Tijuana
Vaya un shock. No es moco de pavo. Tuve que pedalear los 15 kilometros entre la casa del gran Gabriel en San Diego, entre chalets de valla blanca, cesped en el portal y riego automatico... fue hablar con un par de oficiales, empujar una valla, y ya estaba en un hervidero esquizofrenico de gente y polvo. Estaba en Tijuana.
La gente se piensa que Tijuana sera algo asi como la ciudad sin ley. No es para tanto. Es una ciudad tan grande que tiene una decente universidad con sus estudiantes, industria, etc. Si que es verdad que se ven bastantes "balas perdidas" dando tumbos, y que los gringos (o gabachos) van borrachos por las calles luciendo pantorrillas albinas y gafas de sol horteras. Muy muy parecido a lo que hacen nuestros amigos los ingleses en Las Americas o en Ibiza, pero todo en torno a la antologica Avenida Revolucion.
Aqui me recibio Salvador. Es un viajero mejicano, con el que compartimos el sueño de recorrer la Baja California en bicicleta. Fui absorbido por la hospitalidad mejicana, comida, familia y niños por todas partes y una chispa de tequila. La gente, entrañable, cariñosa, y con algo, no se muy bien que, de alegria de vivir que no se respira entre los gringos.
Pude recorrer mis primeros 20 kilometros de carretera, de Tijuana a Rosarito. Comprobe lo eficaz que es el sol por aqui, la cantidad de arena que cabe en mis ojos, y la enorme cantidad de agua que vamos a necesitar. Pero pude celebrarlo con la "gringada" de darme un chapuzon en el mar y charlar con un mecanico de bicicletas que ya fue el primero de echarme en cara los crimenes de "mis" antepasados del siglo XVI. Aqui tiene muy claro donde esta España. Otro mundo. Mejico.