Después de dos horas de vuelo desde Bogota llego a Leticia, ciudad fronteriza con Brasil y Peru, donde cojo una lancha que en una hora me deja en el parque Amacayacu.
Aquí te puedes alojar en una de sus cabañas junto al río y disfrutar de una de las mejores puestas de sol que se pueden ver en el mundo. Es el lugar para hacer una caminata por la selva con alguno de los guías locales de las comunidades cercanas. Yo estuve con Sandra, una chica colombiana y Hector, un guía de Mocagua. Vimos huellas de Jaguar, mariposas de todos los colores y enormes, una serpiente cazadora de varios metros, y todo ello después de remontar el río en canoa durante una hora y abriendo paso a machete entre la maleza.
Otro de los días fuimos a ver un centro de acogida de monos micos que se encuentra junto al parque, y donde llegan cuando son decomisados por la policía. La labor de recuperación que realizan con ellos es impresionante.
Se puede ir a ver delfines rosados con una lancha y un guía local. Yo via algunos aunque debido a que su tamaño es bastante mayor que el de los grises no suelen saltar y apenas se les ve.
Para pasar cuatro días en este lugar tan maravilloso creo que es mejor y más barato contratar un paquete turístico en cualquier agencia de una ciudad colombiana, ya que el moverse por libre por esta zona no te va a permitir ver lugares con la seguridad que se necesita y puede salir más caro.
Definitivamente uno de los sitios que por su naturaleza salvaje, el impresionante Amazonas, la calidez del parque y su gente que trabaja a diario, y la compañía de Sandra hacen que sea uno de los lugares más bonitos en los que he estado.
