Como
era de esperar, el día no tuvo ningún misterio, vuelo de Varanasi a Delhi y una
vez allí buscar mi terminal y esperar hasta la hora de mi vuelo a Amritsar… así
que todo el día de viaje para finalmente llegar casi a las 9… la verdad es que
todo rodado y sin problemas. Bueno, uno si… al llegar a Amritsar recibí mi
mochila con una asa arrancada y un agujero… así que pillé el susodicho cabreo,
me quejé y me dirigieron de uno a otro y tiro porque me toca…
Media
hora después estaba con un encargado rellenando un formulario de reclamación,
en el aeropuerto no quedaba nadie y yo no tenía hotel!!! Lo increíble es que,
una vez acabado, me dio el formulario sin que hubiera copia alguna y me dijo
que llamara al día siguiente o al otro a un teléfono… vamos, que como en todos
lados, una pérdida de tiempo!
Salí un
poco preocupado porque mi vuelo era el último del día, no había casi nadie,
solo un par limpiando y algún encargado, y la ciudad está a 20 km. Menos mal
que al salir aún quedaba un rickshaw. La verdad es que no me vi ni en posición
ni con ganas de regatear, así que le di lo que pidió y me llevó al hotel elegido,
el Grand Hotel, y menos mal que si que había habitaciones!!!
Ayer
por la mañana ya todo era diferente, el hotel estaba muy bien, con un
jardincito central dónde desayuné y las habitaciones a su alrededor, y la
habitación era grande y limpia. Así que ya situado era el momento de descubrir
la ciudad de los sikhs!
En
Amritsar se respira otro ambiente, otra India, algo diferente a lo visto hasta
el momento. No en sus calles comunes, ya que el ambiente de “en construcción” o
“en destrucción” que se vive en todo el país también existe aquí, pero si en
sus gentes, se nota que son diferentes.
Para
empezar decir que la ciudad es un poco más tranquila que otras, exceptuando el
tráfico que hay en el centro, alrededor del Templo Dorado. La gran mayoría sikh
que vive aquí lleva unas señas de identidad muy claras y diferenciadas, con sus
característicos turbantes elaboradamente colocados, sus barbas largas… algunas
larguísimas!! Y transmiten una sensación de seguir siendo un pueblo de
guerreros, a pesar de la calma del momento actual, con muchas tiendas de dagas,
con gente andando con lanzas… en fin, un lugar bastante interesante. Además no se
vive el ambiente agobiante con los turistas, no van avasallándolos a todas
horas, se les ve más respetuosos, o al menos esa fue mi sensación, en resumen,
no parece que sea un lugar donde este muy arraigada la máxima de “sacar el
máximo dinero posible del turista!!”
Como es
normal, la razón más importante de mi visita era el Templo Dorado, así que allí
me dirigí. Eso sí, para entrar hay que quitarse el calzado, lavarse los pies en
la entrada y miran mucho que no entres ni los zapatos, ni alcohol, ni tabaco… Este
templo, lugar sagrado sagradísimo para los sikhs es algo así como la Meca para
los musulmanes, un templo precioso todo recubierto de cobre dorado en medio de
un estanque “sagrado”, donde están los sacerdotes entonando cánticos sin
interrupción del libro sagrado sikh,. La visita es una auténtica experiencia,
pues los devotos sikhs llegan de todo el mundo y al verlo se tiran al suelo
reverenciándolo. Se ve en sus caras la enorme importancia que tiene para ellos.
Después van dando una vuelta a todo el estanque, todos en el mismo sentido, el
de las agujas del reloj, y muchos se quitan las ropas y entran al lago a hacer
sus rituales. Yo disfrute mucho de las preciosas vistas del templo y de la
interesantísima vidilla que se respira alrededor. Estuve un rato hablando con
un “guardián” del templo, con su larga barba, su turbante amarillo y su lanza…
estaba muy interesado en explicarme todas mis posibles inquietudes alrededor de
los sikhs, su historia y el templo y, en varias ocasiones, me remitió a que fuera
a escuchar a un sacerdote y a que leyera el libro sagrado (hay versiones en
inglés) para que entendiera mejor las cosas… y textualmente, dijo varias veces
que al leerlo vería la luz… vamos, que con mi barba de un mes el hombre vio que
yo ya había llegado a mitad de camino de la “santidad sikh” y quería rematar la
faena… y la verdad es que tiene cosas interesantes, porque el sikhísmo empezó
como reacción al sistema de castas allá por el S.XV y consideran a todos los
seres iguales… un gran avance en un país en el que el sistema de castas y
clases sociales está tan marcado y es tan lamentablemente real. De hecho, tiene
un carácter totalmente integrador y en el Templo varias personas me repitieron
que está abierto a todas las religiones y a todas las personas sin excepción,
parece ser una máxima muy importante para ellos. Además tiene un interesante
lugar, un enorme comedor comunitario al que todo el mundo puede acudir
gratuitamente y comer juntos sentándose en el suelo. Yo me acerque a verlo pero
decidí no comer… mi estómago no está para tonterías y el zafarrancho que sirven
no me daba seguridad, pero la verdad es que estaba lleno de gente. Dicen que
cada día comen allí cerca de 80.000 personas!!!!
Seguí
dando vueltas, disfrutando del espectáculo y sorprendiéndome con el aspecto de
los sikhs, que me llamó mucho la atención, y visite el museo que explica su
historia y recuerda a los sikhs más importantes, llena de pinturas, sobretodo
con los muchos martirios que han sufrido sus gentes en estos siglos, tanto por
la persecución de musulmanes como los hindús o los problemas con los
británicos. Eso sí, y cada 5 minutos, alguien se me acercaba y me pedía
educadamente si se podía hacer alguna foto conmigo…no se, yo pensaba que con la
barba pasaría desapercibido pero no, creo que después del templo fui el más
fotografiado del día!!!!jeje
Una vez
visto, salí a perderme un poco por los bazares que hay alrededor del templo
que, como todos, tiene una vidilla especial con gente comprando de todo, telas,
saris, gifts religiosos, zapatos… y montones de diferentes puestos callejeros
de comida. La verdad es que vi muy pocos turistas extranjero para ser un lugar
de tanta importancia, supongo que habrá mucho turismo interno.
La otra
atracción importante es en la frontera con Pakistán, a unos 30km, en Attari.
Allí, se realiza todos los días una parafernalia que se ha hecho muy famosa, al
atardecer, a la hora de cerrar la frontera. Así que cogí un taxi comunitario y
fui a ver que era exactamente eso.
El tema
tiene ahora tanta relevancia que este puesto militar tiene gradas preparadas a
los dos lados de la frontera, como si fuera un campo de fútbol o algo así, y la
gente llega en masa a verlo. Allí, un speaker de cada lado, anima a su público
con arengas patrióticas y estos chillan y cantan intentando hacerlo más fuerte
que los del otro lado. Además autobuses de colegialas llegan y las alumnas se
pegan carreras con enormes banderas y bailan como a altas horas de la madrugada
un sábado noche cualquiera… En cuanto al acto en sí, los militares se pegan
unas carreras hacia la valla de la frontera levantando las piernas hasta la
cabeza, pegando patadas al suelo y exponiendo su virilidad a los militares del
lado contrario, los cuales, evidentemente, no se dejan amedrentar y hacen lo
mismo. Un show curioso de ver, que acaba con el choque de manos de los
capitanes de ambos lados, justo antes de bajar las banderas y cerrar las
puertas… después las masas aclaman al speaker, se hacen fotos con él y con los
militares… y todas esas cosas…vamos, un circo entre dos países que no se puede
decir que se lleven precisamente bien…
Y poco
más. A la vuelta pillamos un atasco importante, y al llegar decidí volver a
entrar al Templo para verlo iluminado, hay que verlo de las dos maneras, y
finalmente, ya cansado de todo el día, me volví al hotel después de comer
alguna cosa. La verdad es que aproveché el día y no me defraudó lo que fui a
ver.
Hoy, ya
es día de viaje, así que poco que contar. Me he quedado tranquilo en el
jardincito del hotel, he dado una pequeña vuelta y ahora ya estoy en el tren,
camino de Delhi, último paso del viaje, un día más en el que haré poco y ya, de
vuelta a casa…