con ellos.